miércoles, 23 de mayo de 2012

LOS CONDUMIOS DE DON EXE

UN PARÉNTESIS CON MATHY
Problemas en el desierto


San” LAN me alegró la vida (Eso es un decir ya que parece que la arruinó). Hace unos días llegó un mail ofreciéndome el cambio de los pocos kilómetros que tenía acumulados para viajar a Iquique y pagando sólo los impuestos. No lo pensé dos veces ya que el feriado del 21 de mayo me tenía un poco aburrido. Llamé a Mathy y quedó feliz (eso creo) ya que me propuso su departamento para que no gastara en hoteles.

- Duermes acá, pero me invitas a cenar.
- Trato hecho.

Como no soy muy ducho en esto de la computación, le pedí ayuda a un pendex que vive en mi piso para que hiciera el canje de pasajes. Al rato me dice “Listo tío. Se va el viernes y regresa el lunes”

Y así fue. Mathy se había encargado de ubicar un auto para que me fuera a buscar. Atardecía cuando llegué a la tierra de los campeones y la tarde-noche estaba templada. Llegué a su costero departamento y me estaba esperando de punta en blanco. -“Te he extrañado viejo de mierda”, fue lo primero que dijo.

- Por algo estoy acá, respondí.
- ¿Quieres beber algo?
- Quiero comer, Mathy. Tengo hambre ya que no almorcé.
- ¿Dónde quieres dormir? ¿En mi habitación o en la de los invitados?
- ¿Qué tal si lo dejamos al azar?
- ¿Trajiste pijama?
- ¡Se me olvido! ¿Que tal si mañana compramos uno en la Zofri?, reí. ¿Dónde iremos?
- Al Tercer Ojito.

Ahí comenzó todo. Bajamos del taxi y la primera persona que me encuentro es a Cristina Burchard, la dueña del boliche. ¡Exe!, grita y se tira en mis brazos. ¡Cuánto tiempo sin verte!, dice, besándome la mejilla repetidas veces. - ¿Con quien andas?

- Te presento a Mathy, mi pareja; Mathy, te presento a Cristina, la propietaria del Tercer Ojito.
- No sabía que eran íntimos, comentó airada.
- ¿Tienes una mesa, Cristina?
- Hay una en el patio, Exe. Es toda tuya. El champagne corre por mi cuenta.

A la segunda copa, a Mathy ya se le había olvidado el impasse de la Cristina. A la luz de la luna y de las velas bebimos y cenamos un buen cebiche y luego unos maravillosos ravioles rellenos con alcachofas. La noche estaba ideal para estar en el patio –jardín de esta casona.

-¿Quieres postre Mathy?
- Obvio, Exe
- ¿Que te tinca?
- Un suspiro
- ¿Un suspiro de limeña?
- No menso… uno mío cuando lleguemos a casa.

Si bien las tareas no quedaron al día, algo se avanzó. Al día siguiente fuimos por lo tradicional. La famosa Zofri. Dos vueltas para convencerse que en Santiago todo está mas barato que allá. Un célebre cronista gastronómico me había contado que no debía perderme el picante de lapas que preparan en El Wagon, otro de los tradicionales boliches de Iquique, y para allá partimos con Mathy. Ella andaba más feliz que una perdiz. Irradiaba lujuria en su cincuentón cuerpo. El famoso picante de lapas estaba para chuparse los dedos. Ella pidió erizos y luego atún. Ambos quedamos casi con el ombligo afuera lo que nos obligó a una siesta de rigor.

Son patriotas los iquiqueños y se nota en las marchas de los colegios, los bomberos, los navales y todas las instituciones para celebrar el 21 de mayo. Quisimos entrar a la réplica de la Esmeralda, pero la fila era eterna… pero aun quedaba mucho por conocer.

- Mañana nos vamos de viaje, Exe. Iremos al desierto con mi hija y su marido.

La hija era simpaticona, pero el marido una plasta. Cuando pasamos por Alto Hospicio ya me estaba arrepintiendo del viaje. Humberstone fue la primera parada. El marido de la chica hacía de guía y contaba aburridas historias de calaminas y calamorros, de gringos y de la explotación del salitre; de la vida de los pobres hombres que miraban como los gringos se bañaban en la piscina del lugar. Luego seguimos viaje. En Pozo Almonte pedí un arito para “hacer pipi” pero la idea era comprar cerveza ya que el calor arreciaba. Ni un alma en La Tirana aunque igual el pelmazo paró su auto para entrar a la iglesia a rezar por la familia. De ahí seguimos viaje. Yo, lo único que quería era regresar a la civilización. De pronto, unos monos gigantescos me dan la bienvenida a Pica. Ahí me acorde de todo: de Johanna y su baile del caño, del cura, del alcalde y del teniente de carabineros. (Si quiere saber lo que me pasó en Pica, busque http://lobbychile.blogspot.com/2011/11/los-condumios-de-don-exe_09.html)

Pica es pintoresco. A alguien se le ocurrió hacer monumentos a dinosaurios y luego a todo. Es un tremendo oasis con frutos tropicales y agua a destajo. ¡Mira esos mangos, Exe!, me decía Mathy mientras yo, de lo único que me acordaba era de los melones de Johanna.

- ¿Qué tal si almorzamos aquí?, preguntó el yerno.

Entregado a la voluntad del esposo –guía – chofer, acepté el desafío. “¡Es lo mejor que hay en Pica!”, dice entusiasmado. Yo, mientras tanto, rezo.

La ley de Murphy: entré al boliche y me encuentro de sopetón con Johanna. Ella me mira, tartamudea un segundo y luego explota: “¡EXE!, ¡volviste!

Realmente no sabía donde meterme. La saludé y traté de explicar lo inexplicable a Mathy. La chica, dueña del lupanar más importante de Pica, en el culo del mundo, me había reconocido y me había plantado un chupetón en plena boca.

Nadie habló al regreso. Yo tampoco. Con amabilidad Mathy hizo mi maleta y la puso en la puerta de su departamento. ¡Que te vaya lindo, querido!, fue lo único que dijo. Terminé durmiendo esa noche en un hotel de mala muerte esperando mi vuelo a Santiago.

Solo caminé por Iquique el día de mi regreso. Estaba casi todo cerrado pero me encontré con una florería abierta. Tenían rosas ecuatorianas. Le pregunte a la chica si las enviaban a domicilio y me contestó positivamente. Compré tres rojas y tres blancas y pedí que se las mandaran a Mathy en mi nombre. Algo nostálgico salgo de la florería y camino con mi maleta (menos mal que tiene rueditas) para coger un taxi que me lleve al aeropuerto. Como la vida esta llena de sorpresas, de repente siento una sirena y un grito: -“¡Exe, tanto tiempo! ¿Dónde vas?

El teniente de carabineros que estaba en Pica el año pasado, ahora, y de capitán, estaba en la comisaría de Iquique. Brevemente le conté mis aventuras y desventuras en su región mientras me ofrecía la patrulla para dejarme en el aeropuerto. Le agradecí el gesto y le ordena a su chofer: “hoy vamos a cazar delincuentes al aeropuerto”.

Cuando llegué a Santiago y a mi departamento, entro al correo electrónico y me encuentro con un mensaje de Mathy. Ansioso lo abro y me encuentro con siete palabras: ¡Métete las rosas por donde te quepan!

¿Quién entiende a las mujeres?

Exequiel Quintanilla

El Tercer Ojito: Patricio Lynch 1420, Iquique, fono 57- 426 517
El Wagon: Thompson 85, Iquique, fono 57 – 341 428