martes, 21 de enero de 2014

COSTUMBRES


LA PRIMERA VEZ QUE LO HICE
(HISTORIA DE AMOR CON UN MATE)

Paco Nadal. El País, España

La primera vez que lo hice ella rozó mis labios y sentí una quemazón horrible. Era mucho más áspera de lo que imaginaba. Fue un contacto amargo, necesariamente breve. De primerizos.

La verdad, siendo ella tan famosa como era, tan querida por tanta gente, esperaba de aquel primer contacto un beso nacarado, una pasión sin retorno, un sabor dulzón que explotara en la boca y azotara hasta la última de mis neuronas con un latigazo de placer. Quería que aquel primer contacto carnal me hiciera caer rendido a sus encantos. Pero no ocurrió así.

La primera vez que lo hice (beber yerba mate) ella me quemó los labios y me heló el corazón. Ocurrió el otro día, entre copa y copa, rodeados de viñedos y con nuestros cuerpos inundados por el sol hospitalario del verano austral. El escenario perfecto para una bonita historia de amor. Pero no hubo feeling.

Lo reconozco, voy a tener que probar muchas más veces la yerba mate para aficionarme a ella. Que me perdone Argentina. Pero no es un sabor fácil para novatos. El mate es amargo y fuerte; cuesta acostumbrarse a su peculiar sabor. Además, se bebe tan caliente que si no vas advertido la primera vez te abrasas los labios. 

Lo que si me encanta del mate es el ritual que lo envuelve. Y su significado -mucho más allá de una simple bebida- para los argentinos. El mate es la bebida social, el signo de identidad, el regreso a casa, aunque estés a miles de kilómetros de ella. Lo primero que echa un argentino a la maleta es el porongo, la bombilla y el paquete de yerba mate. El cepillo de dientes y el pasaporte se le pueden olvidar; el mate, no.

Prometo seguir intentándolo hasta seducirla. Esta historia de amor va a terminar bien. No soy de los que se rinden fácilmente ante un primer no.



 


Manual rápido de supervivencia
los que no tienen ni idea de cebar y beber mate:

- Añada la yerba al porongo y voltéelo tapándolo con la palma de la mano para quitarle el polvo y que no se bloquee la bombilla.
- Eche el agua por el pico del termo sobre la bombila, nunca directamente sobre el porongo para que no se moje toda la hierba. (Agua a punto de hervir e idealmente guardada en un termo)
-El primer mate lo toma el que lo ceba.
-Termine siempre el porongo entero, no se le ocurra pasarlo a medias.
-Páselo siempre con la bombilla mirando al que lo recibe.
-Nunca diga "gracias" cuando se lo pasan, significa que ya no quiere más.
-Y sobre todo.... ¡¡¡NUNCA AGITE O REMUEVA LA YERBA!!! Lo delatará como un perfecto novato.