miércoles, 14 de enero de 2009

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR




JUNTA NACIONAL
Añoranzas de juventud

Cuando este escribidor estudiaba –décadas atrás- en Valparaíso y vivía en Viña del Mar, tenía cerca de la pensión que vivía un pequeño bar que estaba ubicado en la intersección de las calles Von Schroeders y Valparaíso. Se llamaba Café Cerrito y una de sus particularidades era que estaba abierto toda la noche y que entre sus especialidades estaban los sándwiches de mechada, los consomés de amanecida y la famosa “malta con huevo”, una delicia para nuestras trasnochadas o amanecidas juveniles.

Me acordé del “Cerrito” cuando hace unos días llegue al “Junta Nacional”, un restobar ubicado en las cercanías de la Plaza Italia santiaguina. El lugar, pequeño, intimo y repleto de feligreses me transportó a esos pequeños comederos porteños de mi juventud. Sentí el deseo de pedir una malta con huevo pero me retracté ya que sentado en la barra miraba al barman trabajar con una larga gama de licores importados y por su juventud pensé que era inadecuado un pedido de esa naturaleza.

El Junta Nacional es uno de esos lugares en que se respira nostalgia y los recuerdos llegan solos. Es pequeño y en su comedor abundan viejas sillas (no de estilo). Lámparas de lágrimas que apenas iluminan son parte de un paisaje “retro”, que gusta y entretiene. Un par de mesas en la vereda son las primeras que se ocupan. La barra, con sólo seis lugares es ideal para compartir una copa y comer algo al paso. Eché de menos un barman más interactivo con su público ya que mal que mal el Junta Nacional es un bar. Y en un bar, un bartender conversador es más que necesario.

La carta, escueta pero entretenida, se baraja entre sándwiches, cosas para picar y platos de inspiración burguesa chilena. Mechada y entrañas como símbolos para sándwiches o al plato. Por allá, gambas, camarones y chupes conquistan a los clientes que se ayudan con un buen surtido wine dispenser abastecido por La Vinoteca. Yo, guiado por una amiga decidí comer un crudo. Buena carne acompañada de pocillos con cebolla, pimentón rojo –desgraciadamente con cáscara- pepinillos cortados en láminas, buen aceite de oliva y peor mostaza. Pan amasado “de la casa”, algo trasnochado y una cerveza Corona con su trocito de limón en el gollete. Un apetecible plato donde destaca la calidad de la carne, casi exenta de grasa y la calidad de algunos de sus ingredientes.

Leyendo la carta supe que también se puede optar por pollo arvejado (casi una rareza en la actual restauración) y conejo escabechado. Quizá para una próxima visita.

Al debe el servicio. No están acostumbrados a recibir dos mesas de ocho personas al unísono. Las dos mozas y el mozo de turno colapsaron… no supe si la cocina lo pasó mal también ya que me retire antes.

Olor a restaurante de la vieja ola con buena materia prima y mejor ambiente. Pequeño eso sí. Pronto el éxito los obligará a crecer. Mientras, esperaré tranquilo una nueva visita para saber si el barman sabe como preparar una buena malta con huevo. Trago de trasnochadores o de amanecida. Pero un clásico muy necesario es estos lugares que juegan con el pasado, con las añoranzas y los recuerdos. (Juantonio Eymin)

N de la R:
La malta con huevo es un insólito brebaje ultra proteico, muy popular en zonas rurales y entre las generaciones más antiguas. Hoy por hoy está en vías de extinción. Su preparación consiste en mezclar malta (cerveza oscura) en la licuadora con un huevo (o dos), más azúcar a gusto. El resultado es espumante y revitalizador... ¡Desayuno de campeones! Huele a huevo crudo, es cierto, pero sabe rico, ¿eh? Es como un colemono bizarro. Antaño era suministrado a las mujeres embarazadas y a los niños, por su enorme poder energético (un auténtico Red Bull guachaca).

Junta Nacional: Ramón Carnicer 87, Santiago Centro, fono 635 5828