martes, 7 de agosto de 2018

MIS APUNTES


 
LE BISTROT
Bueno, bonito y barato

 
Hace un tiempo escribíamos de los restaurantes franceses que cumplen con los requisitos de las tres B (bueno, bonito y barato) que se han instalado en Providencia. Había escrito de varios de ellos pero había dejado fuera a Le Bistrot debido a que por tiempo o por los avatares de la vida, nunca almorcé o cené en ese lugar, que conocía gracias a los innumerables presentaciones de buenos vinos y espumosos que ocupan estas instalaciones gracias a sus características y a la buena gastronomía que siempre acompaña a los buenos vinos. Pero la idea era conocer la propuesta más íntimamente y –ojala- sin que se supiera de mi visita.

No fue fácil, ya que el día escogido de la semana pasada el local estaba repleto a la hora de almuerzo. Tanto, que logré conseguir una mini-mesa en un mini-pasillo. La atención fue casi inmediata y sin errores, algo tan común en muchos restaurantes que se apanan fácilmente con treinta clientes. Acá, partiendo por el servicio: correcto e incluso agradable, a pesar que los manteles no se cambian en cada ocasión ya que sencillamente los dan vuelta. 

Un bistrot es, como muchos saben, un restaurante sin demasiadas pretensiones como no sean las de encarnar un lugar íntimo, no demasiado grande ni caro, pero con buena o muy buena comida. Acá hay una cocina de donde se expresan los platos de charcutería o quesos, tres o cuatro sopas y preparaciones clásicas, casi siempre guisos, como el coq-au-vin, el boeuf bourguignon ($6.100) o el confit de pato ($7.200). No falta una quiche, un par de ensaladas y los clásicos postres franceses como las consabidas créme brûlée y tarte tatin. Eso, aparte de que en Francia, particularmente en París, los bistrot pueden ser, usualmente, el comedor del barrio donde se vive.

La explicación de una cocina que ofrece algunos platos mejores que otros, pero que tiene puntos notables, reside en la presencia del joven chef francés Gaetan Eonet, que ejecuta muy bien, precisamente, los platos clásicos de un bistrot. Pocos patés de campagne tan aromáticos, sabrosos y suculentos hemos probado como el plato que iniciamos nuestro almuerzo. Era una pasta de naturaleza tosca, pero sabrosísima y abundante, con buen pan caliente y a un precio de sólo $3.800.

La segunda especialidad, agreste, poco apreciada por algunos que arriscan la nariz, pero también clásica de restaurantes regionales franceses, fue un fromage de téte, dicho en chilena, queso de cabeza de cerdo en dos trozos generosos, de notable sabor y delicadeza, con abundante salsa ravigote, una finura poco usual que enriqueció tanto el plato como la ensaladilla de hojas verdes de sabor y presentación magistral. El precio, casi ridículo en estos tiempos, fue de $3.700.

El feuilleté d'escargots, un volován relleno de caracoles pudo ser mejor, porque la masa estaba un poco retostada y los caracolitos no todos tiernos, pero nadie discute que es un plato de categoría que, recién horneado, habría sido magistral. Pero maravilloso les quedó el Conejo a la mostaza ($7.200) un acierto por donde se le mire.

El resultado es mucho más de dulce que de agraz. Con la señalada imperfección, probablemente propia de una semana agotadora, Le Bistrot es mucho mejor que el 90% de los restaurantes de Chile. Además, una carta de vinos por copa y botellas digna de imitarse, ya que sus precios van acorde a lo económico del lugar.

Le Bistrot: Plaza del Sol, Santa Magdalena 80 - local 7, Providencia  / 222321054.