TURISMO Y GASTRONOMÍA
¿Otra vez?
Tema
recurrente en Lobby pero desgraciadamente poco visualizado por las autoridades
del turismo nacional. A ellos les interesan los paisajes y las camas, dándole
poco espacio a la gastronomía. Y es un tema para reflexionar ya que el
complemento de ambos intereses es absolutamente necesario para el fomento de
nuestro turismo.
Y el
ejercicio lo puede hacer cualquiera. Incluso nuestro director de Turismo,
cualquier ministro o usted mismo. Imagínese en estos momentos en uno de sus
viajes de descanso. Recuerde el lugar más extraño que haya visitado o el que
más remembranzas le trae. ¿De qué se acuerda? ¿De la habitación del hotel con
sábanas de 400 hilos o de la buena o mala cocina del lugar?
Para
bien o para mal nos acordamos de la cocina. Desde la apestosa hasta la
maravillosa. En la comida están casi todos los sentidos involucrados. Como dice
Ferrán Adrià “En cocina se utilizan la vista, el olfato, el tacto y el gusto.
No hay otra faceta creativa en la que se utilicen tantos sentidos. Un cuadro,
por ejemplo, se ve y la música se escucha y todos nuestros recuerdos van tras
las cocinas de los lugares que visitamos.”
Y allí
debería estar nuestro norte turístico. ¿No piensa, cuando viaja a Buenos Aires,
comerse un bife chorizo o un verdadero tacu tacu en Lima? ¿No piensa si algún
día llega a lo más profundo de África y se pregunta si tendrán carne de
cocodrilo? Y si llega a Paris, ¿no se le ha pasado por la mente comprar quesos
varios, una baguette y una botella de vino para celebrar el viaje?
Pasan
los gobiernos, los años y seguimos igual. Oficialmente nadie se sobrecoge con
nuestra gastronomía. Los gobiernos ponen una “Q” de calidad a establecimientos
que cumplen las normas internacionales de alojamiento pero no se preocupan para
nada de su gastronomía, (perdón. Se preocupan, pero solo en su trazabilidad, o
sea, la higiene, entre otras cosas).
Y
estamos desperdiciando lo nuestro. Años de lucha para desentrañar nuestra
propia cocina con el fin de descubrir nuestra nacionalidad. Que me perdonen
nuestras autoridades pero hemos copiado ejemplos extranjeros (europeos en su
mayoría), para hacer crecer nuestro turismo, que quiéranlo o no, aún sigue
siendo el 0,4 % de los viajes a nivel mundial (y hace bastantes años que este
índice no crece).
A pesar de los grandes avances, seguimos igual.
Hace unos días tuvimos la oportunidad de conocer a un gran franquiciador
de negocios gastronómicos en España. Su fuerte: los 50 millones de turistas que
llegan anualmente a la península. Nosotros, en Chile, recibimos cerca de cuatro
millones. ¿Se podría comparar algo?
Dejemos
un espacio a nuestra gastronomía. Así como los vinos chilenos son la niña
bonita de nuestros mercados internacionales, sería auspicioso también que se
considere a la gastronomía como un emblema. A la fecha es cierto que hay
embajadas gastronómicas nacionales en los mercados externos, pero esa es una
labor de ProChile para promover los productos nacionales. A decir verdad,
bregamos y luchamos para que exista un turismo gastronómico en nuestro país.
Algo quijotesco pero ansiado por muchos. Y no nos importa seguir chocando año
tras años con las mismas murallas de la burocracia. Ciertamente, ya estamos
acostumbrados. (JAE)