martes, 30 de julio de 2019

LOBBY MAG


 
En memoria de Enrique Lafourcade, uno de los fundadores del Circulo de Cronistas Gastronómicos de Chile
 
 
LOBBY MAG
Año XXXI, 1 al 7 de agosto, 2019
Solo la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad.
LA LISTA DE LA SEMANA: Las siete mejores “batallas” gastronómicas
MIS APUNTES: Punto 8, el nuevo comedor de Claudio Úbeda
EL REGRESO DE DON EXE: Una extraña en la carretera
 

LA LISTA DE LA SEMANA


LAS SIETE MEJORES “BATALLAS” GASTRONÓMICAS
Naranjas, tomates, harina o merengue, cada ciudad tiene su favorito, pero a nosotros nos gustaron todas. Así que prepárese para disfrutar la gastronomía internacional desde una manera diferente… a través de las batallas de comida más épicas del mundo.
 

 
DELS ENFARINATS DE IBI
Como cada 28 de diciembre, la ciudad alicantina de Ibi acoge la batalla dels Enfarinats (los “enharinados”). Esta fiesta, con más de 200 años de antigüedad, cuenta con dos bandos rivales que se baten por el poder local a base de huevos, harina y mucha fe. No están locos… pero lo parecen. Por un día dan un golpe de estado, toman el poder, imponen sus propias leyes e impuestos y se enfrentan a la oposición hasta que todos están bien rebozados y sus uniformes militares se han vuelto de color blanco. Los enfarinats son una experiencia para todos los sentidos.

LA BATALLA DE LAS NARANJAS EN IVREA
En Italia no se andan con chicas. Aquí en Carnaval se baten a naranjazo limpio, así que si se animan a vivir el cítrico carnaval de Ivrea (al lado de Turín) vayan bien protegidos si no quieren volver a casa llenos de moretones. Esta fiesta que se celebra cada año en febrero conmemora la rebelión de la gente contra el tirano Raineri di Biandrate, que instauro el infame “derecho de pernada” (en español, que se podía acostar con cualquier novia en la noche de bodas). Los participantes se dividen en dos bandos: el que se pasea a bordo de un carro por la ciudad y que representa a los hombres del emperador, y el que va a pie y que representa al pueblo… que es el que se dedica al lanzamiento de las naranjas.

GUERRA DE MERENGUE Y CARAMELOS EN VILANOVA I LA GELTRÚ
Por lo visto, en el Mediterráneo les gusta jugar con la comida porque cada año en Carnaval los vecinos de Vilanova y la Geltrú se toman las calles y plazas para arrojarle merengues a todo lo que se mueva, sin piedad. Parece ser que los vilanovins no se tomaron muy bien la prohibición del Carnaval por parte de Franco y decidieron protestar cada año el jueves antes de la Cuaresma usando todo tipo de dulces como armas. Por si esto no fuera suficiente, el domingo el pueblo se convierte en un campo de batalla en que los caramelos (cuando más duros mejor) vuelan de un lado a otro.

CAMPEONATO DE TARTAZOS EN INGLATERRA
En el pueblecito inglés de Coxheath se inspiraron en la broma clásica del tartazo de crema en la cara para crear el Campeonato Mundial de Tartas de crema. Eso sí, aquí hay un orden para cada cosa. Cada mes de mayo los participantes se dividen en equipos de cinco y en función de en qué parte de tu contrincante llegue la tarta, se ganan más o menos puntos. La originalidad del lanzamiento también cuenta…

LAS BATALLAS DEL VINO
Con una cultura enológica importante, en varios puntos de la geografía española se organizan todo tipo de luchas que empiezan con el lanzamiento de uvas y acaban con todo el gentío oliendo a mosto y con la ropa de color vino. Algunos de los más interesantes son la Batalla del Vino de Haro en la Rioja (29 de junio), en la que todos los participantes -vestidos de blanco y con un pañuelo rojo al cuello- son literalmente bañados en vino hasta que quedan completamente morados. Mientras que en la Raimà de la Pobla del Duc en Valencia (finales de agosto) la muchedumbre se arroja unas 90 toneladas de uva garnacha para celebrar el fin de la vendimia y deshacerse de las uvas que han sobrado.

LANZAMIENTO DE PASTEL DE FRUTA
¿A quién le gustan los bizcochos con fruta? A casi nadie, así que, si no saben qué hacer con ellos, en el pueblo de Manitou Springs (Colorado) han dado con la solución perfecta: hacer un concurso de lanzamiento de pasteles. La competencia es dura y hay varias categorías, los pasteles se pueden lanzar con catapultas, hondas gigantes y todo tipo de artilugios... Quizás no se manchen tanto, pero la diversión está asegurada.

LA TOMATINA DE BUÑOL
La famosa Tomatina de Buñol no podía faltar entre las mejores batallas de comida del mundo. Es la madre de todos los festivales en los que la comida adquiere un aspecto más recreativo que otra cosa y cada año recibe unos 40.000 participantes de todo el mundo. Lo que empezó en 1945 como la protesta de unos adolescentes locales por no poder participar en un desfile de gigantes y cabezudos ha derivado en una gigantesca batalla en la que a partir de las 11 de la mañana del último miércoles de agosto se arrojan 125.000 kilos de tomates y todo se tiñe de rojo.

MIS APUNTES


 
PUNTO OCHO
El nuevo comedor del chef  Claudio Úbeda

Le ha costado al Cumbres Lastarria posicionar su cocina. Este es un hecho que no se puede desmentir. Desde su inauguración han tenido varias propuestas que no tuvieron buena respuesta del consumidor. Cuatro chefs han pasado por sus cocinas sin mayor trascendencia. El Punto Ocho, un nombre que imagina un salón de pool, cuenta desde hace un par de semanas con un par de novedades dignas de mencionar. La más importante, por así sentirlo, es que Claudio Úbeda, chef ejecutivo de la cadena hotelera y a la vez chef del Cumbres Vitacura, tomó las riendas del hotel de la calle Lastarria, con el fin de mejorarlo definitivamente.

Para ello, y junto con renovar completamente la carta del comedor principal ubicado en el octavo piso de este lindo lugar, complementó la cocina del bar, actualmente en alianza con Catad’Or, donde a una generosa oferta de vinos y cócteles se suman tapas y platillos que maridan a la perfección con esta nueva barra del barrio Lastarria.

Fiel a su estilo, la carta del Punto Ocho creada por Claudio Úbeda, se enfoca en la cocina chilena de mantel largo, su especialidad. De ahí una de sus entradas, como una increíble Perdiz en escabeche, perfumada a la trufa negra de Futrono, con tostadas y mantequilla de perejil (9.100), es un “hit” que no hay que perdérselo.  Para los que prefieren lo marino, sus Láminas de atún selladas con aire de eucalipto, crujiente de luche y selección de brotes (11.100), es otra de sus genialidades.

Con todo esto del nuevo siglo, es fácil deducir que en el país hay diecisiete millones de fotógrafos, y de ello dan fe todas las redes sociales. Mientras más lindo se vista un plato, mayor es la posibilidad de convertirlo en best seller. Sin embargo, los que captan imágenes no sabrían cómo calificar uno de los platos más gratos y sabrosos que ha salido de las cocinas de Claudio Úbeda desde sus inicios en Puerto Varas. Se trata de una Malaya de cerdo cocinada a baja temperatura, con estofado de repollo con murtilla, papas asadas y salsa de merlot (14.000), que, si bien parece un típico plato alemán familiar, su sabor y texturas son para elevar las manos y agradecer a los dioses la llegada del chef Úbeda a esta cocina del centro de Santiago.

Carnes, pescados, mariscos, pastas y postres (como su Torta de Cola de Mono - $3.800-) en una nueva carta que se agradece. Poco a poco, este comedor hotelero –donde el servicio es otro de sus puntales- se está convirtiendo en uno de los mejores restaurantes del barrio, ya sea a la hora del happy hour en la renovada barra del bar, o en el piso 8, donde la calidad no se transa y el sabor es inconfundible.

Esperemos que la quinta sea la vencida.

Punto Ocho / Hotel Cumbres Lastarria / Lastarria 299 / 22496 9000

 

EL REGRESO DE DON EXE


 
UNA EXTRAÑA EN LA CARRETERA
(Solo para viudos y vuidas de Don Exe)
 

A veces las vacaciones aburren. Más aun en mi caso ya que en diez días que estuve en la cuarta Región, no logré atraer la atención de ninguna chica. ¿Estaré poniéndome viejo y calamitoso?

Decidí regresar a la capital. Por lo menos dormiría en mi cama y más de alguna amiga estaría en julio en este refrigerador que es Santiago. Mi paquita aun en Temuco (ojalá regrese pronto), pero a falta de pan, conocí a Florencia, una morenaza para cortarla con la uña. Florencia no se movería de su casa y le anuncié visita para el jueves a la hora del happy hour.

Encaminé mis pasos al terminal de buses de Coquimbo. Entre consulta y consulta sólo encontré un pasaje libre en una línea bastante desconocida. Partiría de regreso a la capital a las 12.30 de la noche y llegaría a Santiago a las 7 y media de la mañana. Bueno… esa era mi intención.

Siete largas horas de viaje me esperaban en un salón - cama que no tenía nada de salón ni menos de cama. Para el viaje, una mineral y pasada la medianoche me embarqué en una nave que nunca llegaría a destino.

¿Qué pasó? Bueno. Lo que tenía que pasar. La máquina fundió su motor entre Tongoy y Los Vilos, o sea, lejos de todo y cerca de nada. Con un aroma a goma quemada dentro del bus, el piloto (o chofer) nos pide que salgamos de su máquina y esperemos una de reemplazo. Luego, con voz esperanzadora nos comenta que se comunicó con Santiago y que en tres horas (con cueva), llegaría otra nave.

No hacía frío, pero estaba fresco. Quería fumarme un cigarrillo, pero como no se puede fumar en los buses no había comprado. Lo único que tenía era una botella de Cachantún y sinceramente eso no valía nada en esas circunstancias.

Agudicé mi vista y veo a cuatro jovencitos en plena charla. Más bien tres minitas y un nerd con aritos y jockey al revés. Fumaban y algo bebían en unos vasos plásticos. Me acerqué y entablé una pequeña conversación:

- Chicos, me quedé sin cigarrillos y no saben las ganas que tengo de fumar.
- ¡Hola tío!, dice una de las chicas.
- Soy Exe y tengo algo de dinero para comprarles cigarrillos, les conté.
- ¡Naa tío! Acá toos somos iguales, dice, mientras me ofrece de una cajetilla arrugada un Pall Mall. - ¡Gracias!, respondí. - En Los Vilos multiplicaré tus buenas intenciones.

Prendí mi cigarrillo y tras una larga aspirada le pregunto su nombre.

- Josselyn, me cuenta.
- ¿Y tus amigos?
- Bueno… el Brandon, la Katiuska y la Ferny.
- ¿Van a Santiago? (primera pregunta idiota)
- ¡Íbamos!, contesta. Ahora parece que nos quedaremos en Los Vilos en la casa de la Katiuska. ¿Querís tomar algo?
- ¿Tienen? (segunda pregunta idiota)

El Brandon me pasó un vaso plástico con ron (de caja) y una bebida cola que no conocía. A esas horas de la madrugada y sentados a la vera de un camino donde no pasaban ni las luciérnagas, me pareció una bebida celestial. –“Se nos acabaron los puchos”, Exe. ¿Querí que te liemos un pitito?

A esas alturas del partido estaba a merced de mis nuevos amigos. Josselyn me lleva a un lado y pregunta por mi vida. Mirábamos la luna nueva mientras yo le contaba de mis años y ella escuchaba haciéndole cariño a mis brazos. No sé qué estaba fumando, pero mis sentidos se multiplicaron por mil.

Otro porro en conjunto y dos vasos de ron nos pasaron la cuenta. Se acurrucó a mi cuerpo y se durmió…bueno, nos dormimos.

Despertamos cuando los pasajeros aplaudían al bus de reemplazo. Me dolían todos los huesos. Bebimos el resto de la Cachantún, el único activo que tenía en ese lugar y juntos proseguimos el viaje.

No le costó mucho para convencerme que me quedara en Los Vilos en casa de Katuiska. Para pagarles la caña de la noche anterior, los convidé a tomar desayuno en uno de los boliches de la ex carretera. A las ocho de la mañana, todos comíamos sánguches de pescado frito y “tecito”. Josselyn no me soltaba. Según ella, había encontrado a su “media naranja”.

La vivienda de Katiuska era, por así decirlo, una casa. Un respetable casa con varias habitaciones que estaba a cargo de la “tía Leonor”, quien, al vernos llegar sucios y hediondos a ron barato, nos mandó a una habitación múltiple de tres camarotes y un baño común. Ahí dormimos al son del reaggeton. Yo, al menos, dormí un par de horas, aunque el maldito ritmo guachaca aún resuena en mis oídos.

Estaba al debe con mis nuevas amistades y con la tía Leonor. La madame, respetada por todo el pueblo, nos acompañó a comer ostiones y merluzas a una picada de la playa. Luego nos endilgó al terminal de buses. Brandon y la Ferny en un asiento; Josselyn y yo en otro.

- El domingo es mi día libre ¿Me invitas a algún lugar?
- ¿Cómo cuál?
- ¡Fantasilandia!
- ¿Por?
- Quiero ser y sentirme niña alguna vez en mi vida.
- ¿Nunca lo fuiste?
- Nací en cuna de carbón, papito. Mi papá era minero en Lota. Allá, con cueva jugábamos a las bolitas y la pieza oscura. Y no me digas más Josselyn. Mi nombre es Rosa y bien debes saber a estas alturas a qué me dedico.

No me importó ni su origen ni su oficio. Privilegio de viejo solo, pasé el día domingo en Fantasilandia con un frío de mierda. Josselyn (o Rosa o como quiera que se llame) estaba más feliz que perro con dos colas. De ahí nos fuimos por una parrillada (de esas con prietas, ubres, chunchules, longanizas, papas cocidas y ensalada mixta) a un clandestino en las cercanías del Club Hípico y luego, en taxi, al terminal de buses, para regresarla a su casa-asilo en Los Vilos.

Rosa intuía que jamás volvería a verla. Al despedirse, sacó de su cuello un colgajo con una imagen de Santa Nefija (patrona de las chicas que tratan de tú) y lo pone suavemente en mi cogote. Se santigua y me da un beso en la frente. – Gracias, dice. Que Dios te acompañe.

Entre Tongoy y Los Vilos no solían suceder muchas cosas. Ahora sí. Mi problema ahora es Florencia, que me esperaba el jueves y hoy es lunes. ¿Se tragará eso de que me raptaron en la carretera?

Veremos…

Exequiel Quintanilla

martes, 23 de julio de 2019

LOBBY MAG


LOBBY MAG
Año XXXI, 25 al 31 de julio, 2019
Solo la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad.
LA LISTA DE LA SEMANA: Seis comedores fuera de su zona de confort
MIS APUNTES: Aligot: una propuesta audaz
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: Un tomawawk diferente en el Rubaiyat
 

LA LISTA DE LA SEMANA


SEIS COMEDORES FUERA DE SU ZONA DE CONFORT
Con la gran cantidad de restaurantes que se han abierto estos últimos meses en la capital, cada día cuesta más salir de la zona de confort propia y aventurarse en otros barrios con el fin de disfrutar diferentes propuestas. En este resumen, les recomendamos media docena de comedores –de todo estilo- que hay que conocer o regresar.
 

ORIGEN (BARRIO BRASIL)
En el tercer piso de una casona de la calle Cumming, el ex chef del recordado Ópera, Ignacio Ovalle, abrió un sugerente y moderno bistró, donde, a precios bastante económicos se disfruta de una cocina moderna, con guiños franceses y una tentadora oferta de vinos y cócteles. Concreto y adobe a la vista. Mesas, sillas y sillones negros para contrastar con los muros raspados sin mayor intervención. Cocina a la vista y luz, mucha luz para una carta innovadora y moderna, que cambió el sentido del barrio, ya que la apuesta convence al más conservador de los gourmets. (Av. Cumming 94 / 22699 3059)

 
SARITA COLONIA (RECOLETA)
Este es un lugar especial. Conservando fachadas antiguas, decorado con iconografía kitsch y lleno de objetos como payasos de los Juegos Diana, una cabeza de macho cabrío, lámparas de lágrimas y figuras de yeso de casi dos metros, el Sarita Colonia sorprende, descontrola, vulnera y cual travesti, viste de manera diferente la cocina peruana creando recetas que ya son tradición en el lugar. Acá se entra a un mundo paralelo entretenido y sabroso. Raro pero elegante. Único y digno. Simplemente, Sarita seduce. (Loreto 40, Recoleta / 22881 3937)

 
ÁUREA (RECOLETA)
Hay aperturas que bien valen destacar. De ellas, el Áurea, una casona del barrio Bellavista que fue completamente remodelada para albergar un restaurante hecho y derecho. Impresiona su decoración interior, en base a papeles murales y muros intervenidos, además de una gran terraza interior, de todo gusto y tremendamente cómoda. La idea es de los cocineros Ismael Lastra y Tomás Saldivia, quienes luego de un par de estadías fuera del país, obtuvieron la experiencia necesaria para abrir su propio comedor, donde manda el sabor local, pero con mucha identidad personal. Acá se han dado maña para conquistar estómagos golosos en base a una cocina donde el producto es el principal protagonista. Ayuda a este propósito una cocina tecnificada de última generación y el aporte humano de los cocineros, que aportan las pizcas necesarias para entregar autenticidad en sus preparaciones. Una cocina de autor muy bien elaborada y ejecutada. Buen servicio, ambiente y una atrayente carta de vinos artesanales. Un gran aporte a la ciudad. (Antonia López de Bello 191 -casi esq. Loreto)-, Recoleta / 23290 5124)

DON PEYO (ÑUÑOA)
Estamos en tiempos de cambios. Para muchos, el siglo XXI y la cuarta revolución industrial nos tomó por sorpresa y ha costado asimilarse a los nuevos tiempos. Tiempos donde la gastronomía también ha evolucionado y ha debido ponerse a tono con una nueva generación de clientes. A principios de este siglo -no hace tanto tiempo-, cuatro personas visitaban un restaurante y generalmente todos pedían lo mismo (y que lo digan las parrilladas, que eran apreciadas por todos). Hoy, de esos cuatro clientes, al menos uno es vegetariano y/o vegano, y otro tiene algún tipo de intolerancia, ya sea a las harinas, la leche, o algún producto que no puede ingerir. Los grandes templos de la gastronomía lo saben y muchos ya se han subido al carro de la era moderna. Olger Inostroza, propietario del célebre “Don Peyo”, famoso por sus tertulias desde su apertura en el año 1971, decidió abrir su carta, sumando platos vegetarianos y veganos a su diaria propuesta. Un clásico comedor criollo que mira al futuro. (Lo Encalada 465, Ñuñoa / 22274 0764)
DON GAVIOTA (RECOLETA)
Alejado del circuito tradicional, la comuna de Recoleta se engalana con uno de los más prestigiosos comedores marinos de la capital, donde caldillos y frescos mariscos acaparan la atención de cientos de capitalinos que cruzan la ciudad para disfrutar de sus tradicionales recetas y del vino pipeño, especialidad de la casa. Este espacio partió como una picada, un lugar sabroso y básico, pero ahora es un restaurante hecho y derecho, donde conviene llegar temprano si no desea esperar para conseguir una mesa. Su carta es amplia, siempre con los productos del mar como protagonistas, aunque conviene irse por los platos consagrados de nuestra cocina de caleta, como el congrio frito, los erizos y los sabrosos chupes de locos. (El Roble 1190, Recoleta / 22621 1838)

ANA MARÍA (CLUB HÍPICO)
A lo largo de los años Ana María se ha ganado un lugar en la gastronomía local y nacional siendo elogiada en innumerables ocasiones con premios y reportajes. Dentro del abanico de exclusivas preparaciones destacan las codornices, conejos escabechados, carne de avestruz, jabalí, patos, gansos y ciervo. Sin dejar de mencionar la carta de pescados y mariscos finos muy bien trabajados, con preparaciones al pilpil, al ajillo, frescos o a la parmesana. Sin duda su paso por este lugar no será en vano. Un clásico que nunca debemos olvidar. (Club Hípico 476, Santiago sur / 22698 4064)

 

MIS APUNTES


 
ALIGOT
Una propuesta audaz
Hace un par de semanas abrió en plena Isidora Goyenechea un proyecto que se venía gestando hace al menos dos años: el Aligot, un amplio restaurante que lleva el nombre de la famosa mezcla de puré con queso (y ajo –optativo-), la especialidad gastronómica más famosa de Aubrac, en Francia. Más aun, como Frédéric Le Baux, su propietario (también amo del Baco capitalino), es terco y le gustan las cosas a su manera (pero muy estudiadas) decidió que, en este nuevo comedor la carta se moverá en base a solo cuatro platos: una ensalada de lechuga con nueces, el ya conocido aligot, filete rôti y reineta meunière. No hay más.

La audacia llevada al límite. Un restaurante con capacidad de 220 clientes esparcidos en varios comedores en los dos pisos que tiene el local. Incluso, el menú diario tiene un costo de $ 13.000, y solo hay que escoger entre filete o reineta. Pero hay más… y sorprendente, ya que ofrecen vino por copas (desde 2.000) y botella (desde 12.000), precios que asombran en un barrio que no está acostumbrado a estos precios. Incluso se da el lujo de vender café-café a tan solo $ 1.000; un whisky The Macallan por $ 5.000; Campari por $ 3.500, Oporto a $ 2.000, postres a $3.000 y una adictiva oferta de quesos franceses que varían entre los 2.500 y 3.500 pesos.  Todo ello con propina incluida.

Atrayente lugar. Los ventanales que cubren algunos comedores en invierno, se convertirán en terrazas al aire libre apenas despunte la primavera. Como toda acción que lleva adelante Frédéric, todo está pensado y requetecontra pensado. La lechuga no está ahí por ser lechuga. Hay un trabajo de meses para encontrar el dressing (con queso roquefort) que la convierte en algo diferente. Más tiempo para encontrar –y asegurar el abastecimiento- de la variedad de papas que necesita el aligot, el queso –de la variedad Tomme, que importa de Francia -, el corte de cada trozo de filete, hasta la calidad de la mantequilla que debe unirse al limón para la salsa Meunière de la reineta. Todo impecable… como es costumbre desde que abrió el Baco, su primera apuesta gastronómica en la capital.

Si pudiéramos resumir el concepto del Aligot, la comida es un pretexto para largas sobremesas y reuniones de amigos. Acá están rompiendo moldes, posiblemente cambiando costumbres, y, a la vez, generando un espacio que no existía en la capital (ni en todo el país).  

Personalmente apuesto a favor del Aligot. Muchos deben pensar que pocos podrían repetirse la experiencia dos, tres, diez o cien veces. Lo importante es que este comedor atraerá tanto al apurado que solo tiene minutos para almorzar, como al que tiene tiempo y que sabe que conversar una copa de vino (y no por wasap), aún es muy importante en la vida.

No aceptan reservas –por el momento-, y ni se le ocurra pedir una piscola. Acá el genio (su dueño) tiene su genio (sus normas).

¡No se lo pierda! Si lo piensa dos veces, capaz que se convierta en uno de sus favoritos.

Aligot: Isidora Goyenechea 2890, Las Condes /41324 8475

 


LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 
UN TOMAHAWK DIFERENTE EN EL RUBAIYAT

Satisfacer a los carnívoros gourmet ha traído consigo el desarrollo de una serie de razas y cortes diferentes de vacuno. Las parrillas capitalinas han sido las encargadas de dar a conocer a este entusiasta segmento de la población que ya no se sorprende con los cortes tradicionales a la hora de buscar novedades. Hace algunos años apareció en escena el Tomahawk, un gran trozo de lomo vetado con hueso (para concentrar el sabor), cuyo tamaño y peso, alcanza para dejar contento a dos –o más- comensales.

Nunca fue un corte económico ni podría serlo. Por eso se convirtió en estrella en las parrillas de mantel largo y de cuentas abultadas. Como el caviar y las trufas, la buena carne tiene su precio y también un público, que, si bien no es mayoritario, tiene un mercado muy activo.

Los brasileños del Rubaiyat (una parrilla con locales en España, México, Argentina, Brasil y Chile), quisieron imprimirle un valor agregado a este corte de carne y desde la semana pasada, un equipo del servicio de sala del restaurante, ofrece este corte que finaliza su proceso de elaboración frente al cliente, en un mesón especial que llega a la mesa, donde uno de los expertos añade fuego y calor a la pieza de carne, para así distribuirla a punto y correcta temperatura a los comensales.

Al proceso le llaman “Hanging Flame Tomahawk”, y el corte proviene de Cabaña Las Lilas, la hacienda que Rubaiyat posee en Buenos Aires. Valor agregado que se agradece, ya que bien sabemos que en este comedor el servicio es de excelencia y nada queda al azar. Así como los grandes –y elegantes- restaurantes del mundo elaboran las deliciosas Crêpes Suzette frente al comensal, acá lo hacen con una pieza de aproximadamente 1,2 Kg., consistente de un grueso lomo vetado con hueso de las costillas anteriores y abundante grasa intermuscular e intramuscular que le aporta un sabor único y especial.

Desde sus inicios en Chile, Rubaiyat ha conquistado paladares gracias a toda la innovación gastronómica y de servicio que tanto atrae a los comensales. Desde su picanha, el rey de los cortes brasileños; pasando por su aclamado e increíble Carpaccio de setas, sus feijoadas sabatinas de invierno y ahora la noble carne cocinada frente al comensal, nos da para pensar que Santiago se está convirtiendo en una de las capitales gastronómicas del mundo, más allá de lo que puedan opinar que la gastronomía en Chile está estancada.

Una interesante experiencia.

Rubaiyat: Av. Nueva Costanera 4031, Vitacura / 22617 9800

 

 

 

martes, 16 de julio de 2019

LOBBY MAG

LOBBY MAG
Año XXXI, 18 al 24 de julio, 2019
LA LISTA DE LA SEMANA: Pasión por el vino
EL REGRESO DE DON EXE: Recordando a Mathy

LA NOTA DE LA SEMANA

PASIÓN POR EL VINO

Ya no es mayor gracia tener 200, 400 o mil etiquetas de vino en la carta de un restaurante. La tendencia es abrirle las puertas a pequeñas producciones y enólogos atrevidos, con la finalidad que los consumidores puedan apreciar las últimas novedades vitivinícolas con producciones de diferentes calidades y orígenes.  En esta edición, nuestras diez cartas favoritas.

 


BACO
Frédéric Le Baux, su propietario, cata y escoge –a su criterio- cada una de las etiquetas que comercializa en su famoso restaurante. Con énfasis a viñedos medianos y otros poco conocidos, esta vitrina es una de las más apetecidas por los viñateros, ya que entrar a Baco es como jugar en las grandes ligas. (Nueva de Lyon 113 / 22231 4444)

 

99 RESTAURANTE
Es quizás la carta más radical de los restaurantes de Santiago. Llama la atención que gran parte de los vinos que tiene el 99 son naturales, biodinámicos o artesanales, que maridan a la perfección con su moderna cocina de autor. Blancos y tintos de cerca de 40 pequeños productores que no hay que perderse. (Andrés de Fuenzalida 99 / 22335 3327)

 

EL BODEGÓN DE LA VINOTECA
Un experimento que llegó para quedarse. La terraza de la tienda de vinos La Vinoteca se transformó en un bar-restaurante, donde el cliente puede degustar una sabrosa carta con alternativas para ir a picar con amigos, como las “sartenes”, ideales para compartir y escoger el vino que desee de la tienda… a precio de la botillería. Realmente un “best value”. (Nueva Costanera 3955 / 22953 6291)

 
BOCANARIZ
La carta del Bocanariz fue seleccionada en la lista de las mejores del mundo por la evista Wine Spectator. En sus bodegas descansan botellas chilenas de todos los valles y hay espacio para los vinos de autor, productores independientes, los grandes de la industria, novedades y cepas raras. Es un espejo del Chile actual y destino obligado de los turistas que llegan a la capital. (Lastarria 276 / 22638 9893)

 

LA BRASSERIE DE FRANCK & HÉCTOR
Debe ser el restaurante más comentado del año. La sociedad entre el chef francés Franck Dieudoneé y el Master Sommelier Héctor Vergara, ha causado sensación gracias a una propuesta fina, elegante y a precios bastante razonables. Los vinos, seleccionados personalmente por Vergara, son uno de los grandes “must” de este lugar. (Alonso de Córdova 4355, local 303 / 23323 4300)

 

 
 
LA CAVA DEL SOMMELIER
La Cava del Sommelier es el nuevo bar de vinos instalado en el barrio Suecia. ¿La clave? Buen vino, buen precio y cocina rica. Se trata de un amplio local, que tiene el sello de Ricardo Grellet, el presidente de la Asociación Nacional de Sommeliers de Chile, y donde encuentras más de 300 etiquetas de vinos, además de una selección de 6 copas “joyitas”, elegidas con pinzas y que se pueden catar desde los $ 1.000 (la copa de 60 cc). Ojo que aquí quien cocina es Isidora Sánchez, chef que ha pasado por restaurantes como Gustu, el premiado local boliviano que en quechua significa “sabor”, o Quique Dacosta el restaurante español con tres estrellas Michelin. Su propuesta aquí es cocina simple, rica, para compartir y que acompañe bien el vino. (General Holley 109 / 94214 4829)

RUBAIYAT
Una gastronomía de alto nivel exige la compañía de vinos en igual sintonía. Por eso en este lugar pusieron a disposición una de las más amplias y variopintas cartas de vinos, donde bodegas nacionales y extranjeras compiten de igual a igual con la finalidad de maridar a la perfección la calidad de sus carnes y vinos. (Nueva Costanera 4031 / 22617 9800)

 

 
 
 
 
POLVO
Dos profesionales son claves en este nuevo emprendimiento: el chef argentino Federico Ziegler, que antes de abrir este lugar trabajó en los hoteles Awasi en Atacama y Patagonia; y el director de vinos del restaurante, el sommelier Felipe Aldunate, quien, amante de los vinos naturales, orgánicos y biodinámicos, seleccionó 150 etiquetas, de las cuales mes a mes separa 30 –algunas de ellas por copa–, para facilitar la elección de sus clientes. Ir a Polvo por una copa de vino (o un cóctel) acompañada de un queso de cabra –madurado- con mermelada elaborada en casa, o visitarlo a la hora del ocaso para conocer su propuesta completa, es fundamental para los que disfrutan con la buena gastronomía, ya que sorprende y se aplaude. (Constitución 187, Bellavista / 98440 2462)

CUEROVACA
Su propietario, Juan Gabler, no solo es fanático de la carne y el vino, ya que incluso ha incursionado en la elaboración de su propia etiqueta, convirtiéndolo en un entendido en la materia. En Cuerovaca se unen perfectamente los cortes premium con vinos de alta gama, donde ningún detalle queda al azar. Elegante y sólido, es uno de los grandes clásicos de la capital. (Paseo El Mañío 1659 / 22206 3911)

 

 
 
 
 
 
BARRICA 94
El Patio Bellavista se engalanó con la apertura de este restaurante que dispone de una gran carta de vinos donde sus ambientes están directamente relacionados con el vino. Suman a ello 34 variedades por copas entre cerca de 360 etiquetas para pedir por botella. Sede de variados eventos vitivinícolas, destaca una cocina chilena de autor de buena factura, logrando un entretenido –y educativo- ambiente.  (Patio Bellavista, local 94 / 22732 4940)

 

 

EL REGRESO DE DON EXE



 
RECORDANDO A MATHY

- ¡No más! Por favor Exe.
- ¡Pero recién llevamos dos, guachi!
- No me agotes, plis. ¡Me vas a matar!
- Vamos Mathy ¡tú puedes! ¿Vamos por el último?
- No puedo más, Exe. Si quieres te doy una manito, pero no soy capaz de otro.

Si piensan que esta conversación es parte de un cuento erótico, están errados. Lo que pasa es que me acordé de Mathy, mi ex pareja de aventuras, donde viví un episodio muy entretenido… y quiero compartirlo con ustedes.

… Érase una vez, hace tiempo ya, que nos fuimos a Isidora Goyenechea y nos entusiasmamos en el Dominó, ese local cuico que vende completos. Allí nos zampamos cinco diferentes y otras tantas cervezas entre los dos. Teníamos hambre y quedamos K.O. tras la experiencia. Me acompañó ya que el domingo no la vería. Alguien por ahí inventó el Día de la Suegra y uno de sus yernos la había invitado a almorzar.

- ¿Dónde te llevarán?
- Ni idea. Pero con lo desprendido que es mi yerno capaz que me lleve a comer wantanes y un chapsui de pollo. Pero no me quejo. ¡Es buen padre el marido de mi hija!

Golpeé tres veces la mesa de madera con los nudillos de la mano ya que no tenía suegra. Una suerte de los diablos, pensé, aunque creo que el diablo no debe estar tan feliz con la mía allá en los siete infiernos. Un día pasó por mi cabeza que me encontraría con mi suegra cuando me fuese de este mundo y la idea no me gustó para nada. La vida eterna no es fácil ¿no?

- Exe, tú que conoces todo. ¿Me podrías dar algunas alternativas para el almuerzo de mañana? Siempre y cuando mi yerno me pregunte dónde me gustaría almorzar.

Cuando se trata de yernos soy peor que Hannibal, el doctor Lecter. Mi idea era que él sufriera cuando mi Mathy pidiera platos y fuese sumando el valor de ellos. Le sugerí el Europeo, el Bristol, el Boragó, La Mar y otros. Mathy no entendió la broma y se anduvo enojando. –Ellos no son millonarios ni van gratis a los restaurantes como tú- recriminó. Dame alternativas decentes por favor.

- ¡Vayan a Las Lanzas!, ahí por cuatro lucas te comerás un chupe de guatitas de miedo.
- No seas ordinario Exe. Esa no es la idea.
- ¿Una cajita feliz en el McDonald’s?

Parece que no le gustó mi aporte ya que se amurró. Volvimos en silencio a su departamento y se encerró en su cuarto. Yo prendí la tele del living y dormí una tremenda siesta. No hay nada que me haga dormir mejor que los programas de los sábados.

Cuando salió de su habitación estaba más amena. Se le había quitado el enojo y pareciera que comprendió que lo mío eran solamente celos. –¿ Qué pasaría si mañana no voy a ninguna parte y me quedo contigo?, - preguntó.

- De ninguna manera –contesté-, es TU familia y te debes a ella, aunque no te guste. Además, nosotros tenemos toda una vida por delante, siempre y cuando no se les ocurra a los publicistas hacer días de la tía, del sobrino, de los nietos, del abuelo, de la nana y de la gran puta.

- Suerte la tuya que no tienes suegra
- La tuve, cariño. La tuve.


Mi domingo fue tranquilo. Como en ese tiempo vivía en la República de Ñuñoa, partí a Las Lanzas y le enseñé al barman a hacer Bloody Mary, un trago que me encanta pero que pocas veces lo bebo ya que no saben hacerlo. Como allá tienen de todo y me permiten hacer lo que quiera, fue cosa de ir uniendo materias primas en su justa proporción: jugo de tomate en lata, salsa inglesa, tabasco, sal, pimienta, una ramita de apio y vodka. A decir verdad, me quedó de lo más bueno (y barato ya que no me lo cobraron). Pedí para almorzar unos tallarines con aceite de oliva, mantequilla y salvia, que no tenían en la carta pero que me encantan. Demás decirles que cinco contertulios pidieron mi pócima y otros tantos mi pasta. Y estaban felices. Con razón Manuel Vidal, el amo del lugar (y que el Pulento lo tenga en su reino) solo me permitía dejar propina. Como van las cosas, capaz que en el verano arriende mi cupo en ese boliche.

Dormía siesta en mi departamento cuando llegó Mathy. Furiosa y con los ojos rojos como si hubiese fumado esos cigarrillos que se lían.

- Ha sido el día más desagradable de mi vida, comentó. Fuimos a un restaurante italiano y mis nietos comenzaron a tirarse los ñoquis y el pan por la cabeza. Hicieron tanto desorden los malcriados que los mozos nos pidieron que abandonáramos el local.

 - ¿Y la mamá y el papá de los críos donde estaban?
- Eso fue lo peor. Se reían con las gracias de los pendex. Lo siento Exe, vengo emputecida y empelotada. No fue buena idea aceptar este almuerzo.

No soy pitoniso ni nada que se le parezca. Me hice el desentendido y no la recriminé.

- ¿Quieres un té o un café?
- Lo que necesito es un Martini a la vena, contestó lloriqueando.

No tenía vodka así que se lo hice con gin. Se tomó dos. Quedó viendo estrellitas tornasoles. Se sacó la ropa y se acostó calata en mi cama. Despertó a la mañana siguiente con un hachazo de proporciones. ¿Qué me diste?, fue lo único que dijo esa mañana. Le preparé desayuno con jugo de naranjas (de caja, obvio), té, un par de tostadas con mantequilla, dos paracetamoles y una sal de fruta.

A mediodía del lunes aun estaba tratando de equilibrar su pulso. Definitivamente Mathy no nació para suegra. Es posible que hasta el rol de abuela le quede grande. Pero se ve tan linda durmiendo con una camisa listada que le presté ya que no traía nada cuando llegó, que es imposible no quererla.

La podría invitar a comer ñoquis. ¿Qué opinan?

Exequiel Quintanilla