miércoles, 10 de julio de 2013

BUENOS PALADARES

CRÓNICAS Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA

WIKÉN
(Julio) ESTEBAN CABEZAS
DON BOLO (Rancagua 0398, Providencia): “En la esquina de Rancagua con Condell, por muchos años, funcionó el restaurante La Mitad del Mundo. En este local, un club que reúne a los ecuatorianos y a los amantes de su cocina, ahora funciona Don Bolo, una marca que se ubicó antes en otros barrios, específicamente en Independencia.” “Esta es una cocina sabrosa y sin grandes picores. Dependiendo de si es costeña o de la sierra, se presentan distintas proteínas, como pueden ser los pescados y mariscos, o el chancho, en forma de horneado o fritada. En este caso, la carta rescata identidades de toda esa patria.” “De fondo, un plato para quedar muerto: Llapingacho, un conjunto de tortilla de papas con queso, cilantro y achiote, salsa de maní, huevos fritos, longaniza, plátano maduro frito y salsa criolla ($4.200). Y una sopa de camarones ecuatorianos grandes ($8.000), con achiote -un condimento rojizo, pero que aquí aporta un matiz amarillo-, papas, zanahoria, arvejas, cilantro y cabellos de ángel.” “En fin. Don Bolo no es un lugar elegante, pero está bien armado y está bien atendido. Sus precios son convenientes y, para los cazadores de sabores, es una presa harto atractiva para conocer otra forma de sazonar.”

SOLEDAD MARTÍNEZ
(Julio) ENTRE RÍOS (Longitudinal Sur km 110, teléfono (72) 977160, Rengo): “De entradas probamos el trío crocante de pequeñas causas bien presentadas, de papa molida rabiosamente amarilla y palta, coronadas con ingredientes distintos ($6.900); rica y perfecta tempura de langostinos ($7.000), y una "especialidad de la casa", el huevo meurette, a punto en su salsa de vino y champiñones, pero con exceso de tocino ($7.000). Hasta ahí bien, salvo detalles. De los fondos, escogidos por su histórico prestigio, nos decepcionaron el boeuf bourguignon, con la carne penetrada de la sabrosa salsa de vino tinto, y gruesos trozos de zanahoria, pero sin cebollitas perla, champiñones ni tocino ($ 8.500) y el garrón de cordero con vegetales, aunque blando, sumamente seco ($10.000). En cambio, el turbot con pocas machitas y molde de arroz con tinta negra estuvo muy bien ($10.000). De postre, uno de tres leches al pisco con merengue ($4.000) y el otro crocante de almendras ($5.000). Buen café ($ 5.000). Pinot noir 2011 Single Vineyard de Terranoble ($13.000, de una lista de más de 400 etiquetas con mucho vino importado). Mal servicio, esporádico, disperso y poco eficiente. Ojalá el lugar volviera a su matriz inicial.

EL SÁBADO
BEGOÑA URANGA 
(Julio) VINILO (Almirante Montt 448, Valparaíso, fono 32 – 223 0665): “Lo especial viene de su cocina. Aquí los productos no se compran en el supermercado. Cada especialidad es producida por pequeños agricultores o emprendedores que respetan la tradición y el medio ambiente. De todo Chile llegan las delicias y es casi como paladear la franja de nuestro territorio.” “Desde codornices de Limache, rellenas con queso crema y dulce de mebrillo, y queso crema y ciruelas, la otra, acompañadas de puré de papas con naranja y menta. O el maravilloso ossobuco de vacuno, cocinado 27 horas al vacío, con papas nativas chilotas. O la lengua con salsa de avellanas de Lastarria, acompañada de chuchoca de piñón de Lonquimay, tomates y pesto.” “O un arrollado de huaso con color chileno, acompañado de charquicán con zapallo y huevo frito. Todos platos increíbles y creativos, pero respetando lo más auténtico de estas tierras. Las tablas para la conversa... exquisitas. Y los postres, para morirse: desde un helado de tomates de Limache con albahaca, pasando por el de maqui de Coñaripe y Panguipulli, hasta las murtillas de Carahue.”

QUÉ PASA
DANIEL GREVE
(Julio) PREGO (San Pascual 72. Las Condes, fono 2208 7550): “Se ha hecho evidente el ánimo del restaurante Prego por despegarse de su pasado. Luego de varios dueños y sucursales -hoy el único que existe es Prego San Pascual-, algunos cambios hacen notar esta nueva etapa. Descontando algunas viejas pastas, hostigosas y recargadas de salsas, en días afortunados hay erizos -bastante buenos-; también algunos cebiches, aunque no siempre felices -a pesar de que heredó el chef peruano de la Esquina de Dioses, lo que explica que ya no se haga llamar trattoria-; y, en días de alta inspiración, esta Sopa de mariscos ($6.200). Hay abundante materia sólida -machas, anillos de calamar, pescados blancos-, una textura cremosa sin ser pesada, y un delicioso, profundo y perfumado caldo de locos, que une todo lo demás. Sólo este vicio a cucharadas hace que la visita merezca la pena.”

LA SEGUNDA INTERNET
YIN Y YANG
(Julio)LOS HIDALGOS (Avenida Santa María 3828, Las Condes): “Este restaurante del hotel Los Españoles, situado en el extremo oriente del barrio Pedro de Valdivia Norte, se caracteriza por una lista equilibrada de unos 25 platos más acompañamientos, postres y sandwiches, que incluye recetas de gusto general del público chileno, sin pretensiones a la moda pero bien hechas y con ciertos toques de originalidad. Ahora anuncia nueva carta, pero el estilo se mantiene como también algunas especialidades exitosas.” “Entre las entradas y sopas ($ 3.500 a $ 6.000) merecen destacarse cuatro tipos de ensaladas (como se acostumbran ahora, con un producto "importante" además de las verduras), una causa de atún, el caldillo de congrio y la clásica sopa de cebolla. De las pastas ($ 4.800 a $ 5.800), los fettuccine de cuatro quesos y los conchiglioni rellenos de chupe de jaiba con salsa de mariscos. En platos principales de pescados y carnes ($ 6.000 a $ 10.500), el salmón con fettuccine orientales y salsa de curry; la tilapia con puré de arvejas, crispy de jamón serrano y mantequilla con alcaparras; el asado de tira con risotto, frutos del mar y salsa de oporto; el pollo thai bañado en leche de coco; el lomo de wagyu con pastelera y mini ensalada chilena, y el costillar de cerdo bourguignon.” “Un lugar sencillo y sin duda recomendable por su relación precio-calidad.”

MUJER
PILAR HURTADO
(Julio) MADAM TUSÁN (Andrés Bello 2447, local 5160, Providencia): “La carta es extensa, pero yo, antojada, quería comer pato... Para partir pedimos una porción de wantán (6) frito con salsa tamarindo que nos pareció sin mayor gracia: el relleno estaba un tanto seco y sin sabor en especial, si no fuera por la salsa. De fondo, mi sobrina escogió un tallarín saltado semicrocante taypa, y yo dudé entre el medio pato laguna o el con naranjitas y lychees. Le pregunté al mozo y me recomendó este último, a lo que accedí. Un rato después llegaron dos tremendos platos con los que hubiéramos comido fácilmente tres personas. El tallarín saltado traía de todo un poco y tallarines fritos: estaba muy sabroso y contundente. Mi pato no venía con naranjitas chinas, esas pequeñitas, sino con cuartos de naranja grande con cáscara… Además estaba tibio. ¡Qué desilusión! Probé una naranja y, claro, era amarga y su cáscara, gruesa. Sí traía lychees y hartos pimientos rojos y verdes, pero si el garzón me lo recomendó, debió haberme advertido el cambio de naranjas, pues perjudicaba el resultado. Aparte de eso, la salsa con naranja estaba rica; el pato, carnoso, y el pellejo, crocante. ¿Lo repetiría? ¿Mmm...? Con lo probado no estoy muy convencida. Creo que esta vez a Madam Tusán le faltó un poco de cariño.”