miércoles, 10 de diciembre de 2008

DE BEBISTRAJOS Y REFACCIONES

CIENFUEGOS
Un mix entretenido

Benjamín Cienfuegos es uno de los tantos chefs nacionales que estudiaron en el extranjero y regresaron a su país a poner en práctica sus conocimientos. El estudió en la escuela de cocina Hofmann y en Espai Sucre, la mejor academia de repostería de la península Ibérica. A su regreso decidió junto a su mujer María Cecilia Cavalieri instalar un restaurante y reunió esfuerzos para remodelar completamente una vieja casona de la calle Constitución, en Bellavista, para convertirla en bar y restaurante –separados- que este año ha sido la sensación del barrio por su calidad, distinción y prestigio que ha logrado en tan poco tiempo.

Atrevido, fue el primero que acertó al incluir aceite de trufas a un postre que llenó páginas y páginas de la prensa especializada este último invierno. Más allá de sus osadías, sigue estudiando para entregar a sus comensales variaciones importantes de platos con el único fin de que sean gustadores y reconocidos. Se nueva carta de verano se mueve entre lo chileno y lo europeo, siempre bajo su rigurosa mirada y la de su sous chef, el catalán Jesús Basterra en una de las cocinas más implementadas del país. Difícilmente se podría encontrar un restaurante con una cocina similar, envidia de muchos cocineros que como él, llegaron de regreso a Chile a hacer un aporte a nuestra antigua triste y pobre gastronomía.

Inolvidable, no. INOLVIDABLE, así, con mayúsculas es su merluza austral acompañada de un “fricasé” de habas y salsa de ternera. Y hablo del fricasé chileno, ya que el concepto –francés- no tiene nada que ver con nuestra popular receta. Un plato como para “chuparse los dedos” por tanto sabor y recuerdos que nos deja.

Pero hay más: Benjamín y Jesús unieron jaibas y peras, las envolvieron en unos ravioles y las ofrecen con un caldo corto e intenso de camarones y “caviar” de tinta de calamar. Una acertada combinación de sabores que, ocupando nuevas técnicas de cocina, convierte la sencillez en prolijidad. Más allá, unas mollejas, una de las delicias que aun tenemos el privilegio de comer en nuestro país, acompañadas de una variación de setas y aceite de trufas, que le da ese sabor intenso, caro y gustoso a nuestros populares champiñones.

La chuchoca, vilipendiado subproducto del maíz, acá se vuelve estrella cuando se sirve junto aun pebre de acompañamiento a un carré de cordero cocinado a fuego lento. ¿Cocina chilena?... Ojalá algún día podamos entenderla así, ya que en el Cienfuegos continúan experimentando con el producto nacional pero adaptándolo a la alta cocina, a esa que sin miedo hoy entregan los nuevos chefs nacionales.

A la hora del postre, el dulce final de una gran cena, un strudel con una sopa de ciruelas y helado de manzana cocida, recorro mentalmente lo probado esa noche y me felicito por haber estado por segunda vez en este bonito restaurante. Es distinto, entretenido, moderno y gustador. Y para los que aun no lo conocen, es una buena oportunidad, con estacionamiento privado a disposición, para visitarlo este verano. No saldrá ni defraudado ni contrariado. Al contrario, sería como un regalo propio. Ese que siempre quiso tener y ahora puede darse la oportunidad. (Juantonio Eymin)

Cienfuegos, Bar y Restaurante: Constitución 67, Barrio Bellavista, fono 248 9080