martes, 4 de marzo de 2014

DE COPAS

¿SE PUEDE SEDUCIR CON VINO?

No, no se puede.

A ver: de poder se puede, pero sinceramente creo que no es definitivo. Es más, creo que nunca lo ha sido. El vino es algo que cautiva y que acompaña bien. Es un buen complemento, achispa, tiene su toque dulce, si además es espumoso, es juguetón; pero no es una panacea. No es la poción mágica que va a suplir tus carencias ni le va a poner ironía a tus chistes. Si no sabes contar chistes no sabes contar chistes, no esperes que una botella de vino los cuente por ti.

Si vamos al rollo triste, decadente pero siempre socorrido -y divertido- del voy a emborrachala con vino, lo único que vas a hacer es perder tiempo. Emborrachar con vino da mucho trabajo. Si tu táctica es la embriaguez ajena, déjate de vinos, cena rápido -o ni cenes- y pasa a los gintonics, que además ahora incluyen los pétalos del ramo de rosas que se te ha olvidado comprar. Todo mucho más efectivo y eficiente.

Y es que el vino es algo inspirador y sensual si se sabe llevar bien. Pero no el líquido en sí, sino todo lo que hay alrededor de él. Y en este caso, todo lo que hay alrededor de él eres tú (ya, lo siento, ¡es lo que hay!). En tal caso, al vino hay que utilizarlo como aliado, no como arma. Hay que escogerlo con cierta seguridad, probarlo con satisfacción, servirlo con educación y beberlo con placer. Ser seductor a través del vino, pero no seducir con vino (ya, parece una simpleza, pero piense en los matices de ambos conceptos. O abra una botella, lo que prefiera).

Y un último detalle, nada de vino en caja -con gran respeto a las cajas y a sus vinos-. Estire un poquito los pesos, que la ocasión la merece. Además, si al final esa noche no se acierta y uno acaba solo en casa al menos habrá disfrutado de un vinazo, que nunca está de más.

Nota del autor: Dicen que en Italia esto sí funciona. Yo, lo dudo. (Pascual Drake. Born to wine)