NORMANDIE
El regreso de un
clásico
Hace catorce
años (bastante tiempo para esto de la gastronomía), Pierre Brossard, un francés
avecindado en el país y Jorge Cordero, su amigo y socio durante muchos años,
decidieron abrir la primera brasserie de Santiago. A manera de tributo y
nostalgia, la bautizaron en honor al más grande transatlántico francés de la
década de los ‘30 -el Normandie- y mandaron a diseñar los muebles replicando el
clásico mobiliario parisino de la época, decorándolo con fotos, afiches y
reproducciones que trajeron especialmente de Francia. Con ello, lograron
ambientar el lugar tal cual se estila en el país europeo. Para cerrar con
broche de oro su propuesta culinaria, contrataron a un chef francés, quien
diseñó la carta que nuevamente sus parroquianos pueden saborear en un lugar con
un toque bohemio y relajado. Sin embargo, hace un tiempo y tras el alejamiento
del chef francés, su cocina decayó notablemente y comenzó una lenta pero
sostenida pérdida de clientes, convirtiendo este bastión francés de Providencia
en un lugar con poco atractivo.
Menos mal
que sus propietarios se percataron de los problemas y decidieron volver a poner
en su sitial al viejo Normandie, ya que como toda institución merece una
segunda oportunidad. Una muy bien aprovechada que disfrutamos hace un par de
semanas.
Todo está
igual que siempre, pero hay un notorio y feliz cambio en la cocina. No existen
los manteles pero sí enormes individuales de papel kraft que cubren la mesa
completa. Pan fresco y caliente, paté de la casa, mantequilla y una buena
mostaza francesa para comenzar a picotear. Tortilla a la española para iniciar
($4.800), acompañada de un fresco sauvignon blanc William Cole Mirador ($9.900,
una ganga); una tortilla a punto, con un jugoso interior y elaborada con
huevos, papas, cebollas y chorizo. Si bien se aleja de la ortodoxia española de
normas de elaboración de una tortilla, acá quedamos felices con los agregados
de cebolla, chorizo y pimentón.
Cuando le
dimos el bajo a la tortilla, el Normandie ya estaba repleto de un heterogéneo
público. Jóvenes y no tanto compartiendo platos y tragos en un ambiente casi
europeo, donde no faltan (ni sobran) artistas, cineastas, escritores y toda una
gama de intelectuales que ven en el Normandie un lugar que les es propio.
Nosotros
seguimos con nuestra propia tounée. Si la tortilla fue para compartir, los
choritos al vapor y vino blanco (servido en unas enormes olletas de fierro),
acompañado de papas fritas cortadas a mano ($9.000 la porción para dos),
también los compartimos. ¡Todo un éxito! Incluso la atención de calentar la
olla de fierro para libar esa gran mezcla de vino blanco con el jugo de los
choritos.
La carta es
para ilusionarse y de precios bastante moderados. Crêpes, Conejo a la mostaza
($7.500); Boeuf Bourguignon ($7.200) y así sucesivamente. Hay ensaladas para
las que cuidan la figura, como la Salade Parisienne ($5.300) que incluye
lechuga, champiñones, espinaca, pepinillos, roast-beef, huevo, queso parmesano,
crutones y salsa a la mostaza, además de la clásica sopa de cebollas gratinada
($4.200), con crutones y queso.
Un lugar
ameno que llama a la charla. A conversar una botella de vino sin preocuparse de
la hora. Lugar para atreverse a comer unos escandinavos roll mops (pejerreyes
macerados en vinagre y especias, ($6.700) o sencillamente compartir una
tortilla a la española. Más de un famoso llega de noche a sentarse en una de
sus mesas. Y se sienten cómodos, ya que nadie los molesta. Créame… posiblemente
este sea un lugar para enamorar o enamorarse.
Un promedio
de 17 mil pesos por persona con vino incluido es casi una extravagancia en un
Santiago donde generalmente una botella de vino tiene ese valor. Si resumimos,
un best value que es imprescindible recomendar.
Normandie: Av.
Providencia 1234 / 222 363 011