HOTELES DEL MUNDO CON HISTORIAS Y LEYENDA
En
este artículo descubriremos algunos hoteles por cuyas habitaciones han pasado
todo tipo de personalidades y personajes y entre cuyas paredes se ha escrito la
historia del mundo contemporáneo. Muchos de ellos son viejas glorias que han
sufrido el paso del tiempo pero otros han permanecido intactos hasta el día de
hoy. En ellos se han escrito libros, se ha revolucionado el mundo de la moda y
se han cambiado las fronteras. Se ha reído y llorado pero, sobre todo, se ha
vivido. Y aún tenemos la oportunidad de pisar el mismo suelo que pisó Rockefeller,
Agatha Christie o Frank Sinatra. Fueron –y siguen siendo- los tiempos de oro de
la hotelería de lujo, algo cotidiano para el siglo XXI, pero en esos años
dormir en un hotel de esta categoría era el sueño de todos, algo que sólo
algunos lograban. (JAE)
Ritz, París era una fiesta
El Ritz, en plena Place Vendôme, más que
un auténtico palacio, que también, es una pieza insustituible de la historia de
París. Antes de que Hemingway lo convirtiera en su segundo hogar –hasta cuentan
que fue su barman quien inventó el Bloody Mary para que la mujer del escritor,
que se llamaba Mary, no tuviera forma de oler el alcohol que acarreaba en
sangre–, su bar ya había sido territorio habitual de Jean Cocteau, Sartre,
Scott Fitzgerald o Marcel Proust, quien en su lecho de muerte mandó a su chófer
a buscarle una cerveza bien fría del Ritz. Fue también en este hotel,
inaugurado en 1898 por el suizo César Ritz donde Coco Chanel instaló su hogar
durante más de tres décadas. En él iniciaban su romance Audrey Hepburn y Gary
Cooper en la película Ariane de Billy Wilder y en su Suite Imperial disfrutaron
su última velada la princesa Diana y Dodi Al-Fayed antes de su fatal accidente.
Hotel Danieli, su señoría de
Venecia
Son tres palazzos frente a la laguna, a
escasos pasos de la Piazza San Marco. El más antiguo, del siglo XIV, provoca un
encuentro turbador con el peso de la historia entre sus salones saturados de
maderas, estucos y mármoles, la opulencia recargada de sus estancias, la
señorial escalera que conduce a las habitaciones o los sonidos de los
vaporettos que se funden con la música barroca de la terraza del ático, abierta
en cuanto el tiempo acompaña y dueña y señora de unas vistas que emocionan. El
friulano Giuseppe Dal Niel, apodado Danieli, alquiló en 1822 la segunda planta
de este palazzo, perteneciente a la familia Dandolo, para abrir un hotel. Su
éxito fue inmediato y solo dos años más tarde conseguía adquirirlo entero,
transformándolo en el más elitista y cosmopolita de los alojamientos de la
ciudad. Aquí se han alojado desde Dickens, Wagner, Proust o Balzac hasta
Goethe, Truman Capote y el sultán de Brunei. En sus habitaciones vivieron
escandalosos romances George Sand y el poeta Alfred Musset, así como la actriz
Eleonora Duse y un entonces jovencísimo Gabriele D’Annunzio, y en uno de sus
bailes de máscaras se cruzaron por primera vez Aristóteles Onassis y María
Callas.
Pera Palace, el Estambul del Orient-Express
Se necesitaba un palacio para alojar a
la flor y nata europea que llegaría a Estambul en los días de gloria del
Orient-Express, y este palacio art nouveau de regusto oriental no fue otro que
el Pera Palace, inaugurado en 1895 y, tras décadas de decadencia, devuelto a
todo su esplendor hace un par de años por los petrodólares del grupo Jumeirah.
Cerca del Cuerno de Oro de la despampanante capital otomana, no lejos de su
vieja estación de tren, este hotel, que contó con luz eléctrica, agua caliente
y ascensor antes que las élites locales, está inevitablemente asociado a Agatha
Christie. La novelista, que fue su huésped entre 1926 y 1932, supuestamente
escribió Asesinato en el Orient Express en la habitación 411, que por supuesto
sigue llevando su nombre, al igual que su actual restaurante. Pero desde luego
no es la única celebridad que se ha visto desfilar en este antaño epicentro de
la vida política y social de esta orilla del mundo. Entre las testas coronadas,
el rey Eduardo VIII o el emperador Franz Joseph, y del mundo de la cultura,
desde Sarah Bernhardt y Pierre Loti hasta Alfred Hitchcock, Hemingway o la Garbo;
muchos de ellos poseedores de una suite en su honor.
Waldorf Astoria, el ascenso de Nueva York
El espíritu del éxito, la escultura de
Nina Saemundsson que preside su entrada en Park Avenue, lo dice todo. Hubo otro
Waldorf y otro Astoria anteriores, que acabaron uniéndose y posteriormente
derruyéndose para levantar en su lugar el Empire State Building. El nuevo,
erigido en solo dos años sobre una manzana entera del Midtown neoyorquino,
abrió sus puertas en 1931. Fue el primer hotel-rascacielos del planeta y no se
escatimaron medios para vestirlo como merecía. Aún se conservan viejas fotos de
cuando Xavier Cugat y su orquesta ambientaban las Noches Latinas en su terraza
Starlight Roof, de los primeros tragos legales que se sirvieron en su Lounge
Café al ser abolida la prohibición, de la fiesta que Grace Kelly y el príncipe
Rainiero celebraron para sellar su compromiso o del mareante vaivén de
celebridades que ha visto desfilar a lo largo de su historia. Testas coronadas,
estadistas, artistas o mafiosos. Por el Waldorf ha pasado de todo. Lo han
visitado desde Nikita Kruschev hasta el sha de Persia, desde JFK hasta la mujer
de Chiang Kai-Shek, el emperador de Etiopía Haile Selassie y el Papa Pablo VI.
Aquí almorzaron –juntos, se entiende– Reagan y Gorbachov, o el primer ministro
israelí David Ben Gurion y el canciller alemán Adenauer. Si sus paredes
hablaran, dejarían, seguro, más de una frase para la historia.
Beverly Hills Hotel, Los Ángeles farandulero
El 7 era al parecer el bungalow favorito
de Marilyn, aunque dicen que fue en el 20 donde vivió con Yves Montand –casada
ella con Arthur Miller y él con Simone Signoret– un nada discreto romance tras
el rodaje de, casualidades de la vida, Let’s Make Love. Tampoco Clark Gable y Carole
Lombard se escondieron demasiado a su paso por el Beverly Hills Hotel antes de
que él obtuviera su divorcio y pudiera llevar a su gran amor al altar; mientras
que la fijación de Elizabeth Taylor por su bungalow número 5 sería cosa de
hacérselo mirar. De sus siete bodas, celebró en él nada menos que seis lunas de
miel. Además de fotos para la historia, como la de Faye Dunaway posando la
mañana después de ganar el Oscar junto a la piscina y Marlene Dietrich
saltándose la norma que prohibía a las mujeres ir en pantalones al restaurante,
los caprichos del magnate Howard Hughes que vivió en el hotel durante casi tres
décadas y acabó pasando por decenas de sus habitaciones; la semana de encierro
de John Lennon y Yoko Ono en el bungalow 11, las sesiones etílicas de Humphrey
Bogart, Frank Sinatra, Dean Martin o Sammy Davis Jr. en su Polo Lounge, o las
persecuciones de fans a unos Beatles en la cresta de la ola.
Raffles de Singapur, la joya de la corona
Aunque no se haga noche en alguna de las
104 suites de esta leyenda hoy declarada Monumento Nacional, habrá por lo menos
que acercarse a tomar un Singapore sling a su Long Bar, el único lugar en esta
pujante, vanguardista e hiperestricta en lo referente a la higiene
ciudad-estado en el que se permite manchar. Sus visitantes se divierten
lanzando al suelo el pop corn que sirven los camareros, ataviados como en los
días de la colonia. Y es que su aristocrático edificio blanco rodeado de
verandas y jardines tropicales es casi todo lo que queda de aquellos días en
este epicentro de los negocios del Sureste asiático atestado de rascacielos de
diseño. En aquellos años, en los que todavía no se permitía el acceso a los
asiáticos, pasaron por allí desde Chaplin hasta Maurice Chevalier o Jean Harlow.
Si durante la II Guerra Mundial, caída la ciudad en manos de los japoneses, el
Raffles se convirtió en un campo de refugiados, su renacer en los 50 vio
desfilar a primeras estrellas como Ava Gardner o Elizabeth Taylor. Su museo,
abierto al público, recoge muchos de los recuerdos de la época en la que el
Raffles fue el hotel más lujoso al oeste del Canal de Suez.Victoria Falls Hotel, la gran dama de las cataratas
El sueño de Cecil Rhodes de unir por tren los 8.000 kilómetros que separaban Ciudad del Cabo y El Cairo necesitaba de un gran hotel a la altura, cómo no, de estas grandiosas cataratas de casi dos kilómetros de largo por las que, cuando el río va crecido, llega a derramarse hasta medio millón de litros de agua por segundo. Dos de las hijas de la reina Victoria, las princesas Victoria y Elena, fueron los primeros miembros de la realeza que se instalaron en esta gran dama que dista apenas un mínimo paseo de las cataratas. Les seguirían en las décadas sucesivas el futuro Eduardo VIII, la princesa Marie Louise Schleswig-Holstein, nieta de la reina Victoria, y en 1947 la corona británica al completo: Jorge VI y la después conocida como Reina Madre con sus dos hijas, Margarita e Isabel, la actual monarca, que durante aquel viaje a la antigua Rhodesia celebró su 21 cumpleaños. Fue el primer viaje oficial al extranjero después de los estragos de la II Guerra Mundial. Acudir a tomar el té en sus salones y verandas, adornadas de columnas y candelabros, es la mejor forma de asomarse a lo que queda de aquellos días mientras se escucha perfectamente el estruendo de estas cataratas que, desde mucho antes, se llamaban Mosi-O-Tunya, “el humo que truena”.
El Negresco de Niza
Su edificio de la Belle Époque, alzado
justo hace un siglo en pleno Promenade des Anglais, fue un auténtico imán para
esa aristocracia europea que dilapidaba fortunas en el cercano casino de
Montecarlo y que estrenó el turismo en la siempre elitista Costa Azul.
Convertido en hospital durante la I Guerra Mundial, corre el rumor de que la
característica cúpula rosa que lo corona emulaba a uno de los pechos de La
Bella Otero.“Yo no quiero ir al cielo, quiero ir al Claridge’s”. La frase es de Spencer Tracy, aunque bien podrían haberla dicho muchos otros huéspedes de esta institución que en el Londres victoriano llegó a contar con incondicionales como la propia reina Victoria. Durante la II Guerra Mundial alojó a tantas familias reales en el exilio que al parecer un diplomático llamó en una ocasión a recepción pidiendo que le pasaran con el rey y, con la clásica flema inglesa, del otro lado del teléfono se oyó un “por supuesto, señor, pero, ¿con cuál de ellos?”.
Hotel de Paris de Montecarlo
La idea de la Société des Bains de Mer
de construir un casino para atraer a la alta sociedad del momento debía ir
acompañada sí o sí de algún alojamiento a la altura. El primero de ellos fue el
Hotel de Paris, inaugurado en 1864. A los dos meses de su apertura ya estaba
lleno: zares, emperatrices, presidentes, escritores, espías… todos recalaban
por aquí. Un cronista de la época llegó a contabilizar 700 kilos de ternera, 14
corderos, 150 docenas de ostras y 1.400 botellas para satisfacerlos en un solo
día.
Mount Kenya Safari Club
A bordo de los Rolls Royce tapizados en
piel de cebra que William Holden ponía a disposición de sus invitados llegaron
unos todavía enamorados Ava Gardner y Frank Sinatra, o Deborah Kerr y Stewart
Granger durante el rodaje de Las minas del rey Salomón. Cuando el protagonista
de El puente sobre el río Kwai abrió en los años 50 este refugio ubicado a los
pies de la segunda cumbre de África, no se hicieron aguardar las celebridades
de Hollywood. Muchos de sus recuerdos y antiguas fotos lucen por sus terrazas y
salones a la vista de sus huéspedes de hoy.
El Nacional de La Habana
Por este emblema de los años 30 de la
capital cubana han pasado, entre tantísimos otros, desde Winston Churchill o
Alexander Flemming hasta Marlon Brando, Rita Hayworth, Robert Redford, Robert
de Niro, Steven Spielberg, Coppola o Roman Polanski. Sin embargo, su peripecia
más sonada fue la cumbre de mafiosos que, en tiempos de Batista, celebró en él
lo más granado del hampa estadounidense. En ella, en la que por cierto hasta
cantó Frank Sinatra, se pactó el asesinato de Bugsy Siegel y Lucky Luciano
salió coronado como rey del crimen organizado.
The Oriental de Bangkok
Se convirtió en fiel sinónimo del lujo
asiático nada más abrir sus puertas a orillas del río Chao Phraya allá por el
1876. Muchas de sus suites llevan el nombre de los muchos escritores que a lo
largo de su historia encontraron inspiración en él, como Joseph Conrad,
Somerset Maugham, Noel Coward, James Michener, Graham Greene, Barbara Cartland,
John le Carré, Gore Vidal o Norman Mailer, entre otros tantos más.
The Peninsula de Hong Kong
Lleva oficiando como gran dama del
Lejano Oriente desde su apertura en 1928. Por The Pen han pasado desde el
maharajá de Jaipur hasta el boxeador Muhammad Ali, y el hotel ha sido testigo
de la transformación de esta pujante ciudad portuaria cedida durante 99 años a
los británicos. Su escuadra de Rolls Royce apostados en la puerta era y es el
santo y seña de la casa. Hoy también tiene un helipuerto en la azotea de las
torres que flanquean su edificio colonial.
Rambagh Palace de Jaipur
El hogar del último maharajá de la
capital del Rajastán fue uno de los primeros palacios en reciclarse en hotel de
lujo cuando estos reyes entre los reyes perdieron sus privilegios con la
independencia de la India. Rodeado por unos magníficos jardines, hoy puede
cenarse en el salón de gala en el que en la década de los 30 –los años de mayor
gloria del Rambagh– Sawai Man Singh II y su esposa, Gayatri Devi, una de las
mujeres más guapas del mundo, según sentenció entonces la revista Vogue,
celebraron las fiestas más fastuosas. Incluso es posible alojarse en las
antiguas dependencias del propio maharajá, de la maharani, de su hijo o en
alguna de las que llevan el nombre de alguno de sus invitados más ilustres,
como Lord Mountbatten.
Legend Metropole de Hanói
Nada más terminarse de construir, recién estrenado el siglo XX, comenzó
a oficiar como el hotel más lujoso del Asia colonial francesa. Entonces, y
hasta la mitad del siglo, fue el epicentro de la vida social de la ciudad. Con
la independencia de Vietnam, las autoridades decidieron conservarlo como hotel
para recibir a sus huéspedes más ilustres y durante la guerra fue un hervidero
de corresponsales y diplomáticos. Reyes, presidentes, estrellas de la pantalla…
todo el que es alguien relevante en el panorama internacional se aloja aquí a
su paso por Hanoi