miércoles, 2 de mayo de 2012

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


PRIMERO DE MAYO
Asado familiar

Cuatro hijos, cuatro nueras… y tres consuegras. Quise morir cuando me llamó Joquincito para avisarme que el 1 de mayo haría una reunión familiar en su casa.

“Papá, me dice. Quiero juntar a mis hermanos, sus mujeres y a tus consuegros”. Menos mal que hablábamos por teléfono así que no pudo ver la cada acida que puse. Sinceramente quiero a mis nueras, pero no soporto a los consuegros.

¿Enfermarme ese día? Sería de roto. ¿Darle una explicación absurda para no asistir? Tampoco, ya que era un día especial. Mis consuegros son también especiales. Dos aun usan corbata los domingos y no se bajan de sus Mercedes del año del loly. En algún momento de sus vidas tuvieron plata (o fundos expropiados por la UP… ¿Qué se yo?) El otro, un sinvergüenza que aunque nadie sabe, es propietario de un café con piernas en el centro de Santiago. ¿Las consuegras? Bueno, ahí hay de todo. Una aun viste de negro por la muerte de su mamá hace ocho años, se santigua y persigna a cada rato pensando que todo es pecado; la segunda, una gorda bonachona que se sienta en los asientos traseros del Mercedes de su marido para cuidar a su poodle enano. La tercera es la mujer del sinvergüenza. Se ha hecho tantas cirugías que parece travesti. A su edad aun usa calzas apretadas y siempre me saluda con besos cuneteados con harta saliva. ¿Esa será mi familia?

- Ya po Exe, ven al almuerzo, me dice Jeremías, mi nieto regalón.
- ¡Me aburro, Jota!
- ¡Es una vez cada cinco años!
- ¿Estarás conmigo acompañándome?
- Por cierto tata… perdón, Exe
- ¡Mira que tu parentela es bastante especial! ¡Te doy diez lucas si me salvas de esas veteranas!
- ¿Y si ellas me dan veinte para que te deje a solas con alguna? Jajaja
- Serías un verdadero maricón, Jota.
- No tata, perdón, Exe, yo te ayudaré.

Y así llegó el maldito primero de mayo. De mi closet Tolerancia Diez saco una botella de Absolut Elix, otra de pisco Waqar y un tinto Liguai de Pérez Cruz. ¡Que no se nota pobreza!, me dije cuando las metía dentro de una bolsa de genero. A la una de la tarde en punto me pasó a buscar Cristóbal, otro de mis pendex.

Como era de esperar, todos estaban cuando llegué a la casa de Joaquincto. ¿Qué traes papá?, consultó, y yo con orgullo saco de la bolsa esas tremendas botellas. La veterana del perro pregunta ¿Y para qué tanto trago, se van a curar? La quedo mirando y con una gran sonrisa le contesto “mejor esconde tu perrito… en una de esas bebe algo de esto y se te pone pillín”

Se puso colorada pero se hizo la desentendida. No así la consuegra de las calzas negras. “¡Exe, que rico verte!, dice mientras me planta un beso lleno de lujuria y se apega como lapa a mis piernas. ¡Que bien te ves para la edad que tienes!

- Tú también te ves regia, chiquilla.
- ¡Nunca tanto, querido! A propósito, me contaron que Mathy se fue a vivir a Iquique.
- Sip
- ¿Y no estás con falta de cariño?, dice mientras pone una de sus carnudas manos en mi muslo

Me hice el de las chacras y pregunté: ¿Quién es el de los tragos aquí?

- Yo, responde Jota. ¿Qué quieres?
- Tráeme una piscola, chiquillo.
- ¿Con ese pisco raro que trajiste?
- ¿Estás weón o eres sietemesino? Ese pisco es para tomarlo sólo y como bajativo.
- ¿Cuándo me vas a enseñar algo de tragos?
- ¡Cuando aprendas a sonarte los mocos!, respondí guiñándole un ojo, a sabiendas que ya pronto seremos yunta.

Como era un asado, comenzaron a salir los trozos de abastero, choripanes, longanizas, costillar de cerdo y patas de pollo. Todo eso acompañado de las típicas ensaladas de dueña de casa: arroz frío, tomate con cebolla y papas mayo. Todos miraron a huevo una de porotos negros con cebolla y yo me hice cargo de ella. A mi lado, mi nieto Jota. Al otro, la travesti tratando de meterme mano por debajo de la mesa mientras los hombres de corbata despotricaban contra la Camila Vallejos y se disputaban al próximo presidente de la República. Uno era fan de Golborne y el otro de Longueira. La veterana del perro conversaba con la otra vieja snob acerca de lo difícil que es hoy conseguirse personal domestico bueno y que la última peruana que había tenido, se metió con un paco y la dejo preñada. El otro consuegro, el del café con piernas, adujo que tenía sueño ya que se acuesta a las 5 de la mañana y se fue a dormir siesta. Las chicas, mis nueras, se mostraban fotos y dibujos que habían hecho sus regalones y mis hijos y nietos jugaban a la pelota en uno de los pocos días soleados que quedan en Santiago.

- ¿Vives solo, Exe?, pregunta la de las calzas negras.
- Entre si y no, respondí.
- ¿Cómo es eso? ¿No le quiere contar a su regalona?
- Es que tengo una pareja que se queda de repente en mi departamento.
- Uyyy. ¡¡¡Así que los niños tendrán una mamá nueva!!!
- Nunca tanto querida.
- ¡Que rico escuchar eso!
- Qué de que
- Querida… Hace tantos años que no me lo dicen…
- ¿Y tu marido, qué?
- ¿Ese holgazán? Ese tío sólo se preocupa de sus minitas del café con piernas… No sabes lo bien que me haría estar con un hombre verdadero.

El asunto se estaba poniendo feo. Miro alrededor y todos seguían enfrascados en sus conversaciones, menos el poodle. ¿Dónde está tu perro?, le pregunto a mi consuegra vestida de azul imperial.

- Uy, no sé. ¡James, James, James!, comenzó a gritar… pero nada.
- ¡Ayúdenme a buscar a James!, gritó.

Salí con gracia del lado de la travesti y me dispuse a buscar al maldito perro.

-¡Me muero si te pierdes! Gritaba la veterana. ¡Tú!, increpó a su marido, ¡no tienes compasión con mi James!

Lo buscamos por todas partes. Del asado sólo quedaba el recuerdo. Jeremías, mi nieto, me lleva a un rincón y dice. -¿Te acuerdas que me ofreciste 10 luquitas si te sacaba de encima a la tía?

- Claro que si
- Bueno. Yo escondí al perro
- ¿Y?
- Fue la única forma de que salieras del acoso de la tía.
- ¿Y donde tienes al perro, cabro pelotudo?
- En la casa de mi vecino Exe. Cuando te vayas, lo reintegro a la familia.

La casa parecía funeral cuando me retiré. Hasta la travesti se despidió en forma normal. Una de mis nueras me llevo a Ñuñork y se le notaba la cara de tristeza por la desaparición del perro. Definitivamente mi nieto Jeremías estaba saliendo más astuto que su abuelo.

Rato después, ya en mis aposentos, recibo el llamado de mi nieto. - ¡Exe, encontré al perro!

- Que bien Jeremías. ¡Te ganaste la recompensa!
- ¿Me invitas este fin de semana a tu casa?
- Con gusto te espero.
- Chaito Exe, no me gustan las veteranas para ti.
- A mi tampoco, pequeño saltamontes.

Al rato recibí el llamado de Sofía, mi paquita, para avisarme que había legado a Santiago después de tres semanas en Temucucui. – ¡El viernes me voy a tu departamento!, dice.

Es muy cierto -aunque Jeremías lo sienta- que en Ñuñoa no caben dos Quintanilla. Él hoy me salvó la vida, pero a caballo viejo, pasto tierno. Así que tendrá que quedar pendiente la asignación de riesgo que contraté con mi nieto. Seguro que ya está en edad de comprender.

Exequiel Quintanilla.