martes, 21 de abril de 2015

ACTUALIDAD


¡Y DALE CON LA COCINA CHILENA
DE EXPORTACIÓN!
(Guía para perder amigos I)

No sé si es moda o una forma de expresión, pero este último tiempo se han llenado páginas de diarios, revistas couché y minutos de programas y noticiaros de televisión con el ya viejo tema de la cocina chilena como producto de exportación, tanto, que a veces se torna insoportable incluso a quienes escribimos de cocina. Veterano ya en estos avatares de la gastronomía, recuerdo que hace treinta o más años, nuestra querida Rosita Robinovitch tenía en su mente - entre todas las cosas que debía hacer antes de morirse-, editar un mapa de nuestras cocinas. Seguramente muchos de nuestros escritores trataron de hacer lo mismo en sus épocas. Desde mediados del siglo pasado, todos o casi todos los que han deseado divulgar nuestra antropología culinaria tienen su propio discurso.

Pasan los años y tenemos lo mismo. Aún no se ven vestigios de que nuestra cocina haya cruzado medio metro más allá de nuestras fronteras y creo sinceramente que nunca será así. Lo que tenemos es PRODUCTO, y sobre esa base se funda toda nuestra cocina. Aromas, especias y sabores que sólo los que vivimos en Chile podemos entender y que nunca, léanlo bien, nunca traspasará nuestras fronteras.

Aunque los cocineros y cronistas jóvenes digan lo contrario (y acepto sus argumentos), el desarrollo de nuestra cocina no tiene sustentabilidad alguna en el tiempo. No aportamos ninguna materia prima con valor agregado. Hemos vivido desde que somos república como exportadores de materias primas y salvo el vino chileno (que tiene la gracia de ser barato en el exterior) ningún otro bien alimenticio con valor agregado ha podido traspasar nuestras fronteras.

Entonces, ¿para qué enarbolamos banderas de lucha sobre un tema que ya debería estar fuera de la agenda de nuestro país? ¿Tendemos a pensar que algún día llegaremos a pisarle los talones al éxito que ha tenido en el mundo la cocina peruana o mexicana?

No tenemos cocina chilena de exportación y eso hay que metérselo bien en la cabeza. Nuestra cocina es rica, sabrosa, enjundiosa –incluso de mantel largo-,  más todos los epítetos que se le pueden otorgar… pero sólo se consume en nuestro territorio. Y creo que no hay más que decir. (JAE)