martes, 29 de octubre de 2019

LOBBY MAG



LOBBY MAG
Año XXXI, 31 octubre al 6 de noviembre, 2019 

No más violencia, caos y destrucción. Si seguimos este ritmo de inseguridad, las espaldas financieras de los hoteles y restaurantes no aguantarán la presión y serán miles los trabajadores que perderán sus empleos, los restaurantes sus instalaciones y los hoteles sufrirán por la falta de turistas, su razón de existir.

Por ello estas dos últimas semanas hemos dejado de lado nuestros habituales comentarios gastronómicos, que regresarán cuando nuestro país se ponga en marcha nuevamente. Somos transversales, como lo son los hoteles y restaurantes. Pero nadie puede quedar indiferente a la imagen que inicia nuestra entrega semanal. La destrucción no tiene límites y eso hace daño.

Durante este tiempo, le enviaremos semanalmente artículos más relajados y como siempre, un par de sonrisas, que son muy necesarias en estos días. (JAE)

LA NOTA DE LA SEMANA: ¿Souvenir o robo?
MIS APUNTES: Patriotismo gastronómico
EL REGRESO DE DON EXE: Las agujitas mágicas


LA NOTA DE LA SEMANA





¿SOUVENIR O ROBO?

Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador / Soy hermano de la espuma /
De las garzas de las rosas / Y del sol y del sol.

No sé la razón, pero cuando veo los noticiarios de televisión me acuerdo de la canción “Alma llanera” el clásico venezolano que se canta desde 1901. Cuando veo el desmadre de los robos y asaltos en todo el país llego a la conclusión que no tenemos alma llanera… somos de alma ratera.

¿Qué diferencia hay entre aprovecharse de las circunstancias y apropiarse de un plasma en un saqueo o de un salero en un restaurante? ¿Pocas? ¿Muchas?

Desgraciadamente tenemos en Chile el complejo (o la excusa) del souvenir. Creemos que llevarnos un tenedor, una servilleta o un salero no le hacemos daño a nadie. Las toallas de los hoteles son recuerdos imborrables de jornadas épicas vividas en ellos. El que logra llevarse una bata con logotipo es un héroe y la muestra como uno de sus trofeos favoritos. No falta en las mesas de la gente “bien” un pimentero y un salero con el logo de un restaurante de categoría. Incluso muchos conspicuos se hacen de un set de cubiertos de pescado tras varias visitas al mismo local.

La cultura del robo (o de la sustracción de especies) no es sólo nuestra. Pero, ¿de qué podemos quejarnos si un Poder Judicial con poco poder persuasivo deja en libertad a cualquier ladrón de supermercados, cuando muchos salen de los restaurantes y hoteles con pertenencias que no les son propias?

Para cualquier empresario hotelero y gastronómico, renovar especies que se han apropiado sus clientes es tanto o más caro que uno o diez plasmas. O sea, si el delito pequeño no se puede dimensionar, sigue siendo tan vil como el delito grande.

Y esa es una cultura que debemos borrar en nuestro país. Nos hemos acostumbrado a llevarnos objetos pensando que no le hace daño a nadie y sin embargo eso no es verdad. Perjudicamos las infraestructuras de los negocios y los grandes esfuerzos que ellos han realizado para ofrecernos un buen ambiente y una mesa (o una habitación) a la altura del costo de la cuenta. Pero en el costo del consumo no están incluidas las copas, los cubiertos, las servilletas -y según varios empresarios consultados-, hasta los platos.

No estamos justificando el robo y los asaltos. Pero tampoco justificamos el robo de un salero. Ambos son (y hay que ser claros en este aspecto), delitos contra la propiedad. Cuando vamos a la tienda de nuestra preferencia y nos gusta algo, regateamos y compramos un producto, pero no nos apropiamos de él porque nos gustó. Y no nos engañemos entre nosotros. Si tenemos la oportunidad de comprar algo robado a un vil precio, lo hacemos. Y eso pasa en toda la gama de clases sociales de nuestro país.

Estos últimos años hemos aprendido una lección. Nuestra sociedad permitió y fomentó la existencia de los delincuentes, anarquistas talibanes, traficantes, marginados sociales e incluso ladrones de cuello y corbata que se pasean en caros vehículos y asisten a misa todos los domingos. Eso es culpa nuestra. De los 17 millones de chilenos que no supimos que para educar hay que dar el ejemplo. Nos sentimos atraídos por el dinero ajeno y pensamos que, si surgimos gracias a él, no es delito. Cuando los de arriba y los que tienen el poder roban a manos llenas, ¿no es un ejemplo para los más desposeídos?

No es un tema fácil. Se necesitarán generaciones para terminar con este tipo de situaciones. Pero alguien tiene que decirlo y tratar de emprender esta titánica tarea. Por lo menos este escribidor piensa que es el momento de comenzar a frenar esta cultura del robo hormiga (y el grande). Si somos más honrados, capaz que sirva de ejemplo. (JAE)

MIS APUNTES





PATRIOTISMO GASTRONÓMICO

Llevamos años (y páginas) discutiendo esto de la cocina chilena. Nos gusta porque nos regresa al seno materno o a la infancia. Los miles de inmigrantes que han llegado el país durante toda su historia, también están acostumbrados a esta cocina que ocupa especias bastantes definidas. Nuestra cocina se basa en la pimienta, el comino y el orégano. Y para que guste, hay que nacer o vivir en esta tierra.

Tenemos muchas cocinas. No es una. Bien lo dijo el cronista Jaime Martínez hace mucho tiempo. Lo que se come en nuestro norte nada tiene que ver con lo del sur. ¿No puede ser chileno un risotto de locos, cuando el risotto es una preparación? Creo que estamos buscando la madre del cordero en la cueva donde viven los osos. Cada día que pasa adaptamos (y adoptamos) productos. Los huevos de caracol que nos presentó años atrás Luis Cruzat, son un producto chileno. Pero antes de que fueran vistos por nuestros ojos, el mundo entero se deleitaba con ese producto. De todas las embajadas gastronómicas que nuestro país ha realizado en el exterior ¿ha quedado algún platillo como emblemático?

Somos poco imaginativos. De los mil caldillos de congrio que se hacen en nuestros restaurantes, el 95% son relacionados a Neruda, a tal punto que cuando lo leo en una carta de algún restaurante, mi mente lo rechaza sólo por el nombre. Lo que íntimamente siento, es que queremos parecernos a los hermanos peruanos y mexicanos. Y olvidamos que ellos fueron imperios. Pero aun así la pretensión es válida. Sin embargo, no todo es de rosa en esos países. Es tal la influencia gastronómica local que cualquier turista que vaya a Lima o Ciudad de México, los primeros días estará en éxtasis probando, catando y degustando sus especialidades. Una amiga periodista estuvo el año pasado veinte días en el Perú. Cuando regresó, juró no comer por mucho tiempo comida peruana. ¡Quiero una pizza!, me decía.

Mientras tengamos en Chile espacio para todas las cocinas, nuestra propia gastronomía va a ir avanzando. No podemos imponer la cocina chilena por decreto estatal. Vivimos literalmente al fin del mundo y una de nuestras gracias es que podemos ofrecerle al turista (de los pocos que llegan ya que apenas acaparamos el 0,3% del turismo mundial) una gran gastronomía que se adapta a sus sentidos y culturas.

Creo que todo esto es un patriotismo mal entendido. En vez de exportar nuestra gastronomía, los cocineros nacionales deben conquistar primero al público que llega a sus propios negocios. El resto es música, como dicen los cada día más desprestigiados políticos. (JAE)  


EL REGRESO DE DON EXE



LAS AGUJITAS MÁGICAS

- Hice una mala fuerza.
- Hace tiempo que no haces fuerza, ni nada de nada, me responde Sofía.

Claro. Se la dejé rebotando y me contestó con toda su rabia acumulada. Pero era verdad. Llené una caja de esas de plátanos (que me conseguí con el tipo de la verdulería de la esquina) con revistas antiguas y libros de esos que venían con la revista Ercilla hace una montonera de años. Quitaban espacio en mi mini-departamento y decidí botarlos ya que, si no los leo, ¿para qué los tengo?

Cuando la caja estaba llena de desperdicios, pasó lo que tenía que pasar. Como a veces me siento con un par de años menos de los que realmente tengo, traté de levantar la pesada caja de cartón. Sólo escuche un “crack” y el lumbago me dejó agachado sin poder moverme. Como pude me arrastré hasta el citófono y llamé al conserje para que retirara la cajita, previo chantaje de una botella de vino. De ahí a la cama, chueco y malhumorado.

Eso fue sólo el principio ya que al par de horas me llama Sofía para avisarme que tenía entradas para el concierto de Iron Maiden. Entre nos… una cosa es Iron Maiden y otra es Neil Diamond (a eso se le llama diferencia generacional). Le conté mi desgracia y pensó que era una coartada para no acompañarla.

- No te creo, Exe.
- ¡Te lo juro de guata! Incluso quiero pedirte que pases por la farmacia y me compres un analgésico y ojalá potente… ¡No me puedo ni el culo!

Como poco me cree, y como dice Tomás, el apóstol, “ver para creer”, llegó a mi departamento con un antiinflamatorio y dos paracetamoles. Abrió la puerta con sus llaves y me encuentra hecho un ovillo en la cama. Me sacó los zapatos, me dio los medicamentos y hasta me hizo masajes en la zona afectada. –“Eso te pasa por menso”, fue lo más liviano que me dijo. ¡Tendré que llamar a Natsumi!

- ¿Quién es ese tal Natsumi?
- Es ella, respondió. Hace acupuntura y el dato me lo dio una amiga que estaba peor que tú.
- ¿Y cobra?
- ¿Tú crees que es del Ejército de Salvación? Ella es una mejer japonesa que trabaja en esto.
- ¿Te quedarás conmigo mientras esté Natsumi? (A decir verdad, cuando uno se siente mal es un verdadero maricón.)
- No querido. Iron Maiden no me lo pierdo. Así que dejaré mis llaves en la portería para que se las pasen. Cuando termine el concierto, te llamo.
- Gracias querida, eres un encanto.
- Para la próxima, pídele ayuda a tu conserje.

Cuando llegó Natsumi no lo podía creer. Venía con un delantalcito blanco, un maletín como los que usan los médicos y una minifalda infartante. Definitivamente Sofía pensaba que era una vieja japonesa venida a menos.

- ¿Usted ser el señol Exequiel?
- Dime Exe nomás.
- ¿Dónde dolel?

Con la mano le señalé las ancas.

- ¿Hizo mucha fuelza?
- Creo que bastante
- Así veo. ¿Se puede sacal la lopa o lo ayudo?

No soy un degenerado, pero igual le pedí ayuda. Cuando me dejó calato pidió que me pusiera de guatita en la cama mientras ella pasaba al baño a lavarse las manos. Realmente me estaba empezando a gustar esto de la japonesita.

Se puso unos guantes de látex y sacó una serie de agujas de su maletín. Con sus finos deditos comenzó a explorar mi espalda preguntando si me dolía o no. Encontró ocho puntos de dolor y me clavó unas agujas que ni sentí.

-Ahora tenemos que espelar unos veinte minutos para que hagan efecto.
- ¿Tan rápido?
- Así es nuestla medicina.
- ¿Y qué hacemos mientras?
- A decir veldad, Exe, he tenido un día agotadol. Me tomalía una celveza
- Natsumi, no tengo cerveza, pero si whisky que también es de cebada. ¿Te agradaría?
- Tú no poder paralte.
- Natsumi: en el refrigerador está el hielo y el whisky, al frente hay un mueble con vasos, servilletas y bandejas. Creo tener un paquete de castañas de cajú ahí mismo. Yo no me muevo y tú los traes.

- ¿Vas a bebel, Exe?
- ¿Te gusta beber sola, Natsumi?

No es muy agradable tomarse un trago de guata y con agujas metidas cerca del trasero, pero cada minuto me sentía mejor. No sé si tengo cara de sicólogo, pero la japonesita me contó las razones de su vida en Chile. “Me casé con un chileno”, dice. “Era mayol y exiliado. Cuando llegamos a Santiago un día tocan la puelta y hay una señora sesentona pleguntando por su esposo: o sea “su” malido y “mi” malido. Sonríe, bebe un trago y dice: ahola es mi ex – poso.”

Con delicadeza comenzó a retirar las agujas. Milagrosamente el dolor había desaparecido. Cuando termina me da dos palmaditas en las nalgas y me dice “ahola puedes vestilte”

Llamé a mi paquita al Estadio Nacional para saber cuánto duraría Iron Maiden. Me respondió que por lo menos hora y media más y que le costaría media hora más salir, ya que estaba repleto. –“Te llamo desde mi casa”, fue lo último que escuché. –“¿Es muy celosa tu mujel?” pregunta Natsumi. “Creo que a veces”, respondí. - “Pero hoy no, ya que ella piensa que eres una vieja japonesa de esas de las películas de antes de la guerra.”

Nos reímos cuando al unísono nos preguntamos cuando seria la próxima sesión de agujitas.

- ¿Te palece día por medio durante dos semanas en mi consulta?
- ¿Te parece dos tratamientos a la semana, uno en tu consulta y otro en mi departamento?
- Cleo que lo tuyo va para clónico y necesitalás agujitas durante mucho tiempo.
- ¿Atiendes por Fonasa?
- Cleo que tu sintomatología es para el Auge, quelido.
- ¿O sea?
- Si me convidas otro whisky, capaz de explicáltelo en vivo y en dilecto.

 ... Espero que disfrutes el rock, querida Sofía. Lo mío va para largo.

Exequiel Quintanilla

martes, 22 de octubre de 2019

LOBBY MAG


LOBBY MAG

Año XXXI, 24 AL 30 de octubre, 2019 

Solo la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad.

 LA NOTA DE LA SEMANA: El conejo feliz: de París a Lampa
MIS APUNTES: Secretos de Rapa Nui: entre la verdad y la leyenda
EL REGRESO DE DON EXE: De feijoadas y otras menudencias

LA NOTA DE LA SEMANA



EL CONEJO FELIZ:

De París a Lampa

Cuando la muy estilosa y chic Inés de la Fressange escribió su célebre guía La Parisienne, en la que con lujo de detalles describe hasta los más mínimos pasos de una verdadera parisina, probablemente jamás imagino que una de ellas -Fanny Gallicier- llegaría producto del azar de Paris a Lampa, a criar conejos.

Como muchos jóvenes, recorrer el mundo fue lo que Fanny se propuso hace cinco años, y claro, ¡había que llegar al fin del mundo! Entonces no imaginó que se iba a enamorar de un chileno, que se iba a casar, que tendría un hijo y dedicaría sus esfuerzos a una magnífica granja criadora de conejos que hoy provee a destacados restaurantes de tipo europeo, y a cocinas chilenas domésticas, que han adoptado este alimento por sus extraordinarias propiedades en beneficio de la salud.

Música en las orejas

Si bien es cierto que la carne de conejo es muy común en Europa, y formo parte de la cocina tradicional chilena de un pasado reciente, donde el conejo se cazaba, de pronto pasó al olvido, y tal vez la razón sea lo complicado que era el proceso para que llegara a la mesa.

Hoy, no es necesario cazarlo ni desaguarlo. Las impecables jaulas individuales, de mayor tamaño a lo exigido en la UE en las que Fanny mantiene sus conejos marcan la diferencia. Como ella cuenta, cada uno tiene su espacio separado, porque de lo contrario se pelean, constantemente están con música suave para aumentar su bienestar, no se debe hablar fuerte ni hacer ruidos molestos para no alterarlos; cada uno recibe una alimentación de acuerdo a su raza y sus necesidades, y obviamente se faenan jóvenes, en beneficio de la calidad. Ah, no todos se inclinan por las zanahorias, el conejo angora pequeño y redondo, prefiere las naranjas.

Dedicada con entusiasmo y eficiencia al campo y su criadero, sorprende que esta parisina no tenga estudios formales al respecto, pero el esfuerzo, la rigurosidad y la tecnología los suple con creces, y eso se nota en la calidad de sus productos congelados. También ha sido una sorpresa para su familia francesa, a la que le gusta venir al Conejo Feliz, donde Fanny tiene en Lampa, su pequeño reino de orejas grandes. (María Yolanda González)

Puente Nuevo s/n, parcela 13, Lampa, Santiago
Teléfono: 23225 4515 / Móvil:  98239 0819
contacto@conejofeliz.cl /www.conejofeliz.cl


MIS APUNTES



SECRETOS DE RAPA NUI

Entre la verdad y la leyenda


Hace unos años, y bebiendo unos aperitivos en el hotel Hanga Roa de Isla de Pascua (actualmente Rapa Nui), Eric Campaña (Q.E.P.D), ex presidente ejecutivo del aquel entonces Lan Chile, me contaba las peripecias que tuvieron que pasar para abrir la ruta Santiago – Pascua, allá en el año 1967.

- “No había nada de nada, recuerda. Queríamos que la isla se convirtiera en un enclave polinesio en medio del Pacífico, ya que, cuando comenzamos a operar el destino Tahiti, la Isla era necesaria para una escala técnica, pero nos encontramos con una civilización atrasada. Prácticamente un indigenismo en el más puro sentido de la palabra -con el perdón de los isleños-. Era tan grande la necesidad de la empresa para convertirla en un enclave turístico que viajé a Miami a comprar una serie de artilugios que usaban los polinesios en Tahiti. Así, collares de conchitas (no existen conchitas en la isla) y de flores, faldas de fibra vegetal, sostenes de coco y otros implementos ayudaron para vestir a los primeros niños que recibirían a los turistas. Las acomodaciones también eran paupérrimas. Llevamos carpas para los primeros viajeros…”

- “Pero faltaba algo importante. El folclore. La Isla no contaba con una identidad propia –cuentan que en año 40 llegó recién el Sau -Sau desde las islas de Samoa-, así que contratamos a Margot Loyola para que nos creara música pascuense. Fue un secreto muy bien guardado ya que pocos lo saben. Incluso, tuvimos que llevar instrumentos y enseñarles a tocar guitarra para musicalizar la idílica escenografía que necesitábamos…”

- “Lo logramos, finalizó Campaña. Convertimos Isla de Pascua en un destino exótico y único. Pocos lugares en la tierra tienen secretos escondidos y serán miles los que vengan a visitarla en el futuro. El problema es que la Isla no es sustentable por sí misma y de la misma forma que la visitamos, la vamos destruyendo. Ojalá nunca pase, pero vamos para allá.”

Han pasado 27 años de esta última conversación con Eric. Sus vaticinios se están cumpliendo. La idílica Pascua ya no es la de antes y si no le ponemos un párele a la situación quizá en un tiempo más el problema sea insostenible. La isla es tan pequeña y los recursos son tan escasos que si pronto no se logran solucionar los problemas de la basura y de la población flotante que se quedó viviendo en este paraíso (incluso fiscal), podríamos perder uno de los enclaves turísticos más interesantes del mundo. Es cierto que Rapa Nui es de todos los chilenos, pero hay que cuidarla y no aprovecharse de ella… y que los Isleños tampoco se crean los dueños de la situación.

LA LEYENDA

Cuenta la leyenda que el Ariki (rey) Hotu Matu’a habitaba en un bello continente llamado Hiva. Una noche recibió en sueños el mensaje de que su tierra se hundiría, por lo que debía buscar un lugar al que llevar a su pueblo. Por consejo de un sabio vidente, Hotu Matu’a envió a siete exploradores en dirección al sol naciente, a buscar una tierra propicia para vivir y sembrar ñame (base de su alimentación).

Después de varios días de navegación, los siete exploradores llegaron a una isla pequeña y deshabitada pero que les pareció lo suficientemente fértil para vivir. Se dice que además del ñame, los exploradores llevaron consigo un moai y un collar de madreperlas, y que esto fue abandonado cuando volvieron a su tierra Hiva, dejando sólo a uno de los exploradores en la isla.
Tiempo después Hotu Matu’a llegó a la isla en dos grandes embarcaciones acompañado de un séquito formado por su mujer, su hermana y otras 100 personas. Desde entonces la isla tomó el nombre de Te pito o te henua, que significa “ombligo del mundo”.

Esta leyenda ha dado origen a que algunos investigadores concluyan que cuando Hotu Matu’a llegó a la Isla de Pascua, ésta ya estaba habitada y que encontró además del ñame, varios moais en pie. Algunos creen que los siete exploradores representan las siete generaciones o tribus que habitaron el lugar, de las que sólo una sobrevivió y se mezcló con la gente de Hotu Matu’a.

Con mitos, tradiciones y realidades, viajar a Rapa Nui es un deleite.


EL REGRESO DE DON EXE




DE FEIJOADAS Y OTRAS MENUDENCIAS

Cuando le conté a Sofía -mi paquita- de mi amistad con Lulú, ni siquiera se sorprendió. ¡Estamos en el siglo XXI!, comentó. “A estas alturas es normal que existan chicas como Lulú e incluso hombres “como tu conserje”.

¿Carlitos gay? Sin duda los tiempos habían cambiado. No me atreví a preguntarle a Sofía si ella pertenecía a “ese club” ya que si fuese efectivo habría dado vuelta mi mundo en 180°. No podría ser –pensé- ya que ella está casada con otro paco y antes fuimos fogosos amigos con raspe. Pero -según mi paquita- ello no es impedimento para que existan lelas, gays o incluso transexuales. “Hay más de los que te puedas imaginar”, concluyó.

Todo esto mientras hacíamos el almuerzo del sábado pasado. Con dos estufas a gas y un frío de mierda recordaba esos veranos en Ñuñork en que ella cocinaba sólo con un mandil con pechera que me habían regalado en uno de mis condumios. Ahora, en cambio, estaba más abrigada que hijo único.

Cambió un poco la temperatura cuando le preparé un sour con jengibre que bebimos en copa catedral. Ella, por su parte, había aprendido una receta de feijoada que incluía cerveza negra, cachaza y jerez. En una olla tenia los porotos negros y en otra un caldo oscuro con unas costillas de chancho que estaba cocinando a fuego lento. Sofía, como haciendo un ejercicio de sanación mental, me contaba de las siete protestas que se tuvo que mamar durante la semana y de las magulladuras que le deja el uniforme de combate que utilizan. Lo que más lamenta es que luego de sacarse cresta y media en las marchas y meter preso a cuanto encapuchado encuentran con bombas molotov, al día siguiente persiguen a los mismos de la jornada anterior. “Estamos para el hueveo”, dice muy seria.

Al segundo sour se comenzó a relajar y dejó de contarme cosas de la comisaria y de su marido que está “pasándolo la raja en Puerto Cisnes”. Poco a poco el calor comenzó a traspasar su piel y se sacó su grueso sweater para quedar con una polera verde bien chic que decía en la espalda “GOPE”. – “Nunca pensé sacarme el sweater, Exe. Así que te tendrás que contentar con esta polerita institucional…”

Como el frente del mal tiempo estaba avisado, mis pertrechos eran suficientes para no salir de casa durante todo el wikén. Sofía agradeció el gesto ya que sus papás no estaban en la capital y ella no quería estar sola. Como los horarios los determina el estómago, almorzamos como a las cuatro de la tarde y entre miradas van y miradas vienen, pensé que el bajativo lo beberíamos en el dormitorio, con sabanitas nuevas de 300 hilos de origen egipcio.

Tras dos platos de feijoada (que estaba realmente maravillosa) y dos botellas de Cacique Maravilla, un vino tinto de la cepa país que elaboran en Yumbel y que está para mascarlo, decidimos hacer un alto para descansar (de tanto comer) y lavar los trastos. Como en la cocina cabe una persona, me asigné como lavador oficial de platos mientras Sofía buscaba en la radio alguna música ad hoc para nuestro evento privado. Estábamos en eso cuando golpean la puerta. ¿Tienes invitados?, pregunta. Al ver que hacia un gesto negativo con la cabeza dice: ¿abro?

Era Lulú. Menos mal que mi paquita sabía toda la historia así que las presenté y ninguna se hizo rollos. Se saludaron de beso como si se conocieran de toda la vida y se sentaron en el sillón mientras yo seguía lavando platos. Me pareció una eternidad estar en la cocina mientras ellas hablaban despacito, cosa que yo no escuchara sus comentarios. Preparé una bandeja con tres copas de Oporto y un plato con un queso gorgonzola y láminas de peras que me había llegado de regalo. Me integré a la charla y me tuve que sentar en una silla pequeña frente a ellas ya que el living es diminuto. Sofía y Lulú reían cuando hice un brindis y pregunté la razón de tantas risas.

No paraban de reírse cuando Lulú me pasa una cajita envuelta en papel de regalo. ¡Que lo abra! ¡Que lo abra! Gritaban al unísono. Bebí un sorbo de mi Oporto y me apresté a abrir ese liviano paquete que estaba en mis manos. Me puse colorado de vergüenza cuando aparece una caja de Viagra (versión genérica, obvio) a la vista y risas de Lulú y Sofía.

¿Y por qué esto?, pregunté haciéndome el de las chacras. Lulú se levanta del sillón y me pregunta ¿tuviste un tren eléctrico cuando eras chico?

- Nunca, le respondí
- Ahora lo tienes en tus manos, querido. Serás una locomotora.

Aun no se me pasaba el sorocho cuando Lulú se fue. Sofía queda mirándome y con cara inocente pregunta
- ¿Petrolero o eléctrico?
- ¿Aunque sea a vapor?

Saca de su cartera un par de esposas, me las muestra y pregunta ¿te detengo o tú me interrogas?

Estoy seguro que muchos pensarán que el Viagra es lo máximo. ¿Ustedes no creen que posiblemente fue la feijoada?

Exequiel Quintanilla



martes, 15 de octubre de 2019

LOBBY MAG


LOBBY MAG
Año XXXI, 17 al 23 de octubre, 2019 
Solo la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad.

LA NOTA DE LA SEMANA: ¿Qué hay de nuevo, viejo?
MIS APUNTES: Para entender qué es el lujo
VIVENCIAS: Locos y más locos


LA NOTA DE LA SEMANA





¿QUÉ HAY DE NUEVO, VIEJO?

Si dejamos de lado los convencionalismos que forman parte de nuestro ADN gastronómico, los animales de caza - ya sea mayor o menor-, pocas veces nos llevan a pensar que son realmente un banquete gastronómico. Los productos provenientes de la caza no son parte importante de nuestras tradiciones culinarias y las famosas “temporada de caza” que tratan de vendernos nuestros restaurantes, no lo son propiamente tal.

Sucede con el ciervo (caza mayor) que hoy es un producto de granja, al igual que el jabalí o el conejo (caza menor), objeto del tema de este comentario.

Claramente nuestro país no ha tenido hambrunas ni guerras tremendas como las sufridas en Europa. Allá y en su momento, todo lo que sirviera para alimentarse era un manjar de dioses. De allí viene la tradición del conejo como alimento, siendo uno de sus máximos representantes la paella de conejo, proveniente de la localidad de Sollana, en Valencia, receta inspiradora de las múltiples preparaciones que siguieron a continuación.

Hace unos días conseguí que Cristóbal Morales, murciano y propietario de La Bodeguilla de Cristóbal, me preparara su versión, y tras una larga conversación acerca de las tradiciones españolas y acompañados de jamón ibérico con un buen tinto, se produjo el milagro de convertir los granos de arroz bomba (para las paellas y los arroces en grandes pailas hay que comprar el arroz de grano redondo y pequeño ya que absorben maravillosamente cualquier aroma o sabor), pimentones, azafrán y presas de conejo en una paella digna de un banquete de lujo. Sabor, sazón y texturas únicas. Humedad y colores perfectos que me llevaron a pensar del porqué al rechazo de este sabroso animal en nuestras latitudes.

Recomendado por los expertos en nutrición ya que es un alimento magro, es decir, con bajo contenido en grasa, su carne contiene muy poco colesterol, posee importantes minerales como hierro, zinc y magnesio, y sus proteínas, de alto valor biológico, son necesarias en todos los periodos de la vida. Con bajo contenido de sodio y de fácil digestibilidad, la carne de conejo debería ser protagonista de cientos de recetas tan sabrosas como la paella y servir para darle un vuelco a nuestra gastronomía, bastante poco innovadora a la hora de probar nuevos productos.

En casi toda Europa el conejo es parte importante de la alimentación de sus pueblos, además de ocuparse en grandes recetas de los mejores restaurantes. Acá hay que encontrarlos con lupa. ¿Tendremos que pasar por una hambruna para saber lo rico que es guisar un conejo?


MIS APUNTES




PARA ENTENDER QUÉ ES EL LUJO

Un tema largo, pero nada de tedioso. Hay que saber lo que es el lujo para intentar llegar a un target muy específico de la población mundial. El lujo existe y Chile no está exento de ello. Hoteleros y gastrónomos deben por obligación estar atentos a este cliente diferente y complejo, ya que en la actualidad el consumidor del lujo es discreto y no alardea su condición.

El mundo y la industria del lujo siempre ha ejercido gran fascinación por una razón muy concreta: el valor del “sueño”. El lujo es aquello normal para la gente extraordinaria… y aquello extraordinario para la gente normal.

Como referencia, un ejemplo concreto: en 1950, solamente 25 millones de personas realizaban viajes internacionales, y en el imaginario colectivo están las imágenes del equipaje, constituido por varias piezas, con baúles, sombrereras, maletas de Hermès, etiquetas de hoteles glamorosos y de líneas de cruceros.

Para 2030 se estiman 1800 millones de viajeros.

Por lo tanto, asistimos a un fenómeno de popularización, que debe ser entendido como el acceso de más individuos a una serie de bienes o categorías de bienes, que antes eran lo “extraordinario” y ahora es normal. Vale preguntarse entonces… ¿Sigue siendo lujo?

Si echamos la vista atrás, en el año 2008 por primera vez se habló de crisis en la industria del lujo. ¿Crisis? Se supone que la demanda -el público objetivo que lo consume-, es inmune a la crisis… Ciertamente es así, quien entró en crisis fueron las clases medias que, en los años de bonanza económica, con liquidez fluyendo, querían su trozo de cielo; y con dinero en el bolsillo y ganas de gastarlo, algunas marcas le dieron acceso a una versión del cielo: productos de marca, con el logo, pero no lujo auténtico. Las marcas que eso hicieron, con extensiones de gama que perseguían el dinero de estas personas normales, pervirtieron su realidad, así que cuando se acabó la fiesta, este mercado se quedó sin posibilidades, lo mismo ocurrió a las marcas que habían bajado a ese terreno.

Curiosamente, las marcas de lujo que siguieron en lo suyo, centradas correctamente en su target, su público objetivo tradicional, los individuos extraordinarios, capearon perfectamente bien los años de crisis, incluso incrementando el promedio de cada venta.

Por ello, asistimos actualmente a un crecimiento a partir de las áreas geográficas donde el dinero fluye, y hay ganas de gastarlo.

¿Gastarlo en qué? Para los países nuevos en el lujo –como el nuestro-, el lujo significa símbolo de status, de éxito, de pertenencia a un grupo. Es un consumo externo, debe verse de manera que el resto perciba el éxito o pueda asociar a una persona a alguna elite.

En países más maduros en cuanto a consumo del lujo, nos encontramos con la dimensión interna del consumo para uno mismo, la discreción en el logo, casi inexistente, o imperceptible, nada más que para sus iguales lo reconozcan, y que además traduce un gusto exquisito y la condición de “connaisseur”, o sea, alguien que sabe.

Ahora, después de esta entrada para situar de alguna manera el contexto, vayamos a las preguntas:

¿En qué situación se encuentra el mercado del lujo en el mundo? ¿Y en Chile?: En realidad, existe un incipiente consumidor de lujo más selectivo que consume menos, pero con mayor calidad, con gran conocimiento sobre las tendencias globales y un cuidado hacia el medio ambiente, sobre todo por el acceso a internet e intercambio cultural.

De acuerdo con las cifras presentadas en el informe anual para la Fondazione Altagamma - que se encarga de la promoción, protección y regulación de la industria del lujo italiana y sus empresas - el mercado del lujo creció globalmente un 7%, en línea con los años anteriores, en los que se mueve entre el 5 y el 7% anual.

El consumo europeo y norteamericano se mantiene, Asia Pacifico y los rusos son la locomotora. A tener en cuenta que son turistas los que consumen lujo cuando viajan, por cuestiones de precio -impuestos locales- accesibilidad- limitación en gama y en unidades- y experiencia de marca en las tiendas matrices, pues si bien en sus países de origen también disponen de tiendas similares, nada como poder acudir a la tienda en la ciudad origen.

Cuando hablamos de lujo hablamos de un sueño, un sueño de muchos, pero solamente al alcance de unos pocos (viajar a la Antártica, por ejemplo). Y debe ser así, pues es la distancia entre el deseo de muchos y el consumo de unos pocos, crea el valor del sueño (un reloj de marca, por ejemplo).

En realidad, competencia hay mucha, como no puede ser de otra manera en un sector en crecimiento (alta relojería, ropa, perfumes, autos, hoteles, vuelos…). Existen y muchas, aunque solo sean conocidas por ese público objetivo al que se dirigen y al que irradian con sus acciones de marketing, bastante alejadas de las campañas en medios masivos.

El lujo es sueño, no se compara. Ninguna marca realmente de lujo relaciona sus productos.

Un ejemplo ilustrará perfectamente esta afirmación: Rolex no vende relojes, Rolex vende Rolex. Y aquí Rolex es un conjunto de significados esencialmente emocionales. Que el precio sea alto no hace que sea lujo, es lujo y por lo tanto como sueño, solo al alcance de unos pocos, lo normal para los extraordinarios.

Otro: Ferrari, bajo la dirección de Luca Cordero di Montezemolo, redujo su producción para limitar las ventas, al tiempo que subió sus precios. ¿Teoría económica de la creación de escasez? Para nada. Incrementó la distancia entre los muchos que sueñan y los pocos que podrán realizar el sueño. La dificultad estriba no en la propia oferta, sino en el conocimiento perfecto, profundo y detallado del mercado al que se dirige, en un entorno donde la investigación de mercados se gestiona de manera sensiblemente diferente

Cuando hablamos de lujo ¿a qué nos referimos? encontramos relojes y joyas, arte, gadgets y autos, yates, veleros, helicópteros y aviones, viviendas, clínicas médicas, residencias, gastronomía y vinos, viajes… No hay categoría de producto ni servicio ajena al lujo, convirtiendo lo extraordinario en ordinario. Un buen ejemplo son los grandes servicios hoteleros: un mundo globalizado, un mundo de 7 x 24 x 365 provocan el “lo quiero, y lo quiero aquí y ahora”. Su mercado objetivo, el cliente, busca romper las barreras de espacio y tiempo, y dispone de los medios para hacerlo, convirtiendo lo extraordinario en lo normal para esos pocos. (JAE)