martes, 21 de agosto de 2012

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR

TAPASPASSION
¿Para qué hacer las cosas mal si las condiciones están dadas para hacerlas bien?

Es difícil escribir de un restaurante que partió hace un poco más de un año acaparando alabanzas de la prensa especializada. Pero aun así, bien vale contar que todas las críticas positivas que tuvo en sus comienzos, pueden convertirse en negativas de la noche a la mañana. ¿Un mal día? ¿Puede un restaurante que vende sencillas tapas permitirse un mal día?

¿Juras decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?

Podría permitirlo en una picada o en un lugar que recién está abierto a público. Pero acá, en Tapaspassión hay oficio y eso molesta.

Melissa, la moza, soportó el chaparrón. A mi lado, un cronista me contaba que la última vez que había estado en este lugar no le había ido bien. ¡Ojala hoy sea distinto!, comentó. Veinte minutos para probar una sangría y cerca de una hora para degustar la primera tapa. El pronóstico no se venía bueno.

Pero vamos por partes y obviemos los atrasos: Buena la sangría (3.200) y mejor la botella individual de cava Freixenet Cordon Negro (3.700) que acompañó las tapas. Para comenzar, un delicioso salmorejo (2.300) uno de los puntos altos del lugar. A un costado, tres pequeños vasitos con distintas preparaciones (una sosa vichyssoise, mejor crema de arvejas y gazpacho de fresas $ 2.200). De ahí en adelante. Casi todas las tapas fueron un fracaso. Tortilla española cruda, papas bravas con fritura deficiente, croquetas id, pulpo durísimo, rabo de buey pasado de miel y prefiero no seguir enumerando los errores cometidos.

Más difícil que escribir es enfrentar al propietario cuando llega a preguntarte por los platos degustados, más aun cuando aparece con el cocinero y esperaban buenos comentarios. Lo peor es escuchar las excusas: hoy fallaron dos cocineros, en la cocina no le aplican sal a las tapas, freímos en aceite de oliva extra virgen… hoy estaba lleno de público…

No puedo entenderlo y menos de un español que conoce perfectamente el negocio. El propietario debería saber que si no puede atender más clientes, lo importante es cerrar la puerta o avisar que la cosa se viene lenta. Más aun cuando sus vecinos son grandes y reconocidos restaurantes. ¿Por qué, si hay buena materia prima, el resultado es nefasto?

En definitiva, las cosas no las están haciendo bien. Algo falla en la cocina y en el servicio. El lugar es lindo y cómodo, dan ganas de comer ahí siempre, las tapas son lindas y creativas, pero cuando a un español le sale cruda una tortilla de patatas, se requiere urgente una reingeniería (más allá de tener excelentes relaciones públicas, que nunca garantizan el éxito). Y si nadie lo dice, nadie lo hace.

Mesa aparte, y por casualidad, dos chicas que trabajan en medios gastronómicos almorzaban en la terraza. ¡Nos fue pésimo!, comentaron cuando nos encontramos. O sea, el problema no era de sólo una mesa… era total.

Alabar por alabar no vale la pena. No escribir de los errores que cometen los restaurantes lo considero injusto para los lectores. Ellos confían en mis comentarios y esperan que sea franco en las crónicas. A veces se dejan pasar algunos errores que se cometen, pero cuando los desaciertos van más allá de un equívoco, es indispensable comunicarlo. Uno) para que el lector sepa el riesgo y 2) para que los propietarios asuman los errores que cometen y mejoren sus procedimientos.

Si fue un mal día, perdón. Pero ya es hora de que en nuestro país seamos profesionales en la materia y no simples amateurs. (Juantonio Eymin. Fotos: www.800.cl)

Tapaspassion: Av. Pedro de Valdivia 0129, Providencia, fono: 234 0047