MARÍA DEL MAR
El lugar es chiquito. A decir verdad parece enano en comparación con los otros restaurantes del Paseo El Mañío. Pero no sólo se defiende sino que se las empeñan para sacar de su diminuta cocina platos de excelente factura y de real calidad.
El lugar es María del Mar, donde Felipe Durán es socio y chef. En invierno su capacidad se reduce a pocas mesas… pero mesas donde se disfruta una cocina del mar, más algunos platos de tierra, para los exigentes carnívoros.
Impecable pisco sour (a la peruana) para comenzar y para acompañar unos erizos de alta factura y sabor (6.800). Nada que observar. La mesa comienza a llenarse de delicatessen: ostiones gratinados y queso azul (6.500); machas a la parmesana (6.700); canapés de locos (7.100) y camarones envueltos en masa de wantán… todo rico y si bien es cierto es cocina de producto, esta viene aderezada desde la cocina y no necesita arreglo alguno. Bueno, por algo el chef estudió en Culinary e hizo buenas pasantías en Europa y Estados Unidos. Además se nota la preocupación que tiene por la materia prima, donde trata de presentarla lo más sencillamente posible, algo que sólo habíamos visto con Xabier Zabala y su Infante 51.
Amayna pinot noir para los fondos. Solo pescados en la mesa. Merluza, atún, albacora, mero y su “pescado del día” presentados como debe ser, sin parafernalias, ni cremas, ni adobos. El sabor puro del pescado donde es posible degustarlo casi en su estado salvaje y con acompañamientos que no alteran la materia prima. (Platos entre 7.400 y 9.200)
Chico pero lindo lugar. Minimalista con sus mesas y decoración en un albayalde celeste que inspira como si fuese un restaurante ubicado a pasos del mar. En varano crece ya que sacan las mesas a la terraza del Paseo El Mañio, lo que los hace duplicar su tamaño. Hoy, en pleno invierno, para gozar de buenos mariscos y pescados preparados “a la mode del chef”
Postres tradicionales. Realmente por ahí no va la mano aunque me contaron que su fondant de chocolate era uno de los mejores de la ciudad. Sin ser experto en repostería, habrá que creerle a quien me pasó el dato.
Larga vida a María del Mar. Ojalá no se engolosinen y traten de crecer ya que el modelo de negocio es de formato pequeño e íntimo. Acá no sobran las sillas y esa es la idea de un buen restaurante. Uno con una carta limitada pero de gran calidad. Una carta sencilla pero elaborada con gusto y pensada en el cliente. Cliente que luego de dos minutos en el lugar, se siente cómplice de una buena aventura gastronómica entre amigos.
El lugar es pequeño, íntimo y muy acogedor. Buena carta de vinos y licores y una gastronomía que se disfruta de punta a cabo. ¿Algo más?
Creo que todo está dicho. (Juantonio Eymin; fotos, http://www.800.cl/)
María del Mar: Paseo El Mañío 1665, Vitacura, fono 717 3876
El lugar es chiquito. A decir verdad parece enano en comparación con los otros restaurantes del Paseo El Mañío. Pero no sólo se defiende sino que se las empeñan para sacar de su diminuta cocina platos de excelente factura y de real calidad.
El lugar es María del Mar, donde Felipe Durán es socio y chef. En invierno su capacidad se reduce a pocas mesas… pero mesas donde se disfruta una cocina del mar, más algunos platos de tierra, para los exigentes carnívoros.
Impecable pisco sour (a la peruana) para comenzar y para acompañar unos erizos de alta factura y sabor (6.800). Nada que observar. La mesa comienza a llenarse de delicatessen: ostiones gratinados y queso azul (6.500); machas a la parmesana (6.700); canapés de locos (7.100) y camarones envueltos en masa de wantán… todo rico y si bien es cierto es cocina de producto, esta viene aderezada desde la cocina y no necesita arreglo alguno. Bueno, por algo el chef estudió en Culinary e hizo buenas pasantías en Europa y Estados Unidos. Además se nota la preocupación que tiene por la materia prima, donde trata de presentarla lo más sencillamente posible, algo que sólo habíamos visto con Xabier Zabala y su Infante 51.
Amayna pinot noir para los fondos. Solo pescados en la mesa. Merluza, atún, albacora, mero y su “pescado del día” presentados como debe ser, sin parafernalias, ni cremas, ni adobos. El sabor puro del pescado donde es posible degustarlo casi en su estado salvaje y con acompañamientos que no alteran la materia prima. (Platos entre 7.400 y 9.200)
Chico pero lindo lugar. Minimalista con sus mesas y decoración en un albayalde celeste que inspira como si fuese un restaurante ubicado a pasos del mar. En varano crece ya que sacan las mesas a la terraza del Paseo El Mañio, lo que los hace duplicar su tamaño. Hoy, en pleno invierno, para gozar de buenos mariscos y pescados preparados “a la mode del chef”
Postres tradicionales. Realmente por ahí no va la mano aunque me contaron que su fondant de chocolate era uno de los mejores de la ciudad. Sin ser experto en repostería, habrá que creerle a quien me pasó el dato.
Larga vida a María del Mar. Ojalá no se engolosinen y traten de crecer ya que el modelo de negocio es de formato pequeño e íntimo. Acá no sobran las sillas y esa es la idea de un buen restaurante. Uno con una carta limitada pero de gran calidad. Una carta sencilla pero elaborada con gusto y pensada en el cliente. Cliente que luego de dos minutos en el lugar, se siente cómplice de una buena aventura gastronómica entre amigos.
El lugar es pequeño, íntimo y muy acogedor. Buena carta de vinos y licores y una gastronomía que se disfruta de punta a cabo. ¿Algo más?
Creo que todo está dicho. (Juantonio Eymin; fotos, http://www.800.cl/)
María del Mar: Paseo El Mañío 1665, Vitacura, fono 717 3876