CAPADOCIA
Turquía profunda
Cada cierto
tiempo uno se sobrecoge con algunos paisajes. Me pasó cuando visitaba Turquía y
más precisamente la Anatolia central, en pleno Asia, donde llegué invitado por
Turkish Airlines y la Embajada de Turquía en Chile para conocer uno de los
lugares más enigmáticos de nuestra tierra. La región se llama Capadocia. Llegar
allí no es fácil. Dos días de viaje con suerte. Pero lo visto y recreado, es
realmente una maravilla.
¿La luna o Marte?
Capadocia se
formó hace 3 millones de años con la erupción de los volcanes Erciyes, Hasandag y Malendiz. Las cenizas,
lava y barro cubrieron toda la meseta de Anatolia central con un grosor de
decenas de metros. Al enfriarse esa masa caliente, se contrajo y agrietó. Luego
con la erosión provocada por la nieve, agua, aire y cambios de temperatura, se
crearon las formas más insólitas y alucinantes que se pueden ver en este mundo.
A las cuatro
de la mañana me pasan a buscar al hotel. Noche oscura para iniciar una travesía
en un globo que se eleva para observar desde el aire las figuras que se han
formado en este espacio único. Tras un grato desayuno en las instalaciones de
Royal Balloon, una van me traslada al lugar del ascenso. Aclaraba cuando
comienzan a elevarse cerca de 50 globos con el fin de conocer desde el aire
estas figuras de lava que cavadas por el hombre a través de la historia,
aparecen como un queso gruyère una al lado de la otra por kilómetros y
kilómetros. La sensación de estar en el aire es indescriptible.
Franceses,
musulmanes y otras nacionalidades completan los 16 cupos del globo en que
viajo. El piloto, un experto en esto de la navegación, lo hace subir y bajar a
su voluntad. Transmite experiencia y profesionalismo. Nos internamos por valles
llenos de figuras volcánicas repletas de puertas y ventanas con el fin de
entender que en este lugar vivió mucha gente en verdaderas cuevas cavadas en la
blanda roca volcánica. Sinceramente no parece real y da la sensación de estar
en un set de películas marcianas. Sin embargo todo es verdadero. Una realidad
que deslumbra.
Una hora de
vuelo para descender sobre el trailer de la camioneta que transporta al globo.
De ahí, el bautizo correspondiente a los que nunca habíamos viajado en estos
gigantescos aparatos. Con espumoso turco brindamos a las seis de la mañana por
el éxito de esta misión.
Ya en tierra
firme, más historias increíbles. Decenas de pueblitos situados casi uno al lado
del otro muestran orgullosos sus monumentos naturales. En Goreme se encuentra
el Museo al Aire Libre más visitado por los turistas. Allí, los monjes
ortodoxos dejaron en el siglo III de nuestra era, innumerables testimonios de
nuestra cristiandad. Aún existen cavadas en la roca volcánica monumentos,
capillas, alcobas, almacenes e iglesias, muchos de ellos decorados con frescos
de los siglos XI y XII.
El lugar
sobrecoge. Capillas e iglesias cavadas en la roca con frescos de referencias
cristianas que los musulmanes cuidan como hueso de santo. Las cocinas y
comedores de los monjes y toda una infraestructura creada para testimonio de la
humanidad. Todo eso que nos contaron los libros de religión vive y palpita en
Capadocia.
Impresiona
el respeto del pueblo musulmán por las imágenes cristianas, Desde la época de
los sultanes han cuidado todas las referencias del paso de Cristo por esta
tierra. Por ello no molesta ni incomoda la diversidad de culturas y religiones
en este país que vio nacer a los tulipanes y que andaban con zapatos cuando
nosotros caminábamos a pie pelado. Cuando uno se enfrenta a lugares como estos,
que nacieron hace miles de años y que aún perduran en el tiempo, nos hace pensar
lo pequeños que somos y lo grande de nuestra historia.
Más
curiosidad provoca conocer los pueblos subterráneos que se emplazan en toda la
región. En 1963, un habitante de Derinkuyu derribando una pared de su
casa-cueva, descubrió asombrado que detrás de la misma se encontraba una
misteriosa habitación que nunca había visto; esta habitación le llevó a otra, y
ésta a otra y a otra… Por casualidad había descubierto la ciudad subterránea de
Derinkuyu, cuyo primer nivel pudo ser excavado por los hititas alrededor del
año 1400 A.C.
Los
arqueólogos comenzaron a estudiar esta fascinante ciudad subterránea
abandonada. Consiguieron llegar a los cuarenta metros de profundidad, aunque se
cree que tiene un fondo de hasta 85 metros.
En la
actualidad se han descubierto 20 niveles subterráneos. Sólo pueden visitarse
los ocho niveles superiores; los demás están parcialmente obstruidos o
reservados a los arqueólogos y antropólogos que estudian Derinkuyu.
Capadocia
huele a damascos y hoy en día modernos pueblitos reemplazan las habitaciones de
sus habitantes que recién hace cincuenta años dejaron de vivir en sus cuevas.
En la actualidad cerámicas, alfombras, joyas y toda una alfarería está a
disposición del visitante. Acá la seda es seda y una alfombra de dicho material
se confecciona después de tres o más años de arduo trabajo manual. Realmente un
destino como para no creerlo.
El paisaje
emociona… y una imagen vale más que mil palabras. Aun así, me quedo con la
sensación de la pálida luz del amanecer sobre las erosionadas formas de las
chimeneas de las hadas, la brisa fresca de la madrugada y el sinfín de globos
apostando por hacerse un hueco en un cielo azul impecable. (JAE)