AQUÍ ESTÁ
COCO
Digan lo que digan...
Famoso, carismático y por lógica amado, odiado y envidiado, Coco
Pacheco logró hacer de su restaurante un ícono a nivel mundial, tanto, que
muchas de sus historias se transformaron en
mitos urbanos, cuentos que el propio Pacheco nunca confirmó ni
desmintió.
De la noche a la mañana sus sueños se comenzaron a apagar cuando en el
2008 un incendio no dejó piedra en su célebre restaurante de pescados y
mariscos. Ahí aparece su familia, mujer e hijas, que lo convencen para
reconstruir el lugar con un diseño más moderno aunque conservando los platos e
historia gastronómica que lo había llevado a la cima de la popularidad.
Lo que por más de 35 años fue una casona llena de cachureos, muy al
estilo Pablo Neruda, ahora es una construcción de muy interesante y luminosa
arquitectura en forma de barco, con mucha simbología de los mares de Chile, con
una brigada de servicio bastante renovada y mejor y, sobre todo, con una cocina
más moderna y calificada.
Coco siempre tuvo magnífico producto marino y una cocina correcta, pero
no mucho más. Ahora, Coco le agrega al restaurante la nueva gestión de sus dos
hijas, Paz y Francisca, que pusieron toda la fuerza, la chispa y la nueva
formación de la juventud actual.
La semana pasada regresé después de bastante tiempo y lo hice con
motivo del lanzamiento de una nueva línea de vinos Amaral, dos excelentes Sauvignon
Blanc elaborados con uvas de sus propios viñedos y cuarteles específicos, vinos
que comenzarán a darle mayor protagonismo a este reconocido blanco que por años
se ha ganado el respeto de los amantes del buen Sauvignon. Allí, y junto a
cronistas y ejecutivos de la viña, volví a deleitarme con los pescados y
mariscos que lanzaron a la fama a Coco Pacheco y su familia.
Un detalle para partir: las empanadas de queso y mariscos que elaboran
in situ, son una de las mejores que se puedan confeccionar en cualquier
restaurante de la capital. Frescas, fritas en buen aceite y con un relleno
deleitoso, no pueden dejar de pedirse por lo sabrosas y jugosas.
Ya sentados, el lanzamiento parecía un banquete marino multicolor. La
centolla, reina de nuestro mar austral, fue la estrella, escoltada por las
siempre elegantes y finas ostras de borde negro, anaranjadas lenguas de erizos,
langostinos, cebiches y tiraditos variados servidos en grandes porciones. ¡Un
éxito total!
El menú de la ocasión, chileno por supuesto, siguió con un filete de
corvina (tremendamente bien cocinada ya que es difícil darle el punto a este
pescado) acompañado con una fresca ensalada de quinoa, para finalizar con un
clásico algo perdido en nuestros comedores como son las papayas al jugo.
El Aquí está Coco actual es mejor que todo lo que fue en sus años de
apogeo anterior. El país es otro, el público es otro, mucho mejor, y el astuto
de Coco ha sabido ponerse a tono con la modernidad. El lugar es acogedor y los
mozos se esfuerzan por ser rápidos, amables y gentiles. Un clásico nacido en el
73 y que tras 42 años de vida aún recibe a los más conspicuos extranjeros que
llegan a nuestra capital. No es por alabarlo, ya que poco o nada conozco a Coco
Pacheco, pero su local es más que un restaurante, hoy es una institución. Digan
lo que digan. (Juantonio Eymin)
Aquí
está Coco, La Concepción 236, Providencia / 2 2410 6200