martes, 30 de diciembre de 2014

REVISTA LOBBY

REVISTA LOBBY
Año XXVII, edición Año Nuevo 2015

 LA NOTA DE LA SEMANA: ¡Feliz 2015!
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: El Ancla, una de las buenas caletas de Santiago
VIAJES: Los mejores destinos para los amantes de las bebidas
LOS CONDUMIOS DE DON EXE: Los pabilitos de la fotógrafa
TURISMO GASTRONÓMICO: Turquía: Donde nada parece real
CRITICAS DE LA SEMANA.

LA NOTA DE LA SEMANA

¡FELIZ 2015!

Pareciera que fue ayer cuando todos esperábamos expectantes la llegada de un nuevo siglo. Comenzaba un siglo XXI que era toda una incógnita. De eso ya han pasado quince años y aún estamos junto a ustedes para entregarles una visión de nuestra gastronomía y hotelería bastante particular. Si sumamos y restamos lo bueno y lo malo, nos quedamos con la satisfacción de ser el medio de comunicación gastronómico más longevo que existe en Chile y estos 27 años que comenzamos a escribir desde hoy nos llena de satisfacciones y de alegría.

Un caluroso saludo a todos y que el 2015 venga lleno de clientes y pasajeros. Buena salud y un buen cariño también es necesario para que todo salga como corresponde. Desde estas páginas les deseamos todo el éxito necesario para hacer de nuestra industria sin chimeneas un participante activo de la actividad nacional.

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


EL ANCLA
Una de las buenas “caletas” de Santiago.

Para muchos lectores el “ulte” es un alga desconocida o una desabrida versión fresca del cochayuyo. Sin embargo para este cronista es sabor a familia y reuniones en torno a la buena mesa costera del centro de nuestro Chile. Allí, en las costas de Pichilemu aprendí a conocer y valorar esta especie que una vez seca cambia de nombre y se llama simplemente “cochayuyo”.

Hacía años que no la comía, Mis últimos recuerdos de esta verdosa y carnosa alga me transportan a una caleta sureña, donde acompañada con cebolla y cilantro, sirvió de entrada a una sencilla cena de pescadores y “gente” del pueblo, quienes brindaban en vasos de vidrio un vino blanco indeterminado que emanaba de varias cajas de tetra.

Ese recuerdo me llevó la semana pasada a El Ancla, una verdadera caleta de productos frescos gracias a la inquietud de la familia de Claudio Bustos, otrora propietarios de una pescadería en el terminal pesquero y hoy amos y señores de tres restaurantes (La Cisterna, Providencia y Maipú) donde entregan a un amplio y transversal publico todas sus especialidades.

La carta ha ido evolucionando con el tiempo y adaptándose a sus clientes. Por eso el mozo, cuando escuchó mi pedido, no sabía qué hacer. Años que nadie le pedía una simple ensalada de ulte. “– Acá lo usamos más que nada para acompañar los cebiches mixtos”, me cuenta. Pero como tenían en existencia, se comprometió en hacer algo para satisfacer mi demanda.

Casas del Bosque Reserva sauvignon blanc (10.900) para la espera. A los cinco minutos, y con una sonrisa de esas que se llevan luego de haber cumplido la misión, mi mozo llega con un inmenso plato de ulte con cebolla blanca (de guarda) y queso de cabra picado en cuadritos y un generoso puñado de cilantro. El ulte,  aliñado en la cocina con limón y aceite de maravilla (nunca lo haga con oliva ya que matará el plato), una moderna versión de mi propio Nirvana. Rico, sencillo, sabroso, fresco y con un incomparable sabor y aroma a nuestras costas.

De fondo, y para seguir con mis recuerdos de infancia, la seducción de la merluza frita (la que llamamos pescada) era irresistible. “-Están más chicas que de costumbre”, señaló mi mozo. “Mejor”, le respondí.

Y definitivamente no sé aun qué es chico para este restaurante, ya que las dos porciones de merluza ocupaban un plato completo (4.300) y la ensalada chilena que había pedido (2.500), otro. La merluza, otro punto a favor. Si bien no es el pescado favorito de las mesas elegantes, todos nos inclinamos cuando vemos este popular pescado que forma parte de nuestro acervo culinario nacional. (Entre nosotros, causaría regocijo en la Feria de Milán que parte en mayo del 2015. Sin embargo estamos seguros que nuestra popular merluza no estará presente).

Fue un grato reencuentro con este restaurante de Providencia. Los precios se adecuaron al sector y están acorde a la calidad del producto. Al menos salí contento a pesar de que la manzana al vino tinto que pedí de postre (2.900) no estaba a la altura de lo degustado anteriormente. No todas las variedades de manzana sirven para cocinarlas. Pero ese es un detalle. Lo importante es que mantienen una cocina con productos frescos y una calidad pareja, algo muy necesario en el negocio de los restaurantes en nuestro país. Como comentó hace ya cerca de cuatro años el cronista Carlos Reyes: “la casa nueva de El Ancla es firme y digna para invitar a cualquiera. Y sorprenderlo.” (Juantonio Eymin)

El Ancla, Santa Beatriz 199, Providencia, fono: 22264 2275

VIAJES

LOS MEJORES DESTINOS
PARA LOS AMANTES DE LAS BEBIDAS

Amantes del vino, las cervezas, el vodka, ¡este artículo es para ustedes! Estos son los destinos que hay que visitar si lo que desean es probar lo mejor de lo mejor en cuanto a bebidas. (JAE)

Oktoberfest, Munich
Esta fiesta alemana dura 16 días y atrae a visitantes de todo el mundo. Camaradería germana y cervezas de excelente calidad (y mucho más fuerte de lo que podemos estar habituados, ¡cuidado!) corren como agua.

 

 
 
 
Región del vino en California, Estados Unidos

Beber y conducir no es una buena idea, por lo que mejor es conseguir un conductor Que no beba un. La ruta del vino californiana es una promesa de excelentes degustaciones. La región no es económica pero vale la pena pasar unos días y descubrir también los maravillosos paisajes naturales.

 

 
Festival de la cerveza en Estados Unidos

Este festival que se lleva a cabo en Colorado reúne a amantes de la cerveza de todo el país. Cervezas locales e importadas están disponibles durante el festival.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
Ron en Martinica

En estas pequeñas islas francesas se instalaron siete destilerías que producen ron (o rhum) en unas 20 variedades. La destilería más antigua, llamada Depaz, se encuentra funcionando desde 1651. Durante el carnaval este destino es una fiesta.

 

 
 
 
Festival del Bourbon, Kentucky

Un destino pintoresco para los amantes de las bebidas espirituosas. Algunas de las mayores destilerías del mundo, como JIm Beam, Four Roses y Heaven Hill pueden visitarse. Durante el festival este lugar parece sacado de una película del Far West. Ni hablar si se sientan en una taberna.

 

 
Vendimias en Saint-Emilion, Francia

Con 6000 bodegas y más de 4000 vinos diferentes, la región de Côtes-du-Rhone es el paraíso de los amantes de esta bebida. La producción de vino se remonta a la Edad Media. El tercer domingo de septiembre se lleva a cabo la apertura de la temporada de recolección de la fruta y se celebra con festivales y degustaciones públicas.

 

El camino del tequila en Jalisco, México

Esta región produce más del 90% del tequila del mundo. Aquí se pueden probar diversos tipos y mezclas de tequilas. Se pueden visitar las diversas destilerías pues se encuentran todas en la región.

 


Vodka Tours en Polonia

Cracovia es una de las ciudades más antiguas de Polonia. Allí se concentran las mayores destilerías del país y se puede hacer un tour visitándolas y degustando. Entre los más famosos están Zubrowka (una mezcla que lleva un palillo de pasto de bisonte) y Krupnik (una mezcla de vodka y miel).

 

 
Mendoza, Argentina

Argentina es el quinto país mayor productor mundial de vino y Mendoza es donde se concentran la mayoría de las bodegas, especialmente las famosas por su Malbec. Un excelente destino para combinar una inmensa variedad de vinos ya que la selección local es inmensa).

 

Festival del whisky SpeySide, en Escocia

Con más destilerías que ningún otro lugar en Escocia, Speyside es reconocida por producir los whiskys de una sola malta de mayor calidad: Macallan, Aberlour, The Balvenie, Cragganmore, Glen Grant, Glen Moray, Glenlivet, Glenfiddich. Este festival es una forma perfecta de empezar tu aventura escocesa. Durante un fin de semana de cuatro días en abril o mayo aprenderá todo sobre los grandes whiskys regionales. Después, vaya a  probar estas peculiares maltas en los pequeños pubs, donde supuestamente fueron inventadas, originalmente.

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


LOS PABILITOS DE LA FOTÓGRAFA

Hace unos días me percaté de algo que no le había dado importancia en mi vida pero que poco a poco se ha ido exacerbando. ¡Me descontrolan los pabilitos! A decir verdad es un fetiche que tengo metido en la cabeza y sin llegar a ser una enfermedad, cada vez que veo una lola con una polera con pabilitos, las palmas de las manos comienzan a picarme. Hay veces que llego al paroxismo cuando veo que tras una polerita con tiritas, sobresalen otras, de diferente color, haciendo una especie de composé o contrapunto a mi libido.

Lo que tiene que suceder, sucede. Y últimamente estoy culpando a mi gato chino los avatares que me suceden. Claro está que mi libreta de amigas se ha convertido este último tiempo en una página triste y desolada. Ellas los prefieren jóvenes y capaces de sortear una fiesta con música electrónica (léase bum bum, bum bum) al sonido de grandes parlantes y un par de latas de bebidas energéticas para no decaer. Yo, bien lo saben, prefiero una cena a la luz de lo que sea, bien regada y un buen vino para enamorar.

Con Mathy (en la reserva y en su eterna Iquique) y mi paquita, ya casada y con sus interminables turnos nocturnos, no encontraba qué hacer. Busqué la respuesta en el gato. Éste seguía meneando su pata izquierda de arriba hacia abajo y les juro que me sonrió. Últimamente creo más en el gato que en cualquier otra figura: mil quinientos millones de chinos no pueden estar equivocados. Pensado y hecho, me armé de valor para aventurarme por las calles nocturnas de mi querida Ñuñoa.

Me dio nostalgia cuando percibí que todas las chicas andaban acompañadas con sus parejas. Era, por así decirlo, uno de esos sábados de fin de año y de reencuentros con sus minos habituales. Visité el subterráneo de los estacionamientos de la Municipalidad, la plaza y un par de cuadras alrededor, Las Lanzas (donde aproveché de beber un Pillin – pisco con Ginger Ale-… y nada de nada. En eso estaba cuando se me aparece un ángel. Bueno, no era un ángel, era una angelita. Una fotógrafa de modas que había conocido tiempo atrás. De jeans, polera raída y zapatillas me saluda con una pasión que no entendí en principio. La polera le caía por los hombros y dejaba ver las tiritas de su sostén.

- ¡Exe, que gusto verte!
- El gusto es tuyo, para mí, un placer. ¿Qué haces en Ñuñoa querida?
- Vengo a sacar unas fotos para un especial de una revista con ropa alternativa. ¿Y tú, qué haces acá?
- Yo vivo en Ñuñork. ¿Quieres beber algo?
- Dale Exe, las modelos son más lentas que cascada de manjar, así que acepto. ¿Qué bebes?
- Pillín, una variante del chilcano peruano.
- ¡Me tinca! ¿Tú invitas? Mira que en esta profesión aparte de pagar mal, pagan tarde, mal y nunca.

Cada vez que la miraba, más me gustaba la guacha. No era problema de pechugas más o pechugas menos, eran sus pabilitos los que me tenían casi esquizofrénico. La flaca tenía hambre así que pedimos unas papas fritas con huevos estrellados mientras las modelos se cambiaban de ropa. Mientras comíamos, yo miraba sus pabilitos y llegué a la conclusión que estaba enfermo… un enfermo muy especial.

-           ¿Me acompañas a la sesión de fotos?
-           ¿Puedo?
-           Bueno… digo que eres mi asistente.
-           ¿Y qué tengo que hacer?
-           A decir verdad, nada. Pero si llevas un termo con vodka tónica, capaz que mucho.

Los pabilitos de la fotógrafa me tenían fuera de sí. Hablé con don Manuel, el amo de Las Lanzas y me prestó un termo de dos litros. Le puso hielo, una botella de vodka y rellenó con tónica. - ¿De dónde sacas minas tan ricas?, preguntó.

- Llegan de la nada, respondí ufano.

Estuvimos, bueno,  ella estuvo hasta las cinco de la madrugada sacando fotos. La plaza, la iglesia, los restaurantes, los paraderos de buses, la Muni, los edificios cercanos e incluso varias modelos tiradas como muertas en los pasos de cebra. Entre foto y foto, vaciábamos el termo con la fría pócima. Yo, eterno fetiche, sólo miraba pabilitos. Les juro que la próxima semana iré al siquiatra a preguntar si esto es una parafilia o simplemente una simple calentura. Pero definitivamente las cintitas me transportan al más allá.

Las tomas terminaron de madrugada. Todas –y todos- estábamos reventados. Mi amiga fotógrafa pregunta si puede dormir en mi departamento. –No me da el cuero para llegar a Providencia, dice.

Me recibe el gato de la suerte con su pata inmovil. Al condenado se le habían acabado las pilas. Le ofrecí a la fotógrafa la habitación de las visitas. Ella se tira en la cama y se queda dormida al instante. Le saqué sus zapatillas y la cubrí con una manta mientras miraba esos pabilitos que tanto me gustaban. Cierro la puerta (por fuera) y voy directo al gato para increparlo. Le cambio las pilas y me voy a acostar. Cierro mi puerta (por dentro) y el amanecer me pilló pensando en esas albas cintitas que me enloquecieron.

Mañana mismo voy en búsqueda de pilas de larga duración. Ojala de uranio. Para que no falle el gato cuando el goleador entra en el área chica.

¡Feliz Año Nuevo!

Exequiel Quintanilla

TURISMO


TURQUÍA
Donde nada parece ser real

No es difícil toparse con una musulmana vestida con una burka entrando a una tienda de Victoria Secret a comprar lencería del primer mundo. Ellas también disfrutan el libre mercado.

Mientras bebo una copa de vino junto a Karin von Oetinger, una de los 37 chilenos que viven en Turquía, me explica que en ese país no hay grandes bebedores ni alcohólicos, “ya que con el precio que tiene el vino, se necesita ser millonario para beberlo”, dice.

Como un contrasentido, estábamos bebiendo un aceptable sauvignon blanc sentados en mullidos sillones en uno de los más impactantes palacios de la ciudad. El Ciragan Palace Kempinski Istambul, situado a orillas del Bósforo y con una vista impresionante al sector asiático de una ciudad que vive entre dos continentes. A un lado Europa, con todo el lujo de los imperios romano y otomano y al otro Asia, donde Estambul se extiende para dar cabida a sus doce millones de habitantes. Allí, donde un día se fundó Constantinopla y actual tierra de musulmanes, el vino es quizá un lujo sólo para los turistas.

Turistas que llegan por millones: el año pasado este país recibió 30 millones de extranjeros y eso se nota en una ciudad que bulle desde el amanecer hasta altas horas de la madrugada. Yo era uno de ellos y estaba absolutamente embobado con Estambul. Karin me cuenta que es porteña y un día llegó a esta ciudad y se enamoró de un turco propietario de una agencia de turismo. Ahí armó su vida y se le ve feliz. ¡Salud por ello!, le respondo.

Hice durar bastante mi copa. Es cierto que le están poniendo empeño para mejorar la calidad de sus caldos, pero sinceramente les será difícil tecnificar su débil estructura vitivinícola. Sin embargo la curiosidad me llevó a solicitar una carta de vinos del restaurante del hotel para ver alguna referencia en los valores de los vinos. Varios botones de muestra: una copa de Veuve Clicquot Posardin Brut $ 27.200 de nuestros pesos. ¿Vino chileno? Si. Tres etiquetas y todas de San Pedro: 35 Sur Sauvignon blanc y syrah a 50 mil pesos y un carménere 1865 en la no despreciable suma de $ 115.000.

 Y acá encontramos una vergüenza lo que marginan nuestros restaurantes.

Pensé que por estar en este lugar de lujo el precio de los vinos andaba por las nubes. Así que otro día, y en otro hotel ubicado en la Plaza Taksim (el epicentro de Estambul), hice el mismo ejercicio: una copa de vino turco, cinco mil de nuestros pesos y una botella de vino del mismo origen varía entre los 25.000 y 52.000. Nuestro Miguel Torres también estaba presente con un chardonnay Gran Viña Sol a 50 mil de nuestros pesos. Pensé en un trago y me entusiasmé con un mojito, $ 10 mil de los nuestros y con una diminuta porción de ron.

La gastronomía es infinitamente más económica si se buscan lugares sencillos que los hay por montones: pescados en las orillas del Bósforo; comida turca en toda la ciudad y en carritos callejeros donde venden choclos asados, castañas, dulces turcos, unas geniales pizzas turcas con queso de cabra y los infaltables kebab. Lo internacional se puede conseguir en los sectores de alto nivel donde lo europeo es sin duda muy bienvenido.

La historia

Mi afán periodístico dejó de lado los placeres de la comida y la bebida para seguir la historia de esta ciudad sólo con agua embotellada. Todo lo imponente de Estambul se emplaza en pocas cuadras, así que fácil es conocer en una mañana monumentos históricos como el museo Santa Sofía, construido en el año 360 dC. Y que antes fue una basílica ortodoxa y luego una mezquita musulmana.

A un par de cuadras se erige la Mezquita Azul (1609), lugar de oración de los musulmanes y atracción turística de cuanto viajero pise estas tierras. Ya en el exterior, los restos del hipódromo, gigantesca construcción que albergaba a cien mil espectadores y que en la actualidad sólo se pueden observar tres grandes monumentos: el obelisco egipcio construido por el faraón Thutmose III 1549-1503 a.C; la serpiente (479 a.C) y una columna de piedra que data del siglo IV.

Pero el verdadero éxtasis se produce al conocer la cisterna Yerebatan, que es la más grande de las 60 cisternas que fueron construidas en Estambul durante la época Bizantina. Como no había agua dulce suficiente dentro de las murallas que rodeaban la ciudad, construyeron en el año 532 un gran depósito y ahí guardaban el agua traída a través del acueducto de Valente. Bajo tierra, tiene 336 columnas repartidas en 12 hileras de 28 y situadas a 4 metros de distancia en un área de 10.000 m2, tiene 8 metros de altura y aproximadamente su capacidad es de unos 80.000 m3 de agua dulce.

Los mercados

Dos grandes mercados son los favoritos de los millones de turistas que recorren Estambul en el año. El Mercado de las Especias (publicado la semana pasada en extenso) y el Gran Bazar. El rincón gourmet del Mercado de las Especias fue mi gran favorito. Todas las especias del oriente tienen su espacio en este lugar donde el regateo es parte fundamental de una compra. Si no se regatea, hasta el vendedor se molesta. Lo mismo sucede en el Gran Bazar, gigantesca construcción que alberga cerca de 4 mil locales y donde se pueden encontrar las imitaciones más grandes del mundo. Desde relojes por dos dólares (que nadie sabe cuánto durarán) hasta imitaciones de carteras de marca a precios significativamente más económicos que las originales. Cuero del bueno y del malo y vendedores que hablan español son toda una tradición en este lugar.

 

El Bósforo
Un recorrido por el Bósforo es imperdible para quien visite Estambul. Este estrecho separa Europa de Asia y en sus orillas se pueden ver fastuosos palacios, mezquitas, “yalis”, que son casas de madera de altísimo valor y otras construcciones similares. Para un mortal que viene del sur del mundo, escuchar que una de las casas de madera que está a orillas del estrecho se vendió en 80 millones de dólares, tiendo a pensar que es una broma. Pero cuando diviso los yates que usan sus propietarios entiendo que acá vive lo más granado del mundo. Con razón en Estambul abundan las mejores marcas y tiendas del orbe y están las mayores cadenas hoteleras a nivel global llena de lujos asiáticos. ¿El gato mirando la carnicería? Posible. Pero no da envidia ya que al menos se puede conocer una nueva realidad que se abre a nuestra vista.

 

CAPADOCIA
De hadas, globos y trogloditas
¿Será así la luna… o marte? Un verdadero paisaje marciano me recibe en la región de Capadocia tras una hora y minutos de vuelo desde Estambul. Un pequeño aeropuerto con una gran pista de aterrizaje para los miles de turistas que visitan esta región que se formó hace 3 millones de años con la erupción de los volcanes  Erciyes, Hasandag y Malendiz. Las cenizas, lava y barro cubrieron toda la meseta de Anatolia Central con un grosor de decenas de metros. Al enfriarse esa masa caliente, se contrajo y agrietó. Luego con la erosión provocada por la nieve, agua, aire y cambios de temperatura,  se crearon las formas más insólitas y alucinantes que se pueden ver en este mundo.

La mayoría de las rocas están agujereadas. La Capadocia es como un queso gruyère. El hombre vivió en el interior de las rocas hasta hace 50 años. Él las moldeaba a su gusto, convirtiendo su interior en cocinas, almacenes y sobre todo en famosas iglesias y monasterios.

Por estas tierras han pasado multitud de civilizaciones, hititas, frigios, bizantinos, romanos, otomanos, etc., y todos ellos, ante la falta de madera, ocuparon la roca y la trabajaron moldeando establos, monasterios, habitaciones y hasta ciudades subterráneas donde se escondían en tiempos de guerra.

Algunos aún siguen viviendo en estas casas trogloditas, utilizándolas como tiendas de recuerdos o como palomares. Realmente impresiona.

Si ver estas verdaderas esculturas desde suelo firme es impresionante, divisarlas desde las alturas es algo fantástico (180 euros por persona y sin opción a regateo). Cada día y al amanecer se eleva una centena de globos aerostáticos con el fin que los turistas se lleven las mejores imágenes en sus recuerdos y en sus cámaras. Una hora flotando en aire al vaivén de la suave brisa matutina. A pesar de que son las cinco y media de la mañana, el sol aparece en el horizonte y vuelve estas fantasmales rocas en algo vivo y hermoso. Kilómetros y kilómetros de viviendas perforadas en la roca es quizá la mejor reminiscencia de Los Picapiedra, la referencia más cercana que tengo para hacer entender al lector este místico lugar. A las seis y media de la mañana, bebíamos un raro espumoso turco para celebrar mi primer viaje en globo.

Ciudades subterráneas y pueblos perdidos

Con el advenimiento a la democracia en Turquía, las nuevas autoridades ofrecieron a los antiguos habitantes de las rocas, dignas viviendas en varios pueblitos que están a diez minutos entre uno y otro. Así aparecen Nevsehir, Avanos, Ortahisar, Ürgüp, Mustafapasa y Goreme, todos ellos convertidos en la actualidad en villas que viven del turismo.

En 1963, un habitante de Derinkuyu, en la región de Capadocia, derribando una pared de su casa-cueva, descubrió asombrado que detrás de la misma se encontraba una misteriosa habitación que nunca había visto; esta habitación le llevó a otra, y ésta a otra y a otra… Por casualidad había descubierto una ciudad subterránea, cuyo primer nivel pudo ser excavado por los hititas alrededor del año 1400 a.C. (Recientemente arqueólogos turcos encontraron una ciudad inmensa que data de hace cinco mil años)

Los arqueólogos comenzaron a estudiar esta fascinante ciudad subterránea abandonada. Consiguieron llegar a los cuarenta metros de profundidad, aunque se cree que tiene un fondo de hasta 85 metros.

La ciudad fue utilizada como refugio por miles de personas que vivían en el subsuelo para protegerse de las frecuentes invasiones en las diversas épocas de su ocupación, y también por los primeros cristianos. El interior es asombroso: las galerías subterráneas de Derinkuyu (en las que hay espacio para, al menos, 10.000 personas) podían bloquearse en tres puntos estratégicos desplazando puertas circulares de piedra. En los niveles recuperados se han localizado establos, comedores, una iglesia (de planta cruciforme de 20 por 9 metros, con un techo de más de tres metros de altura), cocinas (todavía ennegrecidas por el hollín de las hogueras que se encendían para cocinar), prensas para el vino y para el aceite, bodegas, tiendas de alimentación, una escuela, numerosas habitaciones e, incluso, un bar.

La ciudad se beneficiaba de la existencia de un río subterráneo; tenía pozos de agua y un magnífico sistema de ventilación (se han descubierto 52 pozos de ventilación) que asombra a los ingenieros de la actualidad. ¡Y todo eso 1400 años antes de Cristo!

Turquía fue una verdadera clase de historia en vivo y en directo que terminó con una copa de vino de Capadocia a horas de mi regreso a Santiago. Un viaje maravilloso y enviciante. (Juantonio Eymin)

 Viajé a Turquía gracias a una invitación de Turkish Airlines y la Embajada de Turquía en Chile con la colaboración de Turismo Universal (Chile) y la mayorista de turismo Meridian (Estambul)

Cómo llegar: Sao Paulo –Estambul en un vuelo directo y sin escalas (12 horas) vía Turkish Airlines, con tarifas desde US$ 1.050 más impuestos. En Santiago comparten códigos con TAM.  Para viajar a Capadocia, Turkish y otras líneas de bajo coste y precio.

Dónde dormir: De preferencia en hoteles cercanos a la Plaza Taksim donde se concentra la mayor cantidad de hoteles de Estambul. La plaza Taksim es un gran centro de actividad gastronómica y posee numerosas tiendas y espectáculos. En Capadocia, grandes hoteles y también limpias posadas a elección en cualquiera de los pueblitos de la región.

Dónde comer: En la infinidad de restoranes y carros que tiene la ciudad y en todos sus barrios. Desde tres dólares en adelante. El agua es potable pero se recomienda beberla embotellada. La cerveza Efes es la más solicitada y por su valor, reemplaza a los vinos y otros alcoholes.

Museos: Todos tienen un valor cercano a los 10 dólares la entrada.

Visa a Turquía: No se requiere

BUENOS PALADARES

CRÓNICAS Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA

MUJER
PILAR HURTADO
(DICIEMBRE) PIU (Vitacura 3269, fono 22207 3192): “La carta ofrece ensaladas, pizzas, pastas, pescados y carnes. Como fondos pedimos una milanesa de filete, que estaba muy buena, jugosa por dentro y crocante por fuera, además de blandita, que venía acompañada con una ensaladita de tomates cherry y rúcula, un bloque de papa frita (bonito, como una papa dorada pero rectangular) y un gel de limón que nos pareció demasiado ácido, en este caso una choreza innecesaria para una excelente milanesa. La otra opción fueron unas medialunas rellenas de calabaza con mantequilla, salvia y parmesano reggiano, donde la pasta y relleno estaban bien, pero faltó saborcillo a salvia, el resultado era un poco plano.” “En suma, en este local usan buena materia prima y se nota que hay oficio en lo que hacen, pero falta hacer algunos ajustes para que todos los comensales tengan una experiencia grata y completa.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(DICIEMBRE) PUNTO NATURAL (Vista Hermosa MZ 23, Sitio 14, Cerro Tacna, Maitencillo. Cel. 6-6761738): “Maitencillo se está transformando en un interesante polo culinario de la zona de Quintero a Papudo.” “Instalado en el cerro Tacna, frente al despegue de los parapentes -entretenido ver sus maniobras-, el chef produce una cocina de gran atractivo, a la que solo le falta meditar más y acuñar bien su mensaje. Porque este elemento de juicio, momentáneamente postergado, no se olvida. No se olvida uno de que es ser humano, no gato.” “La carta es breve y exhibe una mezcla de estilos y técnicas que no alcanza a ser "fusión" -bendita sea-. Unas mollejas, cortadas en bocados, marinadas en limón y luego flambeadas al Drambuie ($5.900) y una ensalada Austral ($6.800; diversas verduras, queso cabra, deliciosos trozos de salmón grillado, con aliño perfecto) fueron un excelente punto de partida.” “Seguimos con un atún, apenas sellado, como nos gusta, acompañado de lentejas de estilo indio ($13.800): perfecto el pescado, buen trozo, conjunto armonioso. Luego, un hermoso trozo de salmón grillado con un delicioso risotto de couscous, que al comienzo nos inspiró desconfianza, para luego rendirnos a su maestría ($12.200): el salmón, en perfecto punto, con su piel estupendamente crocante y sabrosa.”

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(DICIEMBRE) MATSURI (Hotel Grand Hyatt, Avenida Kennedy 4601, fono 22950 3051): “De entradas, tras una croqueta con carne como gentileza, llegó uno de los mejores platos probados: Tako wasabi-zu, trozos de pulpo y láminas de pepino marinados en vinagreta de wasabi ($5.500), un mix fresco y con el punzante picor de aquella raíz verde intenso. A su lado, un gyutataki, trozo de filete de res sellado, con su centro crudo, cortado en pequeños bocados que son bañados en salsa de jengibre ($7.500). Junto a la carne, una suerte de miniensalada a la chilena, con tomatitos cherry y ají verde en tiritas. Logrado.” “Dos extremos fueron los escogidos. Una sopa de intenso sabor, con toques ahumados, plena de tallarines gruesos, verduras y cortes de lomo vetado: un shabu shabu udon ($7.900). Se trata de un plato de corte más popular, que llama al sorbeteo para no quemarse, aparte de la difícil manipulación que exige una pasta casi con vida propia. Para el frío, la resaca o buscando dormir como angelito. Junto a este magno cuenco, unos pinchos de mariscos y pescado apanados -Kushi age ($9.000)-, algo poco para el precio, y con el aceite a flor de piel.”

LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(DICICMBRE) PERÚ CRIOLLO (Mall Arauco Maipú, Av. A. Vespucio 399- L.534, Maipú): “En Perú Criollo podemos olvidar el verano calcinante con una  cremolada, granizado de chicha morada (sin alcohol, $2.200). Para seguir con un tequeño picante, de camarón envuelto en masa de wantán con salsa caucau, con hierbabuena. Luego un piqueo o una papa rellena ($4.100). Por supuesto, platos que se acompañan bien con un Gran Tarapacá etiqueta blanca. Antes del cebiche de pescado con chicharrón de jibia ($7.800) o una pollada -pollo frito criollo con zarza criolla (cebolla morada picada, con limón). Cortado en láminas aparece el tradicional anticucho de corazón ($5.800) con sabroso ají panca. Y como final, crema volteada, suspiro de limeña o unos curiosos guargüeros (palabra popular en desuso para nombrar la parte superior de la tráquea, y también un postre de tubos de masa frita rellena de manjar blanco).”

martes, 23 de diciembre de 2014

REVISTA LOBBY


REVISTA LOBBY
Año XXVII, 25 de diciembre al 4 de enero, 2015

LA NOTA DE LA SEMANA: ¡Un año más!
ACTUALIDAD: Una guía apetitosa
LOS CONDUMIOS DE DON EXE: Decálogo de la resaca
TURISMO GASTRONÓMICO: El Mercado de las especias de Estambul

 

LA NOTA DE LA SEMANA


 
¡UN AÑO MÁS!

Este inicio de año no sólo celebraremos la llegada del 2015, que esperamos sean 12 meses de alegría y felicidad para todos nuestros lectores, ya que también es una fecha especial para LOBBY ya que nos aprontamos para vivir el año 27 de nuestra existencia.

Veintisiete años junto a la hotelería y gastronomía nacional no es poco. De partida, nuestro nacimiento fue gracias al gran boom que vivió nuestra hotelería en los años 90 y luego hemos conocido todos los pasos que ha dado la gastronomía en Chile y todo el proceso que nos ha llevado a tener en nuestro territorio las cocinas de todo el mundo. Tan sólo pensar que en esos años el filete mignon y las papayas al jugo eran lo máximo en lo que a gastronomía se refiere, para llegar con los años a deleitarnos con una invasión de sabores, aromas y texturas que provienen de casi todo el universo.

Para LOBBY es un orgullo y un desafío seguir entregando nuestros comentarios. Tenemos lectores que nos siguen desde que la revista se entregaba en papel y a domicilio. Con los años derivamos a la web, confiados en que es la tecnología del futuro. Nos hemos consolidado como referentes de la crítica gastronómica ya que no debemos pedirle permiso a nadie para expresar nuestras inquietudes. La independencia que nos da no depender de grandes intereses comerciales, nos ha permitido seguir con la frente en alto y confiados en que nuestro trabajo, si bien no es bien recibido por todos, es leal y sincero.

Un gran abrazo a nuestros lectores y esperamos seguir entregándoles como de costumbre nuestros comentarios. Aún quedan fuerzas para seguir adelante.

Felicidades y que tengan un maravilloso 2015

El team de Lobby

ACTUALIDAD


UNA GUIA APETITOSA

Más de 600 productos y 190 lugares seleccionados –entre éstos, datos clave de materias primas que consumen los chefs– compilados tras una profunda investigación en emporios, bodegas, tiendas y muchos rincones más de Santiago, son los ingredientes que dan vida a lo que será una joyita para los cocineros y empresarios del rubro gastronómico: Guía Dónde, compras gourmet en SCL, cuya autora es la periodista especializada Consuelo Goeppinger, y fue editada por Daniel Greve a través de su editorial gastronómica, Emporio Creativo.

Guía Dónde responde inquietudes tan esenciales –y otras más sofisticadas– para un amante de la cocina como: ¿Dónde comprar huesos para hacer caldos? ¿Dónde adquirir las mejores pastas artesanales? ¿Dónde conseguir queso de oveja artesanal? ¿Dónde comprar tofu, algas o productos exóticos? ¿Dónde encontrar los ingredientes para esa sofisticada sopa ramen? ¿Dónde obtener condimentos asiáticos y los exóticos hongos enoki? ¿Dónde? Aquí.

Guía Dónde, la primera guía citadina enfocada en los ingredientes, es el resultado de cerca de un año y medio de investigación. Catas, visitas a emporios y mercados, tiendas y bodegas, recopilación de datos –de cocineros, foodies y gente de a pie–, hicieron que el documento se presente como el único pensado en aquellos cocineros que muchas veces ven en el listado de la receta un verdadero dilema. 

La periodista y cronista gastronómica Consuelo Goeppinger, autora de la guía, agrega: "Guía Dónde recoge desde pequeñas picadas de la Vega hasta tiendas premium del sector oriente de Santiago. Aquí hay todo tipo de datos, para todo tipo de bolsillos, muchos de ellos proveedores directos de algunos de los mejores chefs y restaurantes de Santiago".

La autora, en un trabajo periodístico a la antigua, reporteó y probó cada uno de los sitios. Descartó algunos, seleccionó otros, y así llegó a este documento de 190 lugares de todo Santiago en los que podemos conseguir los ingredientes más increíbles, agrupados en trece categorías y fácilmente ubicables a través de listados alfabéticos, por comunas y tiendas, además de mapas. Los trece capítulos incluyen categorías como quesos y lácteos; frutas y verduras; pescados y mariscos; productos orgánicos; emporios y almacenes; e incluso té y café, por nombrar algunos.

Guía Dónde Está a la venta en Feria Chilena del Libro, librería Antártica, Qué Leo y en Coquinaria, a un valor de $15.990. También en www.emporiocreativo.cl

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


DECÁLOGO DE LA RESACA
La mordida de un perro se cura con la saliva del mismo perro

- ¿Vacaciones esta semana?
- Si jefe. A Mendoza.
- ¡Pero eso no puede ser!
- ¿Por?

Así comenzó el intercambio de opiniones con mi jefe cuando le avise que iría de vacaciones una semana a Mendoza. Explotador y todo, me las concedió con una condición: que escribiera sobre la resaca, esa misma que tendrán ustedes la mañana del 1 de enero del 2015, o sea, ahorita y ya.

- Yo no soy médico, protesté.
- Pero eres el indicado, replicó
- Jefe: yo puedo entregarle mis pócimas contra la resaca, pero que quede en claro que es una opinión absolutamente personal y que no es precisamente la que recetan los médicos.
- No importa Exe. Necesito tu experiencia. Mándame tus curas contra la caña y te vas tranquilo al otro lado de la cordillera. ¿Hecho?
- Esta bien jefe. Se lo mandaré. Pero con una condición. Que ponga en alguna parte del artículo que son “mis” consejos y no el de los expertos.
- Vale. Me responde como si hubiese nacido en la Madre Patria.

Resaca, caña, curda, borrachera… como quera llamársele, el 1 de enero amaneceremos destrozados. Para más encima no podremos ni dormir. Hace calor y se nota. Traspiramos más de lo costumbre y una boca pastosa nos recuerda todo lo que bebimos la noche anterior. Partimos con un inocente pisco sour, pero de ahí pasamos al campari, al vino con chirimoya, al vino blanco y del otro, el champagne de medianoche de rigor, luego el ron centroamericano para terminar bebiendo tres piscolas de bajativo y rematar con un whisky antes de acostarnos,  anclados, obvio. Con una patita en el suelo para engañar al mareo que nos dejó la ingesta del año. ¡Mañana dormiré hasta tarde! Es el último pensamiento de la noche mágica. Sin embargo y como nunca, despertamos temprano. Y todo nos molesta. El ruido, el teléfono que suena a media mañana, la aspiradora, el estómago y un insistente dolor que se aloja en la frente.

Según los facultativos (y a veces hay que creerles), la resaca es el resultado de la intoxicación del organismo provocada por la ingesta de una dosis excesiva del alcohol. El cuerpo se protege de la intoxicación y segrega enzimas que metabolizan y desechan las toxinas. Sin embargo, cuando la ingesta de alcohol es mayor a la normal, la capacidad del organismo para metabolizarlo es menor y se presentan los síntomas de la resaca.

¡Güen dar! Esta explicación matutina y sin siquiera con ganas de mirarse al espejo no sirve. Usted necesita soluciones. (Y ojo que los médicos hacen lo mismo, la única gracia es que ellos se hidratan poniéndose suero y chau pescao). No. Nosotros debemos sufrir las consecuencias. Y buscar remedios caseros para pasar la tranca del año.

¿Cómo ponerse a tono? Bien. Como la resaca en año nuevo es algo universal y una noche de excesos la llaman en Francia “geule de bois” y los anglosajones hablan de “hangover”, nuestra popular caña podemos curarla con varios condumios y bebistrajos. Para mí, sin ser un experto en la materia, mi decálogo para el Año Nuevo sería el siguiente:

 

I. Una cucharada de aceite de oliva (extra virgen, obvio) antes de salir a festejar. Que eso protege, protege. Nadie la va a decir que no se va a curar igual, pero ayuda a la autosugestión.

II. No maneje. En todo el país, los taxis y radiotaxis son bastante más baratos que una clínica, un juicio, demandas civiles (o criminales) y/o pasar la noche en una comisaría. Deje el auto en casa a no ser que tenga chofer. Pero usted… no se arriesgue.

III. No le pido que beba con moderación. Eso es un imposible. Pero, cuando regrese a casa no olvide tomarse dos paracetamoles antes de acostarse. Con agua potable eso sí, aunque piense que ese líquido transparente le puede hacer mal.

IV. No se ponga cariñoso. Deje dormir tranquilo al “regalón de la provincia”. Una cosa es lo que usted cree y la otra es lo que usted puede.

V. Si va al baño en la madrugada, medio cureña, haga pipí sentado. Así evitara mojar todas las cerámicas ya que si no le achunta al WC sano y bueno, con alcohol la cosa se pone complicada.

VI. Levántese, dúchese y no se ponga esa polera regalona llena de hoyos que tiene para sus horas de ocio. Haga como si no pasara nada. Estará medio mareado aún, pero consérvese digno. ¡Hace años que quiero comerme unos huevos a la ostra!, dígale a los suyos mientras busca en los anaqueles tabasco, limones y pimienta. No deje que nadie se los prepare. En esto, hay que ser estoico.

VII. ¡Hay que festejar el 2015 con cerveza!, es lo que se le debe ocurrir para aminorar los efectos de la caña del día anterior. La cerveza ayudará a recuperar la deshidratación producida por todo lo que bebió en su frenética noche. Los franceses del sur sanan la resaca con un vasito de pastis y los ingleses con una pócima de gin y tabasco. Acá, nosotros, lo sudacas, lo hacemos con birras… ¡Vivan las chelas!

VIII. Aperitivo. Y no hay otro: bloddy Mary. Ni se le ocurra un pisco sour. Eso lo reventará. El bloody Mary sana hasta los malos pensamientos. Por muy mal que se sienta, esta mezcla de vodka, jugo de tomates, tabasco, salsa Worcestershire (inglesa), limón, sal, apio y pimienta es para renovar votos. Hay algunos que le colocan un chorrito de brandy. Pero les aseguro que un buen bloody Mary los dejará más que contentos y con ganas de seguir la fiesta. Mal que mal, este fin se semana de Año Nuevo será largo.

IX. Almuerce algo fresco. No estamos para porotos granados el primero de enero. Un cebiche bien condimentado con su leche de tigre correspondiente. Harta ensalada de tomate, pepino (ojalá un jugo de pepinos) y cuanta verdura exista. Unas láminas de pechuga de pavo mustias del día anterior y una buena botella de un frío sauvignon blanc. No se exceda. Ya lo hizo la noche anterior.

X. Siesta. Imprescindible para partir el 2010 en buena forma. Un tutito a media tarde es de lo más aconsejable. Bien harían dos paracetamoles nuevamente. Descanse. Dispóngase a ver películas viejas en su TV o déjese llevar por esas adormiladas voces del National Geographic. Por delante vienen otros 364 días… y hay que agarrar fuerzas para Semana Santa

- ¿En qué estás, ché?
- Mandando un mail a Santiago piba. Aproveché que vos estabas durmiendo siesta para saludar a mis amigos allá.
- ¿Vos pensás que soy boluda? Me tinca que estabas escribiendo algo para la Lobby.
- ¿Y?
- Mirá. Por lo único que te salvás es porque hoy me llevarás al casino. Así que andáte a la bañera, abrés la regadera, te das una ducha, te vestís y nos vamos al casino del Hyatt.
- ¡Tai hablando como argentina Sofía!
- ¿Y que querés? Yo aprovecho los viajes para aprender el idioma. Y riendo dice: ¡Y no me rompás las pelotas Exe, ya que aún nos quedan varios días en Mendoza!

No hay caso con mi paquita. Siempre de buen humor me alegra el almanaque. Iremos al casino y aprovecharemos de bebernos unas cervezas en esos ambigúes que dan a la calle en la peatonal Sarmiento. Total, estamos de vacaciones y las merecemos.

Ya poh’, nos vemos a la vuelta. No se olvide de mis consejos… y feliz año.

Exequiel Quintanilla

TURISMO GASTRONÓMICO


 
PASIÓN TURCA

 “Si la tierra fuese un sólo Estado, Estambul sería su capital” (Napoleón Bonaparte)

Oler, palpar, charlar, reír, probar, adivinar, mirar, conocer, comer queso turco envuelto en piel de cabra, sentir el bullicio y regatear, siempre regatear, es la clave para ser feliz en esta tierra de alquimistas, brujas, amantes del té y los dulces turcos. Y de las especias, todas las especias que se pueda imaginar: pimienta de todos los colores, blanca, negra, verde, roja; azafrán, pimentón, nuez moscada, curry, canela, higos, dátiles, pistachos y un largo etcétera procedentes de todos los países productores de especias que impulsó a los grandes aventureros como Colón y Marco Polo a descubrir nuevos mundos.

Los cinco sentidos son pocos cuando uno se interna por los pasadizos del mercado de las especias en Estambul. Acá dejan mirar, catar, probar y explican uno a uno los condimentos que tienen los locatarios. Incluso convidan té de manzana para comenzar a hacer negocios. Y salir cargado de especias es su labor.  Acogedores y buenos para conversar (incluso en español), los turcos venden lo que quieren.

Estoy extasiado y embelesado. Desde que llegué a Estambul no he parado de maravillarme con esta tremenda ciudad que tiene algo de europeo y mucho de asiático. Colores y aromas por doquier y una majestuosidad sobrecogedora que nunca había sospechado. Bueno, estoy en lo que antes se llamó Bizancio y luego Constantinopla. También fue capital del Imperio Romano del Oriente y del Imperio Otomano. Cientos de años de guerras, intrigas, amores, engaños, religiosidad y mucha cultura.

Estoy en uno de los mercados favoritos de esta ciudad. El Misir Çarsısı Bazar Egipcio, más conocido como el mercado de las especias. Con una ubicación privilegiada sobre el muelle, en el extremo sur del Puente Galata, el lugar fue construido por la madre del Sultán Mehmet IV en 1663, y su nombre viene de los impuestos que se cobraban ahí de las especias procedentes de Egipto y de la ruta de la seda, que entonces formaba parte del Imperio Otomano.

A pesar de que sólo unos cuantos de sus locales aun venden especias y hierbas medicinales, los fuertes aromas se extienden más allá de sus muros de piedra que atraen al más fuerte; las intensas fragancias del azafrán, del cilantro, la canela, el pimentón, la salvia y cientos de exóticas especias del oriente dejan claro que su nombre es más que pertinente.

Sus seis puertas de arcada doble conducen a un largo edifico en forma de “L” que tiene tres enormes galerías. Cada puerta se ha bautizado con el nombre de los productos que se vendían, o se venden aún, en esa parte del mercado: Puerta de las Flores, Puerta del Mimbre, Puerta de los Pescados o Balik Çarsı —como se inscribe sobre la arcada de la puerta principal-. Una vez adentro, uno se vuelve parte de la multitud que se desplaza lentamente entre los puestos. Los gritos de los vendedores, los olores de las especias, las hierbas, las verduras frescas, el café, el té y el tabaco endulzado lo inundan todo. De pronto uno se sorprende oliendo frascos de perfumes, o decidiendo entre los distintos tipos de pimentón en polvo, al tiempo que sufro por no poder llevarme todo lo exótico y lo mundanal del Oriente a Chile. En mi mochila, sólo un par de frascos sellados con azafrán… y un par de calcetines tejidos con algodón turco.

Me tomo tiempo. Estoy perdido pero hay mucho que conocer y revisar. Sobre mi cabeza penden oscuras berenjenas, pimentones trenzados y salames con especias. Las nueces, los higos y los duraznos deshidratados se acomodan sobre bandejas de latón. Más allá, caviar iraní y ruso, lujo de sultanes. Incluso, casi me tiento con el “viagra turco”, una mezcla de hierbas afrodisíacas orientales.

Después aparecen los tés: en latas, sobres y cajas. Se puede escoger por tipo o por sabor: naranja, cereza, limón, canela o escaramujo. También hay té de manzana —en bolsitas de varios tamaños— que se prepara al cocer la pulpa deshidratada en agua. Y se pueden comprar coloridas cajitas con el jugo de manzana cristalizado. Ahí aprovecho la oferta. Si piensa que podrá volver al lugar, olvídalo. Los puestos, uno al lado de otro, marean y nunca podrá regresar donde el mismo vendedor. A no ser que viva en Estambul.

Del completo al kebab

Como reza el refrán: donde fueres haz lo que vieres, hay que hacer tripas corazón y enfrentarse a una comida con sabores y aromas diferentes. Cubrir en las mañanas el estómago con una buena dosis de yogurt para aceptar los condimentados platos turcos. Miles de puestos callejeros donde puede comer kebabs y pide (un simil a la pizza) o un sinfín de productos a precios realmente convenientes como $ 1.500 de nuestros pesos.

Si la idea es sentarse, están los Meyhane, una especie de tabernas donde se sirve alcohol y un buen lugar donde probar el Raki (servido en su forma tradicional) o cervezas acompañado de platos típicos. Los Lokanta, son bares similares aunque de mayor nivel y los Restoran, son los locales que todos conocemos, habitualmente bastante más caros

Tierra de contrastes

Asia a un lado, al otro Europa y en su frente Estambul. Resuenan los versos de Espronceda, de la Canción de El Pirata para ubicar una ciudad milenaria que ha sido la capital de tres imperios, cuna de civilizaciones, de intriga y mucha historia.

Dicen que todas las ciudades acaban por parecerse, menos una, Estambul. Bastará con perderse por  la parte trasera del Gran Bazar o penetrar por la majestuosa mezquita de Santa Sofía, para certificar que es una ciudad distinta. Todo en Estambul es contraste; desde los actuales y coquetos garitos de Beyoglu, a la derecha de Istiklal Caddesi desde la Plaza Taskim, hasta el señorial barrio de Pera, con el Pera Palas, hotel donde Agatha Christie escribió el Orient Express. Desde el constante ajetreo del puente de Gálata hasta las silenciosas calles del barrio sefardí, y desde el lujo otomano del palacio de Topkapi hasta el mundano Bazar de las Especias.

Los días se hacen cortos en Estambul y cinco son mis grandes recomendaciones para no regresar frustrado de una visita a Estambul. Aparte del Bazar de las Especias, camine junto al  puente de Gálata, viendo los numerosos puestos callejeros; viaje en Ferry por el estrecho del Bósforo, que lo dejará atónito por sus grandes palacios y mansiones; festeje una noche de juerga en las tabernas de la calle Balik Pazari; recorra y detengase el barrio bohemio. Casi es una obligación ir a Ortaköy, desde la plaza de  Iskele Meydani (plaza del muelle), donde parten decenas de callejuelas llenas de buenos restaurantes y kumpires, puestos callejeros. Y por último, para llevarse grabada la gran vista de Estambul, suba la Torre Gálata. Si cumple esos pasos, su visita a Estambul está prácticamente pagada.

Pero no crea que Estambul sea una ciudad que no goza de las garantías de una ciudad moderna. De hecho y gracias a Turkish Airlines, que en doce horas conecta Sao Paulo con el Asia Menor, duermo en un hotel boutique en un barrio donde se reúnen las más prestigiosas marcas de lujo. Le llaman el Beverly Hills de Estambul y aquí se concentran las mejores tiendas del mundo. Un lujo que tienen sólo las grandes capitales. Mal que mal Turquía recibe treinta millones de turistas al año y sus índices de comodidad son del primer mundo. Hombres y mujeres que vestidos a la última moda en el barrio europeo contrastan con los habitantes de la ciudad vieja, esa de bazares, tiendas, carteras falsificadas, alfombras y regateo.  (Juantonio Eymin)