martes, 26 de junio de 2018

MIS APUNTES


 
SOTTOVOCE
Uno de los restaurantes italianos más famosos de Buenos Aires,
 abre sus puertas en Santiago.
 
Debe ser la apertura más ignorada por la prensa en estos últimos años. Pocos sabían de este nuevo emprendimiento ligado a la familia argentina Waismann y el grupo chileno Arte Culinaria, para abrir en Casa Costanera el segundo de una larga lista de restaurantes que tienen en carpeta. La idea, según Gabriel Veiga, gerente de esta iniciativa, es que Sottovoce sea un lugar tranquilo, donde su clientela se sienta verdaderamente protegida y que acá se viene a comer y no a farandulear.

Lo primero que llama la atención es la comodidad y calidez del lugar. Manteles y servilletas blancas con garzones vestidos de negro y blanco con humitas y albos delantales y mesas lo suficientemente apartadas para una reunión de negocios. Una elegante y tranquila decoración a cargo de Sergio Echeverría y el diseñador argentino Pablo Chiappori, le dieron al lugar una impronta clásica bonaerense. La especialidad es italiana y vaya que lo están logrando, ya que a dos semanas de su apertura, el  lugar se repleta sólo con reservas, algo que no veía hace tiempo en esta capital.

Guiados por el espíritu mediterráneo, la propuesta es que los comensales disfruten de los sabores cotidianos y representativos de diversas zonas de Italia, como pastas caseras elaboradas en casa, diversas ensaladas mediterráneas,  y pescado fresco entre otras preparaciones, además de postres y helados también preparados artesanalmente. Cuidando al máximo cada detalle, decidieron traer al país al chef argentino Gastón Caretti, ex jefe de cocina de La Bourgnone, con el fin de  expresar lo mejor de la cocina italiana de Buenos Aires en este agradable espacio en Casa Costanera.

Impresiona, por así decirlo. Los viudos del Da Carla y la nueva clientela disfrutarán el lugar. Sin lograr aun –debido a su reciente puesta en marcha- un servicio ajustado a los requerimientos de los clientes, el Sottovoce da la sensación de calidad apenas se traspasan las puertas del lugar. Un frío mediodía y un cálido interior esperaban mi visita. De la carta, amplia, con antipasto, primo, secondo y dolce, es difícil escoger. Para probar la mano (y la materia prima) escogí un carpaccio de salmón (9.800) de buena factura. A pesar de que en Chile somos productores de salmón, poco sabemos de calidades, pero este plato, con la grasa justa y necesaria y sin bordes oscuros (síntoma de golpes o hematomas del pescado), llegó en su mejor versión.  

De fondo, el Rissoto del día (14.800), sabroso pero tibio (un detalle a solucionar ya que la cocina está lejos y si no se calienta la vajilla se producen estos problemas), me dio a entender que por el momento –y ojala lo solucionen- el arroz va en desmedro de la pasta, ya que también probé unos deliciosos tagliatelli al frutto di mare, que estaban demasiado buenos. En los postres, genial el helado de dulce de leche además de una generosa oferta de repostería de factura peninsular.

Vino en copas, ya que fui el mismo día que salió la patente de alcoholes, aunque me sorprendió ver algunas latas de Coca Cola en las mesas. Al menos en Chile y en los buenos comedores, no se ven latas de bebidas acompañando platos que en promedio bordean los diez mil pesos. No es la gaseosa en sí lo que molesta, sino que las latas son más de picnic que de restaurantes de mantel. Hemos tenido varios comedores argentinos en nuestra capital y errores poco significativos como las latas de gaseosas o aceites de oliva de dudosa procedencia han provocado su retiro del circuito gastronómico de nuestra capital. Ojalá no pase con Sottovoce ya que no sólo la puesta en escena es genial, sino también una gastronomía que nos hace recordar a inolvidables que ya no existen, como el Da Carla y La Dolce Vita, que si bien pocos conocieron, su comida era incomparable.

Si se ajustan las tuercas necesarias, tendremos Sottovoce por mucho tiempo en nuestra ciudad. (JAE)

Sottovoce /Av. Nueva Costanera 3900, Vitacura / Casa Costanera, piso 2 / 22486 2091