martes, 19 de febrero de 2019

MIS APUNTES


 
ÁUREA

Cada cierto tiempo aparece en escena un restaurante que sobresale rápidamente. Uno de ellos, el Áurea, con pocos meses abierto, merece una larga vida.
Todos sabemos que un gran porcentaje de restaurantes que se abren en la capital, terminan sucumbiendo más que nada por el grave problema de “no saber leer” lo que sucede con el negocio gastronómico en nuestro país. A pesar de ello, este último tiempo hemos visto que las aperturas se han multiplicado y desgraciadamente, el público consumidor sigue siendo el mismo.

A pesar del negativismo de nuestra introducción, tema bastante conocido por todos, hay aperturas que bien valen destacar. De ellas, el Áurea, una casona del barrio Bellavista que fue completamente remodelada para albergar un restaurante hecho y derecho. Impresiona su decoración interior, en base a papeles murales y muros intervenidos, además de una gran terraza interior, de todo gusto y tremendamente cómoda. La idea es de los cocineros Ismael Lastra y Tomás Saldivia, quienes luego de un par de estadías fuera del país –entre pelando papas y cocinando- obtuvieron la experiencia necesaria para abrir su propio comedor, donde manda el sabor local, pero con mucha identidad personal.

Sabor local no es sinónimo de comida chilena. Acá se han dado maña para conquistar estómagos golosos en base a una cocina donde el producto es el principal protagonista. Ayuda a este propósito una cocina tecnificada de última generación y el aporte humano de los cocineros, que aportan las pizcas necesarias para entregar autenticidad en sus preparaciones.


La terraza es –posiblemente- el mejor espacio para estos meses. Allí llegué un caluroso mediodía, con la finalidad de conocer una propuesta que prometía felicidad. Una barra bien montada y una carta de vinos que está en proceso de cambios, recibe a sus múltiples clientes. Para partir, un Pil pil de camarones y cocochas (11.900) salteadas en ajo, oliva, vino blanco y la acertada nota picante del ají cacho de cabra. También, frescas ostras ($ 12.800) con aderezos variados (incluso con chocolate) y sabrosas croquetas ($ 8.900) con charqui y queso Huentelauquén (se nota el origen y calidad del queso) aparte de una tabla de jamones y quesos ($ 14.900), ideales para compartir un cóctel.   

Luego, a la hora de los fondos, llamó mi atención el Congrio Áurea ($12.900), un maravilloso trozo grillado y acompañado con risotto de mariscos, berberechos, verduras escalibadas y huevo de codorniz. Tan, tan bueno que si algún día regreso, no dudaría en pedirlo nuevamente. De las carnes –y novedoso en la carta- un tierno Conejo al coñac ($12.900) acompañado de quinoto mixto, tocino crocante, salvia y avellana chilena tostada. ¡La perdición!

Rica y sabrosa cocina que no llega ahí, ya que la repostería también entrega muchas satisfacciones, como el Mote con huesillo bajo las nubes ($5.500), un cremoso de huesillo con mote suflado, salsa de huesillo y helado de canela. Todo escondido bajo una nube de caramelo que se disuelve con el jugo de este durazno deshidratado, ¡un must!

Si resumimos, en el Aurea encontraremos una cocina de autor muy bien elaborada y ejecutada. Buen servicio y ambiente. Una carta amplia con tintes mediterráneos y de gran calidad. Un gran aporte a la ciudad y un tremendo dato para estos largos días de verano. (JAE)

Áurea: Antonia López de Bello 191 (casi esq. Loreto), Recoleta / 23290 5124