martes, 24 de marzo de 2020

LOBBY MAG




Año XXXII, 26 de marzo al 1 de abril, 2020

LA NOTA DE LA SEMANA: Partir de cero
CONSULTORIO DEL VINO: ¿Se puede seducir con vino?
MIS APUNTES: Las mejores batallas alimenticias del mundo (II)
LOS CONDUMIOS DE DON EXE: La pelirroja


LA NOTA DE LA SEMANA





PARTIR DE CERO

No era broma ni menos un meme. La industria turística y gastronómica colapsó a nivel mundial y nosotros no podíamos quedar fuera de este desastre. Se acabó el modo y la forma de hacer las cosas, ya que desde el inicio de esta pandemia, el mundo cambió totalmente. Todos deberemos reinventarnos y partir de cero nuevamente. Las ayudas estatales que el sector recibirá en Chile son sólo un paliativo a un problema mayor. Un paracetamol apenas.

Un cambio de modelo que aún no tenemos nada de claro dónde llegará. Sabemos –en el fondo- como comenzó, pero no conocemos el final. Una catástrofe que nunca habíamos calculado. Todos somos víctimas y comprendemos que nadie está a salvo de esta calamidad. Mientras podamos, en LOBBY seguiremos semanalmente contactados, no para guiarlos en lo gastronómico, sino más bien para entregarles palabras de aliento ante tanta adversidad. Es la única forma que tenemos para seguir en contacto con ustedes. Por el momento, un abrazo –virtual, obvio-, con la esperanza que todo lo que está pasando sea solo un mal sueño.

CONSULTORIO VITIVINÍCOLA





¿SE PUEDE SEDUCIR CON VINO?

No, no se puede.

A ver: de poder se puede, pero sinceramente creo que no es definitivo. Es más, creo que nunca lo ha sido. El vino es algo que cautiva y que acompaña bien. Es un buen complemento, achispa, tiene su toque dulce; si además es espumoso, es juguetón; pero no es una panacea. No es la poción mágica que va a suplir tus carencias ni le va a poner ironía a tus chistes. Si no sabes contar chistes, no sabes contar chistes, no esperes que una botella de vino los cuente por ti.

Si vamos a pasarnos rollos (como el decadente pero siempre socorrido -y divertido-) como “voy a emborracharla con vino”, lo único que vas a hacer es perder tiempo. Emborrachar con vino necesita mucho trabajo. Si tu táctica es la embriaguez ajena, déjate de vinos, cena rápido -o ni cenes- y pasa a los Gin-tonics, mucho más efectivos y eficientes.

Y es que el vino es algo inspirador y sensual si se sabe llevar bien. Pero no el líquido en sí, sino todo lo que hay alrededor de él. Y en este caso al vino hay que utilizarlo como aliado, no como arma. Hay que escogerlo con cierta seguridad, probarlo con satisfacción, servirlo con educación y beberlo con placer. Ser seductor a través del vino, pero no seducir con vino (ya, parece una simpleza, pero piense en los matices de ambos conceptos.) O abra una botella, lo que prefiera.

Y un último detalle, nada de vino en caja -con gran respeto a las cajas y a sus vinos-. Estire un poquito las lucas, que la ocasión la merece. Además, si al final esa noche no acierta y termina solo en casa, al menos habrá disfrutado de un vinazo, que nunca está de más.


A PASTELAZO LIMPIO


LAS MEJORES BATALLAS GASTRONÓMICAS DEL MUNDO (I)

Naranjas, tomates, harina o merengue, cada ciudad tiene su favorita, pero a nosotros nos gustaron todas. Así que prepárese para disfrutar de la gastronomía internacional de una manera diferente a través de las batallas de comida más épicas del mundo. En esta edición, dos grandes guerras.




GUERRA DE MERENGUE Y CARAMELOS EN VILANOVA I LA GELTRÚ
Por lo visto, en el Mediterráneo les gusta jugar con la comida porque cada año, en Carnaval, los vecinos de Vilanova y la Geltrú se toman las calles y plazas para arrojarle merengues a todo lo que se mueva, sin piedad. Parece ser que los vilanovins no se tomaron muy bien la prohibición del Carnaval por parte de Franco y decidieron protestar cada año el jueves antes de la Cuaresma usando todo tipo de dulces como armas. Por si esto no fuera suficiente, el domingo el pueblo se convierte en un campo de batalla en que los caramelos (cuando más duros mejor) vuelan de un lado a otro.




A TOMATAZO LIMPIO
La famosa Tomatina de Buñol no podía faltar entre las mejores batallas de comida del mundo. Es la madre de todos los festivales en los que la comida adquiere un aspecto más recreativo que otra cosa y cada año recibe unos 40.000 participantes de todo el mundo. Lo que empezó en 1945 como la protesta de unos adolescentes locales por no poder participar en un desfile de gigantes y cabezudos ha derivado en una gigantesca batalla en la que a partir de las 11 de la mañana del último miércoles de agosto se arrojan 125.000 kilos de tomates y todo se tiñe de rojo.


LOS CONDUMIOS DE DON EXE




LA PELIRROJA

N de la D: En Lobby no queremos agobiarlos con el Coronavirus y todo lo que se viene. Por ello volvemos a incluir en esta entrega a nuestro irrespetuoso Don Exe, con al fin de que su encierro sea algo más agradable. Si nos brinda una sonrisa, estaremos cumpliendo con nuestro compromiso que asumimos hace más de treinta años.

Los domingos son fomes esté donde se esté. Hay un algo inexplicable en el ambiente. Tienen razón los que hablan de fomingos.

Me levanté aburrido. Leí el diario por Internerd ya que así me ahorro unos pesitos. Llamé a mi paquita con la sana intención que me invitarla a almorzar y me contó que estaba trabajando. Luego, otra amiga me mandó a la cresta. ¡Me acosté a las siete de la mañana Exe y ando con una caña que ni te cuento! ¡Llámame el jueves!

Mala cosa. Todo partía al revés.

De aburrido y lateado salí a estirar las piernas. Encaminé mis pasos hacia la plaza Ñuñoa y aparte de una viejita con una bolsa de yute que traía del almacén, no me topé con nadie más. ¿Dónde se habrían metido todos?

Feo panorama. Pero algo distrajo mi atención. En una banca de la plaza encontré sentada a una pelirroja ma-ra-vi-llo-sa. Andaba de shorts, hawaianas, una raída blusa que mostraba harta pechuga y una mochila a su lado. Me acerqué a ella y más encantado quedé. Fumaba, por lo tanto, era una buena excusa para pedirle fuego. Me detengo a su lado y mostrándole el cigarrillo, le digo.

- Perdona, pero se me quedaron los fósforos en la casa. ¿Me puedes ayudar?

Me pasa su encendedor y me dirige un par de palabras inentendibles.

- ¿Hablas español?... ¿Spanish?

Movió la cara negativamente.
- ¿French?
Igual movimiento negativo.

Saca un mapa de su mochila y me muestra su lugar de origen ¡Era holandesa! Por tanto, hablaba en neerlandés y con cueva algo de alemán.

- Kannst du Deutsch? –dice ella

Ahora el que movió la cabeza negativamente fui yo.

Ambos reímos. No teníamos por donde comenzar una amistad. Le dije con las manos que esperara y llamé a una amiga alemana para que me diera un par de datos. El calor y la calentura llamaban a una fría cerveza y posiblemente un sanguche. Pero había que saber cómo se decía en alemán. De mala gana ya que la había despertado, mi amiga me da la traducción.

Bier trinken?
Hunger haben?

La pelirroja sonríe y acepta con un gesto de aprobación. Como en Las Lanzas sé positivamente que nadie entiende ni sabe nada de alemán, preferí llevarla a la Fuente Suiza, capaz que allí sí. La guacha tenía sed y hambre y solita se mandó al buche dos fricas y una gorda, además de tres shops. Bueno, era una mochilera. Yo, un lomito con palta y dos shops.

Ocupamos varias servilletas para comunicarnos. Así supe que se llamaba Drika y que tenía 34 años. En otro dibujo que hizo me enteré que quería darse una ducha y cambiarse de trapos. Le ofrecí mi departamento y nuevamente sonrió.

- Danke, Exe. Sehr liebenswürdig!

Le pasé una toalla grande y el secador de pelo de mi paquita. Le indiqué dónde y cómo cerrar la puerta del baño y le mostré el lugar donde estaba el jabón, el shampoo y acondicionador. Ella entró al baño con su mochila, hizo un mohín y me besó la punta de la nariz, mientras siento su mano incursionar por mi bragueta.

Ni saben lo que me imaginé. Más feliz que unas pascuas me senté en el bergere a esperarla. Antes, obvio, pasé por mi dormitorio y me tomé una pastillita azul. No quería (ni podía) fallar en estas circunstancias.

Las cervezas hicieron estragos. Me quedé profundamente dormido y desperté sobresaltado. La ducha aun corría y así continuó por diez largos minutos. Golpeé la puerta del baño y no tuve respuesta. En esos momentos pensé que la gringa estaba desfallecida con tanta agua. Abro y veo la cortina corrida, la ducha funcionando y nadie en el baño. Tampoco estaba el secador de pelo y menos el shampoo, el jabón ni los perfumes de Sofía. La condenada se los había llevado. Fui al escritorio y tampoco estaba mi notebook. ¡Gringa chuchasumadre!, grité.

Llamé al conserje y me contó que “mi amiguita” había salido veinte minutos atrás. Salí tras ella y lógicamente no la encontré. Fui a la comisaría a estampar la denuncia y cuando estaba dándole los datos del computador a un carabinero de guardia, aparece Sofía, mi paquita.

- ¿Qué haces aquí, Exe?

No tuve más remedio que contarle mi aventura.

- Eres un estúpido Exe. Nunca aprenderás. Parece que lo lacho te supera. La holandesa no es tal. Vivió en Holanda, es cierto, pero es una ratera que engatusa a veteranos como tú. Menos mal que la sacaste barata. La “gringa” te metió una pastilla en la cerveza para que te durmieras mientras ella revisaba tu departamento. Suerte la tuya que no tienes tarjetas de crédito ni cheques. Es una de sus especialidades. Parece que tendré que enseñarte mucho. No sé por qué te quiero tanto, debe ser que te pareces a mi papá. ¡Arriba el ánimo, hombre! En cinco minutos termina mi turno. ¿Vamos por una cerveza a la Fuente Suiza y luego a tu departamento?

¡Qué domingo!

Exequiel Quintanilla