miércoles, 26 de octubre de 2011

LA NOTA DE LA SEMANA



VIGNO

Debe ser la noticia vitivinícola del año. A mediados de octubre, doce viñas chilenas se unieron gracias a una inquietud del enólogo Andrés Sánchez (de viña Gillmore) y el periodista especializado Eduardo Brethauer, para sacar adelante un loco proyecto al que llamaron VIGNO.

El sueño de ambos era tener por primera vez en Chile una Apelación de Origen Controlada, al más puro estilo francés, pero sin la burocracia de convertirlo en Decreto o Ley. Es decir, poder delimitar un área geográfica de Chile y poder sumar reglas de elaboración, para que el vino que allí se hiciera hablara de un origen común y de su ancestral cultura, rescatando las viejas parras de carignan que están en manos de pequeños productores del secano, ambos -literalmente- en peligro de extinción.

Otro acuerdo no menos importante, implicó justamente el cómo aparecería la marca compartida VIGNO en la etiquetas, indicaciones éstas bien precisas que quedaron registradas en un manual de uso. Incluyendo un texto común que reza así: "VIGNO, Vino con G de Carignan, concepto colectivo de Apelación del Secano Interior del Maule, que rescata el patrimonio de sus vides antiguas y tradiciones, cuyo cepaje principal es el Carignan".

Doce viñas compartirán esta apelación de origen controlada: Bravado Wines, De Martino, Garage Wine Co, Gillmore, Lomas de Cauquenes, Meli, Miguel Torres, Morandé, Odfjell, Undurraga, Valdivieso y Viña Roja

Estos doce primeros VIGNOS no tienen pretensiones. Hay simpleza y fruta, mucha fruta negra, chispeante y de taninos amables, aunque unas veces más rústicos que otras. Son vinos gastronómicos, para acompañar la comida y no protagonizar en la mesa. En ellos hay un hilo conductor que va más allá del origen, hay una intención de hacer vinos frescos y fáciles de beber.

Bien por el Maule, bien por las viñas y bien por el Carignan, una cepa que se estaba perdiendo en nuestro país y que tiene mucho que contar.