miércoles, 10 de julio de 2013

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR

PIEGARI
Mejora… pero falta aun

 Durante años el Piegari fue –y lo sigue siendo- grito y plata en Buenos Aires. Hoy en día son cientos de curiosos extranjeros los que visitan este local de pastas italianas ubicado en el céntrico Posadas. En Chile se ubicaron en el hotel Noi, en una alianza estratégica que ha costado sangre, sudor y lágrimas sacarlo adelante y si bien hay muchos seguidores de este lugar, desde el principio no tuvo el beneplácito de la prensa gastronómica y eso, en Chile, es bastante delicado.

Creo ser uno de los pocos cronistas que lo he visitado luego de la pobre presentación de su inauguración. Más bien “nos perdimos” y agradecemos infinitamente no haber vuelto a ese lugar donde todas las preparaciones estaban aliñadas con un atrojado aceite de olivas que destruía cualquier producto que se le pusiera al lado. Los argentinos que venían en el “paquete” junto al Piegari, alegaban que los productos eran similares a los que ofrecían en el vecino país y se extrañaban sobremanera la sobrerreacción de los chilenos. Aun así ha pasado el tiempo, han mejorado la calidad de sus aceites y si bien ya no es ni lejanamente lo que fue en sus inicios, aún hay prácticas que no le han permitido despegar del todo, entre ellas, sus altos precios… y su fama.

Llegué un frío mediodía al lugar. Un solícito mozo (de una brigada media argentna y media chilena), me ubica en el subterráneo frente a unos grandes ventanales. ¡Hace frío aquí!, le comento. El empleado, solícito, revisa que las ventanas estén cerradas y me responde que ya solucionarán el problema. Al poco rato aparece parte del pedido: una copa de espumoso y un excelente Prosciutto e mozzarella ($12.500), uno de los mejores antipastos  que he comido este último tiempo. Buen jamón italiano, mozzarella de la buena, unos maravillosos tomates deshidratados y aceitunas. Rico plato. A un costado, pan normal y de tomate, tibios, aunque la mantequilla que lo podría acompañar estaba ¡congelada! ¿Tanto tiempo en el oficio para saber que la mantequilla congelada no sabe a nada ni sirve para nada?

Mi acompañante se decidió escoger para su fondo un plato del menú ejecutivo que tienen en el lugar, un menú de opciones de entradas, fondos y postre de menor costo, y menor tamaño de las porciones. Yo, sin embargo, opte por las famosas Cuerdas de guitarra al pomodoro y basílico (9.600 la porción nacional en contraposición a los 17.500 que pagan los bonaerenses por su porción familiar). Rica pasta a pesar de que por segunda vez el pomodoro era mayor a la cantidad de pasta del plato. (¿Tendrán alguna medida para que eso no suceda?)

Un Ossobuco alla milanese (($9.900) acompañado con risotto al azafrán, fue lo último degustado. Buena carne y pomodoro, pero el risotto ¡ni fu ni fa! Nuevamente llamé al garzón para comentarle mis  pareceres y volver a insistir del frio reinante. “Debe ser el aire”, comentó. “Y con respecto al risotto, traspasaré su comentario a la cocina”, afirmó.

El Volcán de chocolate con helado de vainilla estaba tan frío como el lugar. Bueno, pero frío. Pensé cuando me retiraba a mis aposentos. Definitivamente aquí hay “pasta” suficiente para sacar adelante el negocio. Hay producto y materia prima de la buena. Hay preocupación por tener una excelente carta de vinos y cocteles, pero al momento hay detalles que están dejando de lado y que son muy importantes para los clientes. Hay música italiana también, pero que la cambien a cada rato no es lo ideal. Creo firmemente que este comedor debiera estar entre los grandes de la ciudad. Es cómodo y está muy bien ubicado. Aunque la excusa de insistir de que en Santiago el Piegari es más barato que en Buenos Aires, tampoco sirve, bajar un poco los precios en valor de su producto, no sería mala idea. Ya está todo hecho para convertirse en un buen lugar. Faltan algunos detalles de servicio que no originan ningún gasto mayor. ¿Será muy caluroso en verano? Eso lo veré en mi próxima visita.

Piegari, Hotel Noi Santiago, Av. Nueva Costanera 3676, Vitacura, fono 2941 8100