TIERRA NOBLE
Cuando encamino mis pasos por Nueva Costanera para llegar al restaurante Tierra Noble, recuerdo haber escuchado que Álvaro Saieh compró varios terrenos en esa cuadra y entre ellos las propiedades de Tierra Noble y de La Mar con el fin de construir un hotel de lujo. ¿Hasta cuando tendremos estos locales abiertos? Con esa duda llegué al restaurante y junto a una copa de sauvignon blanc, Juan Pablo Valdivia, chef y gerente del lugar me confirma lo de la venta pero me aclara que ellos tienen un contrato de arriendo por cinco años más, por lo tanto nadie los moverá de allí.
Y eso es bueno ya que tras una fachada que en un comienzo (hace cuatro años) parecía ser destinada sólo a una elite empresarial, Tierra Noble ha conseguido con el tiempo convertirse en un restaurante bastante más transversal de lo que se cree. Es cierto que las cuentas corporativas siguen siendo importantes en este lugar, pero los turistas ya están considerándolo como uno de los buenos lugares de la plaza y muchos capitalinos se han percatado que tras esa enorme fachada oculta con maderas, hay buenas materias primas… y mejores precios.
El restaurante es un lujito que se dio el empresario Hernán Somerville cuando su hija Pamela egresó del Culinary y se asoció con Juan Pablo Valdivia para abrir este exclusivo lugar. Sus comienzos fueron duros, pero poco a poco han flexibilizado la oferta y poco a poco, también, ha crecido el interés por conocer este lugar.
Mar y tierra ya que el lugar no es una parrillada. Es un grill donde pescados, mariscos y carnes conviven fraternalmente. Un lugar donde es factible pedir una porción de sabrosas prietas (2.900) o un sofisticado foie gras (14.500). Un lugar con una extensa carta de vinos que comienza en los $7.500 y finaliza en un Dom Perignon ($560.000). Y esa es quizá una de las gracias de Tierra Noble. De todo y para todos.
Para degustar, ostras (7.500) y erizos (9.500) .Cocina de producto obviamente pero de muy buena calidad. Me impresionó también la suave textura de un pulpo que viene en un plato llamado Mar Noble. A la grilla y perfectamente cocinado, me recordó la cocina de Alfresco, el restaurante que tiene los mejores pulpos de esta comarca y sus alrededores.
No sé si tengo alma de patachero, pero al ver en la carta los chorizos y las prietas, solicité una porción. Mi vecina de asiento comía arrachera y yo me deleitaba con unas prietas de calidad. Erré no haberlas pedido con unas papas cocidas, para hacer un puré mezclado con las prietas, pero igual la sensación fue inmensa.
Risotto de champiñones y mero como un final marino. Las carnes por esta vez quise dejarlas fuera ya que mi idea era mostrarles el lado oceánico de este restaurante. Una faceta que según Juan Pablo Valdivia, hay un público que desconoce. “Acá las ventas son 50 y 50”. Mitad tierra y mitad mar. Y eso es bueno.
Dulce final con oporto y un acaramelado de manzanas de gran factura. Como dije alguna vez, preparar este postre tiene sus bemoles ya que no existe mise en place. Todo se elabora en el momento. Definitivamente un postre memorable.
Leo la prensa de la semana y me encuentro con declaraciones de Álvaro Saieh donde expresa que pronto comenzarán a demoler las construcciones del paño que adquirieron. No sé a ciencia cierta que pasará con Tierra Noble y La Mar, dos emblemas gastronómicos de la capital. Pero, mientras aun exista este lugar, lo invito a conocerlo. No vaya a ser cosa que tardíamente se de cuenta que Tierra Noble era un buen lugar. (Juantonio Eymin)
Tierra Noble: Av. Nueva Costanera 3872, Vitacura, fono 761 4871
Cuando encamino mis pasos por Nueva Costanera para llegar al restaurante Tierra Noble, recuerdo haber escuchado que Álvaro Saieh compró varios terrenos en esa cuadra y entre ellos las propiedades de Tierra Noble y de La Mar con el fin de construir un hotel de lujo. ¿Hasta cuando tendremos estos locales abiertos? Con esa duda llegué al restaurante y junto a una copa de sauvignon blanc, Juan Pablo Valdivia, chef y gerente del lugar me confirma lo de la venta pero me aclara que ellos tienen un contrato de arriendo por cinco años más, por lo tanto nadie los moverá de allí.
Y eso es bueno ya que tras una fachada que en un comienzo (hace cuatro años) parecía ser destinada sólo a una elite empresarial, Tierra Noble ha conseguido con el tiempo convertirse en un restaurante bastante más transversal de lo que se cree. Es cierto que las cuentas corporativas siguen siendo importantes en este lugar, pero los turistas ya están considerándolo como uno de los buenos lugares de la plaza y muchos capitalinos se han percatado que tras esa enorme fachada oculta con maderas, hay buenas materias primas… y mejores precios.
El restaurante es un lujito que se dio el empresario Hernán Somerville cuando su hija Pamela egresó del Culinary y se asoció con Juan Pablo Valdivia para abrir este exclusivo lugar. Sus comienzos fueron duros, pero poco a poco han flexibilizado la oferta y poco a poco, también, ha crecido el interés por conocer este lugar.
Mar y tierra ya que el lugar no es una parrillada. Es un grill donde pescados, mariscos y carnes conviven fraternalmente. Un lugar donde es factible pedir una porción de sabrosas prietas (2.900) o un sofisticado foie gras (14.500). Un lugar con una extensa carta de vinos que comienza en los $7.500 y finaliza en un Dom Perignon ($560.000). Y esa es quizá una de las gracias de Tierra Noble. De todo y para todos.
Para degustar, ostras (7.500) y erizos (9.500) .Cocina de producto obviamente pero de muy buena calidad. Me impresionó también la suave textura de un pulpo que viene en un plato llamado Mar Noble. A la grilla y perfectamente cocinado, me recordó la cocina de Alfresco, el restaurante que tiene los mejores pulpos de esta comarca y sus alrededores.
No sé si tengo alma de patachero, pero al ver en la carta los chorizos y las prietas, solicité una porción. Mi vecina de asiento comía arrachera y yo me deleitaba con unas prietas de calidad. Erré no haberlas pedido con unas papas cocidas, para hacer un puré mezclado con las prietas, pero igual la sensación fue inmensa.
Risotto de champiñones y mero como un final marino. Las carnes por esta vez quise dejarlas fuera ya que mi idea era mostrarles el lado oceánico de este restaurante. Una faceta que según Juan Pablo Valdivia, hay un público que desconoce. “Acá las ventas son 50 y 50”. Mitad tierra y mitad mar. Y eso es bueno.
Dulce final con oporto y un acaramelado de manzanas de gran factura. Como dije alguna vez, preparar este postre tiene sus bemoles ya que no existe mise en place. Todo se elabora en el momento. Definitivamente un postre memorable.
Leo la prensa de la semana y me encuentro con declaraciones de Álvaro Saieh donde expresa que pronto comenzarán a demoler las construcciones del paño que adquirieron. No sé a ciencia cierta que pasará con Tierra Noble y La Mar, dos emblemas gastronómicos de la capital. Pero, mientras aun exista este lugar, lo invito a conocerlo. No vaya a ser cosa que tardíamente se de cuenta que Tierra Noble era un buen lugar. (Juantonio Eymin)
Tierra Noble: Av. Nueva Costanera 3872, Vitacura, fono 761 4871