miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR



CATEDRAL
Ni tan santo ni tan beato

- ¡He estado ahí y es un bar hecho y derecho!
- ¡He estado ahí y es un restaurante de los buenos!
- ¿Un resto-bar, como les llaman últimamente?

A ciencia cierta, podría decir que el Catedral es un hibrido y de los buenos. Nace con la concepción de un bar con el propósito de mejorar la oferta del Ópera, su hermano que ocupa el primer piso de esta linda casona en los alrededores del Bellas Artes y del Barrio Lastarria. Pero pronto su propietario, Juan Carlos Sahli se convenció que el segundo piso también tenía alma para ofrecer gastronomía. Una de menor escala que la del Ópera, pero también de buena calidad y a buenos precios.

- ¡Pero ahí hay tocatas, conciertos y música electrónica!
- De acuerdo, pero todo en su orden y su lugar.
- ¿Entonces?

Sencillo. Durante el día y parte de la noche la oferta gastronómica es su fuerte. Luego, y pasada la hora de la cena, los parlantes se reemplazan por las mesas y comienza una fiesta que cautiva a muchos jóvenes y trasnochadores. Resultado final: El Catedral es una maquinita de hacer dinero ya que casi no tiene horas perdidas.

Lo había visitado como bar y como un lugar de especialidades belgas cuando Mathieu Michel oficiaba de chef en este lugar, pero ahora, bajo la responsabilidad de Franck Dieunonné, le dio al lugar una onda más nacional: más chilena, sin dejar de lado algunos clásicos del lugar, como la corvina Catedral (7.400) o sus tablas.

Viernes a mediodía para un comedor repleto. Albos manteles y servilletas de género contrastan con la idea de un bar. Sauvignon blanc Santa Rita Medalla Real 2008 para comenzar a degustar una variedad de entrantes donde destacó una gran tabla vegetariana (6.600), con papas asadas, otras a la huancaina y dos grandes rellenas de vegetales. Más ala, unos camarones flambeados y unas gyosas (6.800) de cerdo y camarones en salsa thai.

Buen y aplicado servicio. Guapas mozas y ágiles mozos bajo la atenta mirada de Aldo Salgado, el administrador y mano derecha de Juan Carlos Sahli. De fondo, Asado de tira guisado a la cacerola, con ñoquis de papas (8.800); un tremendo plato de Ternera mechada a lo pobre (7.800), con cebolla, papas y huevo frito), y una Tilapia frita con puré rustico (6.400).

Es difícil definir en cual de los dos locales (el Ópera o el Catedral) se pasa mejor. Queda claro que la gastronomía (esa de mantel largo y de precios también largos) se encuentra en el Ópera, pero en ambiente distendido del Catedral lo hace proclive a muchas visitas. Para los amantes de los alcoholes, la carta de licores es gigantesca y destaca por su variedad. Incluso, apuntan a que el pisco sour de ellos es uno de los mejores de la ciudad, y no están equivocados.

En postres, lo clásico de siempre. Desde crème brûlée a panna cotta y helados caseros. Todos entre 2.600 y 3600 pesos. En síntesis, una experiencia válida donde uno termina despidiéndose de la mano del mozo y de beso con la moza ya que uno los siente tan cercanos que un saludo cordial es tan beneficioso como una buena propina.

Si la hora del almuerzo o la cena lo pillan en las cercanías, no lo dude. Aquí hay oficio, y del bueno. (Juantonio Eymin)

Catedral: José Miguel de la Barra esquina Merced (segundo piso), fono 664 3048