martes, 4 de noviembre de 2008

DE BEBISTRAJOS Y REFACCIONES



FUENTE MARDOQUEO
MÁS QUE BÁVARO... BÁRBARO

Los comentarios iban y venían. Que en la Fuente Mardoqueo se comían los mejores lomitos de la ciudad; que eran mejores que los de la competencia; que la oferta de mostazas es la más grande del país; que sus sándwichs eran gigantescos... y suma y sigue.


Tan buenos comentarios merecían una visita a Santiago Poniente. Un barrio viejo pero con una moderna infraestructura ideal para parejas jóvenes y gente “urbana”. Barrio provinciano por así decirlo. Plazas propias, gente propia y vida propia. Una vida más sencilla y menos estresada. Quizá otra “República” dentro de un gran Santiago estresado y snob.


Calle Libertad a pasos de la plaza Yungay. Unas pequeñas puertas de vaivén que imita las de una catedral gótica me dan la bienvenida. Un pulcro y limpio interior me da la seguridad necesaria para quedarme esperando un lugar en un atiborrado local. No hay mesas. Solo barras. Y una cocina más que higiénica, con cocineras preparando lomitos o chacareros con guantes de látex, mascarillas y gorros (coquetos incluso). Tras la espera, no larga, nuestro pedido. A falta de cerveza, lo ideal para este dinámico almuerzo, bebidas en lata. Para pedir un sándwich hay que acercarse a la cocina -a la vista- y la cocinera lo prepara al momento. Un trámite algo lento pero tiene ese encanto especial de que a uno le preparen los pedidos “a la minuta”. ¿Ingredientes? Los que usted estime dentro de una larga lista de agregados. Pronto lo entregan. Y realmente es algo inimaginable.


Mi elección fue un chacarero. Con cuchillo y tenedor obvio. Laminas y láminas de carne de churrasco, tomate pelado, porotos verdes y ají verde en una verdadera torre cercana a los 20 centímetros de altura. Una torre de sabor imposible de trabajarla sin herramientas. La primera mitad, para comerlo en absoluto silencio, degustando cada ingrediente como si el mañana no fuese a existir. Tiernos porotitos verdes, tomates de los mejores que entrega la primavera (que no son los de categoría estival pero salvan la ocasión), ají verde picantito y carne laminada de buen sabor, blanda y consistente. Saciado el apetito, la segunda mitad sirvió para conversar y echarle una mirada al local. En sus paredes, ordenadísimas (pareciera que es un alemán el patrón sin embargo es tan chileno como nosotros), se ven colecciones de radios antiguas y platos. En los baños... una colección de “pelelas” aporta la calidez y originalidad a este local.


Me costó darle el bajo al chacarero. Mi pedido, que incluyó una lata de bebida llegaba a esos momentos a los cuatro mil pesos. Pero me entusiasmé con un helado de lúcuma con puré de castañas, crema y ron que tienen de postre. 1.200 pesos más y una cuenta final de $5.200. Como no existen mozos, la propina, para las cocineras y el servicio de retiro de los platos está a un costado de la caja.


¿Detalles? Dos. El café debería ser de grano y no Nescafé. Este último ya perdió protagonismo en las ligas gastronómicas de cualquier nivel. Lo segundo: la cerveza -aunque juraron tener pronto la patente- es infaltable. El resto, muy recomendable y uno de los must de Santiago Poniente. Anote y guarde esta dirección en su billetera. Algún día sentirá la necesidad de comerse un sándwich como el que le comenté... y me dará las gracias por este dato bávaro, ¿o bárbaro? (Juantonio Eymin. Fotos, Carlos Reyes)


Fuente Mardoqueo: Libertad 551, Santiago Poniente, fono 681 4211
Lunes a sábado de 10.00 a 23.00 horas