martes, 28 de octubre de 2008

LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY




ALTO PERÚ
Nadie es profeta en su tierra

Edilberto Pérez (Ede para sus amigos) es oriundo de Cajamarca, ciudad peruana ubicada a 820 kilómetros al norte de Lima. Llegó ya hace años a Santiago buscando nuevos horizontes. Partió como mozo en el Mare Nostrum. Allí conoció al chef Raúl Landeo y tras un tiempo de trabajo decidieron independizarse y partir con su propia aventura en Santiago. A poco andar abrieron el Alto Perú, el restaurante madre de una serie de establecimientos que han echado a andar en la capital. Si los nombres de Olan, Ají seco y El templo del Inka les parecen conocidos, tras ellos están las ocurrencias de estos dos peruanos que triunfan en estos momentos en la capital chilena.

Un día de semana llegué a almorzar al Alto Perú, en la entradita de la calle Seminario. Sus mozos, solicitos, me ubicaron en el salon para fumadores donde un verdadero “catedral” un pisco sour de grandes dimensiones y elaborado a la peruana sirvió -tal como en el Perú- para “darle el bajo” a un gran “piqueo” nortino donde pulpo a la oliva, tiradito de reineta y perejil, cebiche mixto y camarones entregaban todo el sabor y sazón peruana. Picardía que estos dos serranos (Pérez y Landeo) aprendieron a conocer en sus años mozos, en las alturas del Perú.

El plato de fondo fue una insinuación de la casa. Probé una especial parrillada de pescados y mariscos cuya gracia principal estaba en las diferentes cocciones de cada uno de sus ingredientes. Es algo diferente ya que generalmente este tipo de platos se coccionan al mismo tiempo y a una misma temperatura lo que va en desmedro del producto final. Acá es distinto y los sabores destacan por si solos. Una delicia que acompañé con un chardonnay Amelia, uno de los íconos de Concha y Toro.

¿La gracia del Alto Perú?: una comida franca, con espíritu peruano y cocinada con cariño. Es de esos lugares que gustan y donde no despluman a los comensales. Una carta muy variada donde los platos típicos se convierten en imperdibles. La yuca, el huatacay, el chincho y varias “delikatessen” del país del norte están presentes en cada uno de los platos que llegan a la mesa.


Una buena recomendación para gozar de la verdadera cocina de nuestros hermanos del norte.
Pronto vendrán buenas nuevas. En la Av. Bilbao, cerquita de El Bosque, abrirán un nuevo restaurante. El Sol se llamará e iluminará de causas, tiraditos, secos, tacu tacus y cebiches al barrio alto de la capital. Una nueva aventura de Ede, que quiere así agradecer todo lo que le han entregado sus hermanos chilenos. Y lo hace de la única forma que sabe: buena comida, buen sabor y buenos precios. (Juantonio Eymin)

Alto Perú: Seminario 38, Providencia, fono 223 0173