martes, 9 de abril de 2013

LOS CONDUMIOS DE DON EXE

CONY, LA ESCORT

Entre tanto entrar y salir de mi departamento ñuñoíno, el sábado me percaté que el departamento contiguo estaba desocupado y que llegaban nuevos arrendatarios. A los que vivimos en estos silos humanos, poca importancia le damos al hecho. Total, casi todos los fines de semana se ven camiones con colchones y comedores entrando o saliendo. En este caso tendría vecinos nuevos. ¿Qué tal serán?, me pregunté.

No sé si será por el Alzheimer progresivo o la poca importancia del hecho, que se me olvidó por completo eso de tener nuevos vecinos. Estaba oscureciendo cuando regresé a casa luego de una partida de dominó en Las Lanzas y, como en estos primeros días de otoño hace frío, decidí guardarme temprano. Agarré el control remoto y comencé a pasearme por todos los canales imaginables. Ley de
Murphy: cuando quieres ver algo decente en la pantalla, nunca hay nada. Extrañaba a mi paquita ya que estaba sentida conmigo. Para peor, los sábados no puedo contar con mis amiguitas ya que todas tienen panoramas más atractivos.

Como a nadie le falta un Dios, me sobresalté con el sonido del timbre. Pocas veces llega alguien a mi depa. Miré por el ojo mágico y descubrí una chica rubia (koleston), de pelo cortito y bastante apetecible.

Abrí la puerta y me estira la mano.

- Buenas noches señor. Soy Cony, su nueva vecina
- Un gusto señorita Cony, contesté siguiéndole el juego. Yo soy Exe. ¿A qué se debe esta visita?
- Ay… lo que pasa es que me encanta tener buenas relaciones con mis vecinos. ¿Te puedo decir Exe?
 - Me lo esperaba, Cony.
- ¿Tienes azúcar, Exe?

La muy chúcara lo dijo mirándome a los ojos.

- Cla… claro que tengo. ¿Cuánto necesitas?
 - Ay, Exe. Eso de necesitar es otra cosa, pero con dos cucharaditas de azúcar me puedo preparar un café. Aun no encuentro la caja donde vienen las cosas de la cocina.
- ¿Y tienes café?
- ¡Eso supuestamente te lo pediría después!, rió
- ¿Vives sola?
- ¿Y tú también?, respondió.
- ¿Y qué haces?
- En estos momentos mendigo por dos cucharadas de azúcar, pero si es el día a día, me puedes encontrar como chica diamante en escort.com
- ¿Y trabajarás acá… en el depa del lado?
- No seas pelotudo. Acá sólo llegaré a dormir. ¿Seré un peligro para ti?
- Para nada, Cony. Sólo preguntaba y ya que estás sola, ¿te tomas el café acá?
- ¿Tienes algo más fuerte?
- No sé si te gusta el whisky…
- ¡Me fascina!... y tú también me fascinas. Creo que seremos muy buenos amigos.

¡Diablos! Mi vida se está poniendo cada vez más complicada. Ahora, una chica diamante viviendo a mi lado. ¿Sabrá ella que no tengo plata? ¿Sabrá que a estas alturas de mi vida su cuerpo emociona pero eso a la vez mata?

Trago en mano me contó que trabajaba de escort o algo así. Que acompaña a gerentes de grandes compañías a cerrar negocios y que en su portafolio tiene bastantes empresas. Que se vino a vivir a Ñuñoa para bajarle el perfil a sus ingresos y que el Audi que tiene estacionado en el subterráneo es un comodato de una compañía de seguros que la tiene contratada para hacer “algunos negocitos”.

- Estoy juntando dinero. Mi profesión es como la de los tenistas, ¡a los 38, cagaste!
 - ¿Y cómo te mantienes tan rica?, le pregunte con todo el desparpajo de un veterano que nunca había conocido una chica diamante.
- Cremas caras, perfumes caros, masajes, sauna y Pilates.
- ¡Eres de película!
- Si, Exe, pero real.

Al segundo whisky le dio calor. Yo estaba perturbado e intrigado por esta belleza de la dos por dos. – “¿Sabes, yo no trabajo los miércoles? Así que si quieres, podríamos cenar, esta vez en mi casa, la próxima semana”

- ¿Y si me da calor?
- No te preocupes por ello, lindo. El lunes vienen a poner aire acondicionado al departamento
- ¿Y si me da frío?
- Para eso tengo una frazada eléctrica, querido- respondió guiñándome un ojo.

Levantó sus largas piernas y se paró del sillón. –“Es tarde” -dijo, y se las emplumó a su departamento. Me dio un beso en la nariz (posiblemente lo más grande que tengo) y me prometió junta para el miércoles. Les juro que el depa quedó con aroma a perfume caro y a feromonas. Apague el aparato de TV y partí a dormir. Soñé con ella y no les puedo contar mis sueños oníricos. A la mañana siguiente, tarde ya, bajo la puerta de mi depa diviso una tarjeta. Era blanca y de opalina. A un lado una marca de sus labios con rouge y al otro un número de celular.

La plusvalía de mi depa sube cada día. Cony, o cómo diablos se llame, volverá este miércoles. No cabe duda que el edificio donde vivo está lleno de hormonas a punto de reventar. Esas mismas que me llevarán al cementerio uno de estos días. No será difícil: ¿De qué murió don Exe? ¡Por califa!, dirán todos. ¿Quieren ser como yo cuando viejos? ¡Cámbiense a Ñuñork! ¡Acá pasa de todo!

Exequiel Quintanilla