martes, 6 de octubre de 2015

HISTORIA GASTRONÓMICA


 
LA AVENTURA DEL "WALDORF"
 
EN LA VIEJA CALLE AHUMADA

Nunca hemos hablado de los subterráneos que se encontraban -hasta hace pocos años- en la segunda cuadra de calle Ahumada, cuyo origen se remonta a los tiempos en que aún había tránsito vehicular por la arteria, antes de que la administración del alcalde Mekis la convirtiera en paseo peatonal. Caminando hacia el fondo de las escalas del número 131, se llegaba al espacioso subterráneo del final del pasillo, sede de un mítico local que ofició como bar-restaurante y salón de té durante el día, y como boîte y salón de espectáculos durante las noches: "Establecimientos Waldorf", nombre que dolerá como puñalada en el alma a los románticos y los nostálgicos bohemios del Santiago que se perdió en la línea inexorable del tiempo.

El "Waldorf" fue fundado a mediados del siglo pasado por la sociedad Pubill Hermanos y Cía., conocidos empresarios de origen catalán. Su cuartel era este subterráneo situado en el edificio de oficinas y departamentos del mismo nombre del restaurante, que a lo largo de su historia ha acogido otras famosas casas en su interior, como la Satrería Aedo. Según Oreste Plath, fue en agosto de 1949 que tuvo lugar la presentación pública del "Waldorf", pero tenemos a mano la "Revista de la Asociación de Hoteles, Restaurants y Similares" que comenta con orgullo la inauguración en el mes de febrero de ese mismo año.

Para ingresar al local, se descendía por esas escalas señaladas y donde un cartel celebraba al visitante anunciando: "Restaurant Boite Waldorf". Por entonces, los escalones estaban cuidadosamente alfombrados, con pasamanos de bronce a cada lado. Al interior, su estilo, estética y servicio eran muy norteamericanos, precursor de un carácter modelo que fue considerado todo un progreso para el comercio y el desarrollo de la industria de este tipo de establecimientos, "sin parangón en toda Sud-América", según comentaba el articulista Antonio Garay en el citado reportaje de la revista gremial.

El éxito como restaurante continuado, luncheonette et rotisserie, atraía a unas 250 personas promedio por día regular, mientras que los viernes, sólo durante la hora del aperitivo, tenía con seguridad 200 clientes. Con tales volúmenes de público, el "Waldorf" llegó a ser rápidamente uno de los bares-restaurantes más importantes de todo Santiago, visitado por ilustres personajes y gente del mundo del espectáculo. Sus dueños eran, además, los mismos de los célebres "Establecimientos Oriente", ubicados en Plaza Baquedano.

A diferencia de otros incómodos locales subterráneos de la capital, éste contaba con sistemas especiales de acondicionamiento ambiental y aparatos de purificación de aire. La cocina era eléctrica y con modernos refrigeradores, con equipos especiales para el traslado de los alimentos hasta los garzones. Don Luis Pubill Carnet, director de la firma y gestor de la idea del "Waldorf", había supervisado personalmente la construcción de estas maquinarias y aparatos eléctricos en Estados Unidos, y luego el montaje de ellos en Santiago. Había mucho interés en la buena presentación de los platos y bebidas, concepto que era novedoso en el comercio gastronómico chileno de aquellos años. Fotografías de los mismos platillos se hallaban sobre los mostradores, al estilo de los actuales expendios de comida rápida. Había luces decorando el ambiente, fotografías artísticas enmarcadas (a color) y cristales iluminados. Además, los tableros incluían información nutricional de cada plato solicitado por el cliente.

Plath dice también que en sus salones se filmaron películas de la célebre cantante y actriz nacional Hilda Sour, que había sido protagonista del primer filme chileno sonoro junto a Alejandro Flores: "Norte y Sur", de 1934. Me parece que, en el caso de las escenas rodadas en el "Waldorf", Plath quizás se refiere al musical "Chao Amor", de 1968, pero sí tengo plena seguridad de que aparece varias veces como locación del filme "Uno que ha sido marino" de José Bohr, de 1951, con la propia Hilda Sour cantando en el escenario del local.

Por las tardes y  noches, el ambiente cambiaba a un aire bohemio y artístico por el que pasaron grandes figuras de la música, como Lucho Gatica, Sarita Montiel, Antonio Prieto, Doménico Modugno y Malú Gatica. El piano bar estuvo amenizado por el Hideway del maestro Roberto Inglez (Robert Inglis), esa suerte de pianista de "Casablanca" versión escocesa pero nacional por adopción, que tocaba en la hora de once y al aperitivo. Otras celebradas visitas que pasaron por el "Waldorf" fueron estrellas como Bill Haley, en su tour internacional de 1958, y Paul Anka, quien concluyó en el escenario del local su gira por Chile en octubre de 1960. En otra ocasión, actuó para la boite la prestigiosa orquesta española "La Casino de Sevilla". En este mismo nivel internacional que fue capaz de ofrecer para sus shows, el "Waldorf" prestó escenarios a "The Platters", en 1968. Como se sabe, uno de los cantantes, Andy Moss, quedó fascinado con Chile y decidió venirse a vivir acá unos años después, ya disuelto el quinteto, contrayendo matrimonio con una chilena, pero ella falleció en un accidente. Destruido, enfermo y arruinado, Moss falleció el año 2003 en la miseria y el abandono, en la ciudad de San Antonio.

El "Waldorf" tuvo también muchos clientes igual de ilustres, nacionales y extranjeros. El comentarista deportivo Julio Martínez era uno de sus comensales más fieles; el maestro Valentín Trujillo no sólo iba a menudo, sino que también tocó el piano alguna vez en las orquestas del club. Cuando visitó Chile el afamado trompetista Louis Armstrong, quiso conocer el reputado centro de entretención y comidas; sin embargo, la leyenda dice que no lo dejaron entrar, pues no cumplía con la estricta exigencia de ingreso a esa hora, que era llevar corbata. Otro acontecimiento parecido que es comentado por Oreste Plath, es el que sucediera al abogado, sociólogo y economista Felipe Herrera, cuando le pidieron su cédula de identidad para aceptarle el cheque con el que pretendía pagar la cuenta. Lo curioso es que Herrera era, a la sazón, gerente general del Banco Central de Chile y Presidente fundador del Banco Interamericano de Desarrollo, además de profesor de Derecho y ex Ministro de Hacienda... Su firma aparecía impresa en todos los billetes de circulación en aquellos años.

En 1970, los propietarios del "Waldorf" y del "Establecimientos Oriente" pasaron los locales a manos de una nueva firma que se quedó con ambos restaurantes. Volvió a ser vendido un tiempo más tarde, en medio de un progresivo decaimiento de su popularidad y de afluencia de público... Su brillo comenzaría a apagarse.

Con la caída de los espectáculos nacionales y el advenimiento de la crisis económica de la recesión mundial, más los efectos que la época de "toques de queda" y de restricciones a este tipo de actividades tuvo para el rubro, el "Waldorf" comenzó a precipitarse hacia su ocaso. Tras 35 años de vida, se decidió el cierre del local y las galerías subterráneas fueron vendidas. El domingo 26 de agosto de 1984, en una dolorosa última jornada, los últimos clientes del otrora célebre club y centro gastronómico, eran atendidos antes de proceder a la clausura. Plath dice que sumaban, entre todos, 13 parejas. Al concluir, el público fue despedido, los empleados colgaron sus uniformes y la cortina se bajó diciendo adiós para siempre.

Actualmente, el ex subterráneo de Ahumada 131 ha sido absolutamente transformado por la multitienda "Falabella". Sin embargo, aún se pueden observar las escaleras que conducían al querido "Waldorf" y después a los juegos "Diana". Sus ex dependencias son usadas como recintos administrativos y de atención de clientes de la firma comercial.

El único recuerdo que quedó del "Waldorf" en este concurrido sector de la capital, si es que se le puede llamar así, es un cartel de neón en el segundo piso del edificio y casi justo sobre su ex entrada, que ostenta el mismo nombre lleno de historia y memorias pero ya no para el alguna vez famoso restaurante, sino para una peluquería homónima del lugar. (urbatorium.cl)