LA COMIDA CALLEJERA EN SANTIAGO
Desde sopaipillas a sushi de cuneta
En cada esquina de Santiago y en las
cercanías de los mercados hay puestos de comida rápida para satisfacer
cualquier paladar. Es comida sencilla, pero de buen gusto la mayoría de las
veces, los puestos bien cuidados y limpios para que la gente se anime a
consumir. Cada pueblo tiene sus costumbres culinarias callejeras y rasgos que
los caracteriza y así se llega a conocer la idiosincrasia de los pueblos a través
de lo que se come...en la calle.
Un “nicho” desconocido por muchos es el
de la comida callejera, aunque estudios internacionales demuestran que este
tipo de alimentación mueve en Latinoamérica nada menos que 140 mil millones de
dólares al año (un mercado tremendamente atractivo y codiciado por los que
pretenden introducir los food trucks en Santiago). La comida “al paso” es
consumida por una población económicamente activa de clase baja, media y
estudiantes, o sea 170 millones de personas. A su vez los consumidores gastan
un promedio de US$15 por semana en la compra de comida en la calle. En
Argentina 67% de las personas lo hacen más de una vez a la semana y en Chile un
49% de la población utiliza la misma fórmula para alimentarse. Pero ¿cuáles son
los más singulares que encontré en mi recorrido?
BARRIO
PATRONATO
La fruta pareciera ser el gran atractivo
de los carritos de comida en este sector de la capital. Aquí mandan los mangos,
sandias, melones, cerezas, piñas y frutillas, que compiten día a día ofreciendo
un refrigerio a toda hora. Destaca entre todos un pequeño puesto móvil en la
esquina de Santa Filomena con El Manzano, donde el acero inoxidable reemplaza
al típico carrito de supermercado, con frutas de primerísima calidad a sólo $
1.500 el vaso grande. ¡Un tropical descubrimiento!
PUENTE
LOS CARROS
Si no te mata, te hace grande,
parecieran decir las decenas de vendedoras de cebiche, que a pesar de las altas
temperaturas veraniegas, ofrecen su producto a cientos de personas que pululan
por el puente Los Carros, frente al Mercado Tirso de Molina. Por escasos
$1.500, un gran pote de Aislapol de fideos cocidos con ají amarillo, papas en
rebanadas y todo ello coronado con una gran porción de cebiche (de reineta,
según ellas, pero en realidad era jibia), y rocoto a gusto del consumidor. Rico
cebiche aunque mejor el aliño. Para sentirse como en Lima.
PLAZA
ITALIA
Justo frente a la Facultad de Derecho de
la U de Chile, está establecido uno de los carritos (no tanto ya que no tiene
ruedas) más famosos de la capital. El plato fuerte es el completo, aderezado
con más de diez opciones de salsas como las de rocoto, papa a la huancaína, ají
verde o queso. Otra cosa son los incontables tipos de mayonesa: con choclo,
champiñón, aceitunas, ciboulette o ajo, por ejemplo. ¿Cuántas puede ponerle a
su completo? Todas las que le quepan en el pan será la respuesta. El completo,
más una bebida de marca nacional cuesta menos de $1.000. ¿Su gran fortaleza?
Está abierto las 24 horas del día.
FRANKLIN
Con el devenir de los años el barrio
Franklin se ha globalizado, aunque su oferta principal siguen siendo los
anticuchos a la parrilla. Carritos de todas las nacionalidades, aunque nos
sorprendimos con un solitario vendedor de hot dogs brasileños, que me ofreció
un pan de vienesa con una rara mezcla de salchichas rebanadas y cocinadas en
salsa de tomates y “especias secretas”, coronado con unas papas fritas cortadas
en daditos, que le daba la consistencia al producto. Por $ 1.000, el hot dog
más un jugo de papaya. Personalmente, recordé mis años de infancia sopeando la
salsa de tomates que hacían en casa. Vendedor itinerante, gracias a los
“municipales” lo encontré en las esquinas de San Francisco y Placer.
¿QUÉ
SE VENDE EN LA CALLE?
Al parecer no poco. En mi recorrido
encontré completos, anticuchos, pizzas, sánguches de potito (el rey de los
sánguches callejeros), cebiche, sushi, pad thai, sopaipillas, sopaipletos (como
todo lo atrayente y desconocido, el sopaipleto tiene una leyenda. La más
aceptada es la que ubica su origen en la no tan mística ciudad de Talca, donde
se llaman Wambys y son del porte de un plato grande. Lleva todo lo que un
completo italiano llevaría, incluyendo la vienesa) y papapletos (las
variaciones sobre el conjunto de pan + agregado son infinitas. Y para los
veganos, que no pueden comer nada que haya respirado, el papapleto es la opción
de comida callejera. Este primo hermano del sopaipleto tiene sus orígenes en la
ciudad de Valparaíso y la base es simple: en vez de salchicha, lleva papas
fritas). También encontré empanadas de queso, hamburguesas de soya, huevos
duros, tortillas de rescoldo, churros,
panqueques, tortas y postres peruanos, jugos naturales, frutas, mote con
huesillos y maní confitado. A todo eso se suman las bebidas, agua mineral y
café colado; dulces, helados y chocolates en general. Atrás quedó el barco
manicero. Hoy manda el carro del supermercado. (Juantonio Eymin)