miércoles, 29 de junio de 2011

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDDOR

WILD HIBISCUS
Lo nuevo del Danubio Azul.

Cuentan… y es posible que sea una leyenda urbana, que cuando Obama fue elegido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, le ofrecieron una copa de champagne con una flor en el fondo. La flor, comestible obvio, es un hibiscus salvaje provenientes de Australia. Esas flores son recolectadas y hervidas en su propio almíbar y luego se conservan en agua mineral con caña de azúcar para viajar a los destinos más exóticos del planeta.

Experiencia simpática y entretenida. La flor, en contacto con un espumoso u otro licor, abre sus pétalos y se ofrece con un característico color rosa y con un sabor diferente.

La flor de hibiscus se ha transformado en el ingrediente de moda en los restaurantes más famosos de Europa y Estados Unidos e hizo su arribo a Chile de la mano de Palacio Danubio Azul, que dirige Giovanni Vanni.

Fui a conocer este famoso cóctel un día de la semana pasada. En mi mesa, varios cronistas analizábamos su sabor, características y funcionalidades. Suave y agradable en boca junto a un espumoso (4.200). Su sabor recuerda trazos de murtilla y eso es agradable. Es raro comerse la flor. A ratos me pareció verme como Grace Jones se comía un gomero en la TV chilena hace lustros ya. Pero hay un sabor y una consistencia que agrada. Sin ser homofóbicos catalogamos el espumoso con hibiscus como “trago de mina”, ya que su color rosado casi tornasol, no nos representaba en su totalidad.

Pero tienen otros cócteles: pisco sour con hibiscus (3.600) y un martini (en gin, $4.600)) muy seco con esta flor adentro. De los tres, definitivamente el espumoso acapara la atención. Es definitivamente una experiencia digna de conocer.

Conversando con Giovanni, propietario del Danubio Azul, me contó que pronto entra en una etapa de remodelación de este gigante lugar, lo mismo que está haciendo con Asian Bistró, su local del Parque Arauco. Me impresiona ver como un día jueves a mediodía, el local cuente con gran público a pesar que no es precisamente económico. Por lógica, se come bien, atienden de maravillas y su cocina es seria y eficiente. Gyosas, dumings, masas, empanadas, platos al wok, camarones al ajo y ravioles de centolla y filete salteado pasan por nuestra mesa. Posiblemente como debe ser un palacio imperial. Con una atractiva y eficiente anfitriona (Luigina Correa) y todo.

Durante años el Danubio Azul se ha mantenido dentro de los buenos restaurantes santiaguinos. Y así como prospera, invierten en mejoras y en tecnología. Hace algún tiempo los visité y los mozos y mozas trabajaban con micrófonos para adelantar el trabajo en la cocina. Riéndose mucho, Giovanni me cuenta que el experimento no resultó ya que su frecuencia de radio estaba a la par que la de Carabineros, y que se enredaban platos con procedimientos policiales.

Esta vez fui por su hibiscus. Le prometí otra visita más gastronómica para contársela a mis lectores. Mientras tanto les recomiendo la novedad del año. Una copa en el bar junto a un appetizer. Lo justo y necesario para seguir pensando que si al Presidente Obama le gustó… ¿Por qué no a usted? (Juantonio Eymin)

Danubio Azul: Reyes Lavalle 3240, El Golf, Las Condes, fono 234 4688