SECRETOS PASCUENSES
La música de
Margot Loyola
Hace unos
años, y bebiendo unos aperitivos en el hotel Hanga Roa de Isla de Pascua, Eric
Campaña (Q.E.P.D), ex presidente ejecutivo del aquel entonces Lan Chile me
contaba las peripecias que tuvieron que pasar para abrir la ruta Santiago –
Pascua, allá en el año 1967.
- “No había
nada de nada, recuerda. Queríamos que la isla se convirtiera en un enclave
polinesio en medio del Pacífico pero nos encontramos con una civilización
atrasada. Prácticamente un indigenismo en el más puro sentido de la palabra y
con el perdón de los isleños. Era tan grande la necesidad de la empresa para
convertirla en un enclave turístico que viajé a Miami a comprar una serie de
artilugios que usaban los polinesios en Tahiti. Así, collares de conchitas (no
existen conchitas en la isla) y de flores, faldas de fibra vegetal, sostenes de
coco y otros implementos ayudaron para vestir a los primeros niños que
recibirían a los turistas. Las acomodaciones (como las de la foto) también eran
paupérrimas. Llevamos carpas para los primeros viajeros…”
- “Pero
faltaba algo importante. El folclore musical. Pascua no contaba con una
identidad propia –cuentan que en año 40 llegó recién el Sau Sau desde las islas
de Samoa-, así que contratamos a Margot Loyola para que nos creara música
pascuense. Fue un secreto muy bien guardado ya que pocos lo saben. Incluso,
tuvimos que llevar instrumentos y enseñarles a tocar guitarra para musicalizar
la idílica escenografía que necesitábamos…”
- “Lo
logramos, finalizó Campaña. Convertimos Isla de Pascua en un destino exótico y
único. Pocos lugares en la tierra tienen secretos escondidos y serán miles los
que vengan a visitarla en el futuro. El problema es que la Isla no es
sustentable por sí misma y de la misma forma que la visitamos, la vamos
destruyendo. Ojalá nunca pase, pero vamos para allá.”
Han pasado
diecisiete años de esta última conversación con Eric. Sus vaticinios se están
cumpliendo. La idílica Pascua ya no es la de antes y si no le ponemos un párele
a la situación quizá en un tiempo más el problema sea insostenible. La isla es
tan pequeña y los recursos son tan escasos que si pronto no se logra una nueva
política de ESTADO (con mayúsculas ya que la idea es que no sea política del
gobierno de turno) o un nuevo marco de regulaciones, nos veremos en una
encrucijada tremenda ya que perderíamos uno de los enclaves turísticos más
interesantes del mundo. Es cierto que Pascua es de todos los chilenos, pero hay
que cuidarla y no aprovecharse de ella… y que los pascuenses tampoco se crean
los dueños de la situación. (JAE)