martes, 8 de diciembre de 2015

MIS APUNTES


TERRANÉE
¿El huevo o la gallina?

Podrá ser discutible o no. Pero tal cual como están las cosas, el comedor icono del hotel Intercontinental, luego de haber pasado por varias experiencias, aún no logra un equilibrio perfecto. Si nos remontamos a la historia, el lugar comenzó siendo una parte de la cadena italiana BICE, donde se dieron a conocer dos chefs de categoría como lo son Walter Monticelli y Gionata Nardone. Luego se transformó en el 2920 Grill, una especie de steakhouse sin mayores méritos como para formar parte del circuito gastronómico de la capital. Luego vinieron las ampliaciones del hotel y ya convertido en uno de los más grandes del país, hace un par de meses abrieron el restaurante Terranée, con un manoseado concepto “mediterráneo” y una carta de vinos que sin duda es de las buenas de la capital.

La gracia de escribir estas crónicas en un portal dedicado a la gastronomía es precisamente entregar al lector el lado gastronómico de los restaurantes sin importar mayoritariamente la armonía entre el vino y la cocina. Generalmente los maridajes se buscan en base a la receta del plato y pocas veces se puede observar –salvo en catas especializadas de vino- platos elaborados para buscar la mejor armonía con el vino. En el eterno problema del huevo y la gallina, los expertos en gastronomía preferimos la receta y luego el vino que le haga “collera”. Así ha sido siempre y posiblemente seguirá siéndolo.

La idea del Terranée es que el comensal sea sometido a una potente experiencia de “cocina y cava”, en la que cada plato vaya acompañado con el vino más adecuado. Para ello, Elkin Salazar, director de Alimentos y Bebidas del hotel y sommelier colombiano, ha ideado presentar los vinos en once categorías, según sean de cuerpo ligero, medio y completo, y en relación a otras de sus características.

En la carta gastronómica, y de manera muy gráfica, se señalan los vinos que mejor van con los platos, dándose casos en que una preparación pueda ser armonizada con vinos incluidos en tres, cuatro o cinco categorías diferentes. Recién ahí uno escoge el producto en particular (de tal viña, línea, cepa, cosecha y valle) y el que más se ajusta a su gusto y a su presupuesto.

Difícil tarea para Felipe Farías, chef del hotel desde el año 2010. Nada de fácil ya que tras su paso por grandes restaurantes –como el Ópera-, amalgamar y tener la libertad de crear es complicado. Aun así, ha logrado armar una carta con 43 platos –entre entradas, fondos y postres- que no dejan de llamar la atención.

Independiente de la espectacularidad escénica de cada uno de los platos que tuve la ocasión de degustar la semana pasada, las recetas son absolutamente conocidas. No hay nada nuevo en un carpaccio de pulpo ni en un cebiche de salmón – camarón. Los fondos son delicados y sabrosos sin ser novedosos. De la carta resultó memorable la carne envuelta en “merengue de sal en perfume de limón, pimienta negra y romero” ($14.800). Se presenta como una nube de merengue, que sólo sirve de envoltura para un filete de res que apenas absorbe la cantidad necesaria de sal en su cocción. Lindo plato y presentación que desgraciadamente no logra buen final debido a lo magro del filete y el escaso aporte de grasa, la verdadera fuente del sabor.

Pese a los esfuerzos del chef para cambiarle la cara a este restaurante hotelero, en esta ocasión la carta de vinos (con cerca de 500 etiquetas) es la estrella del lugar y la gastronomía pierde protagonismo. Si fuese una enoteca, con gusto asumo que los vinos sean los que den la cara. Pero el Terranée es un restaurante. ¿Cómo corregir este pequeño pero gran detalle?

Terranée: Hotel InterContinental,  Av. Vitacura 2885, Las Condes / 2 2394 2000