miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR

SU MAJESTAD EL SÁNDWICH

Fue el año del sanguche. Ese que siempre saca de apuros y deja el corazón (y la barriga) contenta. Como nunca crecieron las sangucherías a nivel nacional y no pocos le ponen nota de comida gourmet. A decir verdad, en muchos lugares es un plato de comida metido entre dos panes.

Y el famoso sanguche tomó portadas de diarios y revistas. A inicios de año incluso un gran libro recopiló su historia en el país. Luego, crecieron los locales y también los clientes. De todos modos reemplaza a una comida y ya hay lugares de culto para degustarlos.

Traspasa barreras económicas, ideológicas y geográficas: la Fuente Alemana es uno de los grandes referentes en la capital y le siguen de cerca otros como Dominó, la Fuente Suiza y la Fuente Mardoqueo. Pero fueron otros los que le dieron el empuje final a esta especialidad: Fresia y Ciudad Vieja, Ambos en el Barrio Bellavista y la Fuente Chilena en Apoquindo le abrieron los ojos a muchos empresarios que ya están llenando la capital y las regiones con este concepto gastronómico que ojalá no nos agote.

Lejos quedaron los Barros Jarpa y los Barros Luco. Hoy es comida entre dos láminas de pan. ¿Rica? Obvio. Quizá no tan diet para los que persiguen el peso ideal, pero se convirtió en una de las tendencias del 2010 y que el próximo año deberá llegar a su cúspide.

Platos baratos que se pueden acompañar de una buena cerveza sin que el presupuesto se altere mayormente. No crean los lectores que es un negocio fácil y que es cosa de meter algo dentro de un pan y abrazarse. Es tan difícil como cualquier restaurante de categoría. Pero lo importante es que existe una nueva tendencia gastronómica que era necesaria para comenzar a cultivar paladares en nuestro país. Y eso es lo bueno en las nuevas sangucherías que se están abriendo. Por fin salimos de las hamburguesas y el pollo con pimentón. (JAE)