EL DÍA DE LA SUEGRA
-¡No más!
Por favor Exe.
- ¡Pero
recién llevamos dos, guachi!- No me agotes, plis. ¡Me vas a matar!
- Vamos Mathy ¡tú puedes! ¿Vamos por el último?
- No puedo más, Exe. Si quieres te doy una manito, pero no soy capaz de otro.
Si piensan
que esta conversación es parte de un cuento erótico, están errados. Lo que pasa
es que el sábado pasado nos fuimos a Isidora Goyenechea y nos entusiasmamos en
el Dominó, ese local pelolai que vende hot dogs. Allí nos zampamos cinco
diferentes y otras tantas cervezas entre los dos. Teníamos hambre y quedamos
K.O. tras la experiencia. Me acompañó ya que el domingo no la vería. Alguien
por ahí inventó el Día de la Suegra y uno de sus yernos la invitó a almorzar.
- ¿Dónde te
llevarán?
- Ni idea.
Pero con lo desprendido que es mi yerno capaz que me lleve a comer wantanes y
un chapsui de pollo. Pero no me quejo. ¡Es buen padre el marido de mi hija!
Golpeé tres
veces la mesa de madera con los nudillos de la mano ya que no tenía suegra. Una
suerte de los diablos, pensé, aunque creo que el diablo no debe estar tan feliz
con la mía allá en los siete infiernos. Un día pasó por mi cabeza que me
encontraría con mi suegra cuando me fuese de este mundo y la idea no me gustó
para nada. La vida eterna no es fácil ¿no?
- Exe, tú
que conoces todo. ¿Me podrías dar algunas alternativas para el almuerzo de
mañana? Siempre y cuando mi yerno me pregunte dónde me gustaría almorzar.
- ¡Vayan a
Las Lanzas!, ahí por tres lucas te comerás un chupe de guatitas de miedo.
- No seas
ordinario Exe. Esa no es la idea.- ¿Cajita feliz en McDonalds?
Parece que
no le gustó mi aporte ya que se amurró. Volvimos en silencio a su departamento
y se encerró en su cuarto. Yo prendí la tele del living y dormí una tremenda
siesta. No hay nada que me haga dormir mejor que los programas de los sábados.
Y ya ni siquiera hay mineros. Por ultimo con ellos me entretenía más que con
Yingo.
Cuando salió
de su habitación estaba más amena. Se le había quitado el enojo y pareciera que
comprendió que lo mío eran solamente celos. –Qué pasaría si mañana no voy a
ninguna parte y me quedo contigo- preguntó.
- De ninguna
manera –contesté-, es TU familia y te debes a ella aunque no te guste. Además
nosotros tenemos toda una vida por delante, siempre y cuando no se les ocurra a
los publicistas hacer días de la tía, del sobrino, de los nietos, del abuelo,
de la nana y de la gran puta.
- Suerte la
tuya que no tienes suegra- La tuve, cariño. La tuve.
…
Mi domingo fue tranquilo. Partí a Las Lanzas y le enseñé al barman a hacer Bloody Mary, un trago que me encanta pero que pocas veces lo bebo ya que no saben hacerlo. Como allá tienen de todo y me permiten hacer lo que quiera, fue cosa de ir uniendo materias primas en su justa proporción: jugo de tomate en lata, salsa inglesa, tabasco, sal, pimienta, una ramita de apio y vodka. A decir verdad me quedó de lo más bueno (y barato ya que no me lo cobraron). Pedí para almorzar unos tallarines con aceite de oliva, mantequilla y salvia que no tenían en la carta pero que me encantan. Demás decirles que cinco contertulios pidieron mi pócima y otros tantos mi pasta. Y estaban felices. Con razón Manuel Vidal, el amo del lugar sólo me permite dejar propina. Como van las cosas, capaz que en el verano arriende mi cupo en ese boliche.
Dormía
siesta en mi departamento cuando llegó Mathy. Furiosa y con los ojos rojos como
si hubiese fumado esos cigarrillos que se lían.
- Ha sido el día más desagradable de mi vida, comentó. Fuimos a un restaurante italiano y mis nietos comenzaron a tirarse los ñoquis y el pan por la cabeza. Hicieron tanto desorden los malcriados que los mozos nos pidieron que abandonáramos el local.
- ¿Y la mamá y el papá de los críos donde estaban?
- Eso fue lo peor. Se reían con las gracias de los pendex. Lo siento Exe, vengo emputecida y empelotada. No fue buena idea aceptar este almuerzo.
- ¿Quieres
un té o un café?
- Lo que
quiero es un Martini a la vena, contestó lloriqueando.
No tenía
vodka así que se lo hice con gin. Se tomó dos. Quedó viendo estrellitas
tornasoles. Se sacó la ropa y se acostó calata en mi cama. Despertó a la mañana
siguiente con un hachazo de proporciones. ¿Qué me diste?, fue lo único que dijo
esa mañana. Le preparé desayuno con jugo de naranjas (de caja, obvio), té, un
par de tostadas con mantequilla, dos paracetamoles y una sal de fruta.
Cuando
escribo esta crónica aún está tratando de equilibrar su pulso. Definitivamente
Mathy no nació para suegra. Es posible que hasta el rol de abuela le quede
grande. Pero se ve tan linda durmiendo con una camisa listada que le presté ya
que no traía nada cuando llegó, que es imposible no quererla.
La podría invitar
a comer ñoquis esta noche. ¿Qué opinan?
Exequiel Quintanilla