Una gran apertura
Hace más de veinte años que Cocoa es
número fijo entre los restaurantes peruanos de la capital. Sin embargo la
ubicación de sus comedores estaba lejos de ser las mejores. Uno de ellos en el
mall de La Dehesa y el otro en la laguna de Piedra Roja de Chicureo, los dejaba
lejos del circuito gastronómico de gran parte de los capitalinos. Por eso, la
nueva incursión de Gabriel Peschiera y Jessica Boggio, su mujer, es
posiblemente “el” acontecimiento del año en nuestra capital. Un amplio local
con capacidad para 200 comensales y una carta donde reina el nuevo sabor peruano,
es comentario obligado de todos los que gustamos de la buena cocina.
Ubicado en un gran “strip center” en
Vitacura a metros de Vespucio, una fachada negra impide ver lo que sucede en el
interior. Tres pisos (el tercero es una terraza en construcción por estos
días), donde el boca a boca ha sido fundamental para el inmediato éxito del
lugar. El negro se reproduce en el interior pero aun así es sorprendentemente
cálido, con una decoración minimalista donde destacan papeles murales con
diferentes texturas y cuadros ad-hoc al ambiente peruano-chic de este
restaurante.
Menos mediático que su hermano Emilio
(El Otro Sitio), Gabriel trata de apostar poco. Por ello es menos conocido en
las lides gastronómicas de la capital. Sin embargo, cuando toma un local se
involucra personalmente y le otorga una personalidad exclusiva, un detalle que
encantará a los que aún no han apreciado la gastronomía que hace del Cocoa un
lugar de excepción.
Hay detalles, como la simpleza de los
ostiones del Estrecho de Magallanes servidos con una suerte de Bloody Mary
(9.000) y la complejidad misma de elaborar un pulpo blandísimo a la plancha con
champiñones (11.800), jugoso y fuera de serie, tanto como un cebiche caliente a
las brasas (10.800) donde el pescado se muestra en todo su esplendor sobre unas
sencillas hojas de choclo (panca) y cubiertas con salsa de cebiche caliente.
Todo esto en una larga carta de entradas frías o calientes en una “mise en
place” de primer nivel y categoría.
Es complejo (al menos en nuestro país)
superar las entradas. Sin embargo acá es diferente. Ricos tacu tacu, arroces,
tallarines y pato crocante. Sin embargo llama la atención un Risotto de lomo
saltado (11.000) que es sencillamente una delicia. Al revisar la carta, llena
de tentaciones, es difícil definir qué comer, ya que cada plato es una obra
maestra. Personalmente lo único que no me convence son los camarones (no sólo
acá, sino en todos los restaurantes peruanos) ya que son de origen ecuatoriano
y tal como reza el crítico gastronómico Esteban Cabezas, son la encarnación de
lo desabrido. Aun así y a pesar de que acá también lo utilizan, no son
prioridad a la hora de buscar un plato con carácter.
En buena hora apareció el Cocoa en el circuito gastronómico de la capital. Dará muchísimo que hablar durante bastante tiempo ya que es uno de los mejores atractivos de este año. Como se está convirtiendo rápidamente en dato fijo, será mejor reservar con anticipación para no quedarse con las ganas de conocerlo. No se arrepentirá. (Juantonio Eymin)
Cocoa, Vitacura 4607, local 9, fono: 22954 3159