martes, 29 de noviembre de 2016

MIS APUNTES


 
CLUB SUIZO

Si alguna vez se escribe la historia de la cocina contemporánea de Santiago desde los años 90 del siglo recién pasado, sin duda aparecerá un capítulo especial para Juan Pablo Moscoso (o al menos le darán un par de páginas), ya que durante varios años se mantuvo en lo más alto de la creación culinaria capitalina con su restaurante Sibaritas, ubicado en aquellos entonces en un tranquilo sector del barrio Bellavista, con pocos restaurantes vecinos y alejado de Pio Nono, en esa época aun habitacional aunque reinaba la presencia del primer Eladio capitalino, removiendo las estructuras gastronómicas de la población.

El Sibaritas brillaba por su gran relación precio – calidad. Durante varios años fue uno de los restaurantes más solicitados por parejas y pequeños grupos de amigos para celebrar sus acontecimientos. El tiempo y el encarecimiento de las propiedades y arriendos le pasaron la cuenta y finalmente cerró sus puertas con la frente en alto, ya que nunca defraudó. De allí Juan Pablo instala en las cercanías del Barrio Italia un restaurante de características muy similares al Sibaritas, y aunque nunca segundas partes son buenas, logró el reconocimiento de la vecindad… hasta que nuevamente la desgracia del alza de los cánones de arriendo lo deja fuera de batalla.

Es que la cocina de Juan Pablo es sencilla y nunca ha sido cara. Menos en la actualidad ya que logró hace un tiempo la concesión del restaurante (y banquetes) del Club Suizo, un acogedor oasis con acceso directo desde la calle y libre a quienes quieran disfrutar su gastronomía.

Al más estilo europeo con una carta de sabores internacionales y locales, el Club Suizo cuenta con especialidades suizas como la Fondue de queso y chinoise (19.500 para dos), además de una variada carta de tragos, cervezas y tablas ideales para picotear en una junta de amigos o reuniones con un toque más “light”. Aperitivos “de los de antes” con empanaditas de queso elaboradas en casa, paté y tostaditas para untar mientras los atentos mozos toman los pedidos del almuerzo, que por lógica fue un “remake” de sus grandes creaciones que aún siguen gustando y tiene fieles seguidores.

Platos de origen suizo como la trucha a la mantequilla de finas hierbas con spaetzle salteados en perejil y ajo (8.300), o Escalopa de cerdo apanada con papas fritas (7.500), suma a las creaciones propias como Salmón asado con salsa de miel y soya (9.700) o unos correctos y ricos Canelones rellenos con pavo, luganega y espinacas (9.300) con salsa pomodoro, para finalizar con un soberbio kuchen de nueces (2.900) o manzanas fritas con helado de vainilla (2.500).

Abren al desayuno (5.200) y no paran hasta la cena. El barrio, adecuado para ofrecer “onces” a media tarde, las ofrece a $ 5.900 y luego –a la hora de la cena- el comedor se engalana diariamente para ofrecer una cena en forma tranquila y agradable.

Ciertamente es un comedor diferente a los que habitualmente conocemos en estas páginas, pero en el Club Suizo es posible encontrar una cocina honesta, sabrosa y bastante entretenida. Posiblemente nos transporte a los años cuando aún se cocinaba en ollas y los cocineros no utilizaban equipamiento de última generación, y es por ello que se agradecen con mayor énfasis los platos que se ofrecen en este lugar. Buen servicio y un control “suizo” a la higiene, hace recomendar este lugar que sigue -en buena parte- la filosofía del Sibaritas de los años 90. (Juantonio Eymin)

Club Suizo: Av. Dublé Almeyda 2191 (esq. Pedro de Valdivia), Ñuñoa / 22204 7331