UN VISTAZO AL MUNDO
VEGETAL
Todo partió con una semilla
Todo partió con una semilla
Cuando hace
miles de años a alguien se le ocurrió sembrar una semilla, inició la creación
de condiciones artificiales para la vida vegetal. El hombre recolector dio paso
al hombre agricultor creando condiciones artificiales para las plantas. Nunca
en la naturaleza algún otro ser vivo había limpiado un campo de cultivo de
otros vegetales para que sólo uno creciera. Las plantas siempre estuvieron a
merced de las lluvias hasta que el hombre llevó el agua a las plantas para no
depender del clima. Nunca una planta había evolucionado tan rápidamente como
cuando el hombre empezó a seleccionar los ejemplares de los vegetales
reproduciendo los que mejor le servían. Así fue que el hombre creo el maíz, el
trigo, el arroz y otros cereales, que no existen de manera silvestre. Las
primeras modificaciones genéticas a los organismos comenzaron hace más de 10
mil años cuando el hombre se hizo sedentario, agricultor y ganadero.
La
tecnología para reproducir en condiciones artificiales los vegetales de los que
dependemos ha ido variando a lo largo de la historia. Seguramente al principio
sólo se arrojaban semillas donde se deseaba que crecieran los cereales. Miles
de años después, se limpiaban los campos de otras plantas, se araban, se
sembraban, se regaban y se fertilizaban. La agricultura no ha dejado de ir
buscando y encontrando tecnologías que le permiten obtener más con menos. Con
la llegada de la ciencia a la cultura humana, la tecnología para aumentar la
productividad de los cultivos se potenció de manera impresionante. Las teorías
sobre la vida, en particular la vegetal y los descubrimientos de la química
sobre qué están hechas las cosas, cambiaron radicalmente las ideas sobre la
vida vegetal dejando las explicaciones aristotélicas y entrando al conocimiento
objetivo, despojado de explicaciones místicas y teorías falsas.
El siglo XXI
ha estado plagado de opiniones respecto a lo orgánico sin conocer en
profundidad el tema. La genética permitió crear nuevos vegetales en pocos años
a diferencia de los miles que había tomado antes seleccionar variedades. El
vigor y la productividad de los híbridos sorprendieron a una humanidad que no
dejaba de crecer y de demandar cantidades en aumento de alimento. Cuando
hablamos de “Chile: potencia alimentaria” debemos saber que la esperanza no
está vinculada a lo orgánico. El concepto de “natural” no es real. La
alimentación orgánica es hoy por hoy un placer costoso y así lo será en el
futuro. Las técnicas de cultivo han avanzado rápidamente y el mundo natural no
sólo se quedó atrás, sino que fue pulverizado por el desarrollo. La “huerta”,
esa que proveía de alimentos a la familia y vecinos de las comunidades, ya es
sólo un buen recuerdo campesino. Como
decía El Padrino: “No es personal, son sólo negocios”. (JAE)