CUANDO NO EXISTÍA INTERNET
Paco Nadal
A los menores de 30 años les
parecerá que estas cosas pasaban cuando los dinosaurios dominaban la Tierra.
¡Pero, no! Esto ocurría anteayer.
Así se viajaba antes de que el
mundo se volviera digital (y tremendamente acelerado):
1. Mandar postales
Con su estampilla y todo. ¡Que tierno¡ Lo peor de las postales era que
como tuvieras la letra grande no te cabía más que el
saludo y la despedida. En el fondo daba igual: llegaban siempre a destino un
mes después de tu regreso.
¿Qué hacemos ahora?: mandar mensajes gratis por Whatsapp
Como estuvieras muy enamorado de tu novia, te pasabas tanto tiempo
dentro que te confundían con el dueño del local
¿Qué hacemos ahora?: hablar gratis por Skype
Sí, lo juro. Antes existía una cosa de papel llena de letras que te
entretenía un montón durante las horas de espera.
¿Qué hacemos ahora?: buscar wi-fi gratis desesperadamente y pulsar
compulsivamente el botón de actualizar Facebook y Whatsapp para ver si hay
nuevos mensajes.
A cuatro mil pesos el rollo y otro tanto el revelado…. nadie iba haciéndole fotos a las
pelotudeces que fotografiamos ahora.
¿Qué hacemos ahora?: disparar fotos al tuntún y sin sentido, porque son
gratis. Y si salen mal no importa: le pones un filtro y es una obra de arte en
Instagram.
5. Torturar a las
amistades con interminables sesiones de diapositivas post-viaje
Las fotos se revelaban a la vuelta y cuando pillabas a la familia o a
los amigos les soltabas unas sesiones de 500 diapos de tirón que hacían de "Lo
que el viento se llevó" un breve videoclip musical.
¿Qué hacemos ahora?: le damos la misma lata a las amistades, pero
compartiéndolas al momento en Flickr, Twitter, Pintarest, Facebook...
6. Cuidar como botón de
oro tu pasaje de avión
¡Quién se acuerda de aquellos engorrosos y frágiles boletos llenos de
hojas y papeles de calco rojo con el trayecto aéreo! Tenían además una desmedida
tendencia a perderse. Y si lo perdías…¡te metías en un lío monumental para
conseguir que te hicieran un nuevo pasaje! ¡Qué angustia de viajes, guardando
aquel boleto como si fuera oro en paño!
¿Qué hacemos ahora?: llevamos la tarjeta de embarque en un código QR del
smartphone
7. Ir a una agencia de
viaje a reservar los pasajes de avión y los hoteles
Los hoteles te los enseñaba un señor o señora en la agencia en un
folleto impreso, tú te creías lo que te decía (ella/él jamás habían dormido en
ese hotel) y te ibas tan contento sin saber que acababas de reserva en la casa
de German Monster. Para confírmate una plaza en el avión podías pasar tres o
cuatro días. ¡Aquello estimulaba mucho la virtud de la paciencia!
¿Qué hacemos ahora?: lo compramos todo al instante desde nuestro
smartphone o en una agencia on-line.
8. Preguntar a un señor
con boina en la fuente del pueblo por dónde se iba a tal sitio
¡Ah! Que grandes momentos viajeros aquellos en que, ajenos a la
invención de Google Maps, nos deteníamos a hablar con la gente del pueblo, quienes
con su gracejo particular nos explicaban cómo llegar a la fonda El Peine o a la
majada del Chicuelo. Con suerte, entablabas conversación y acababas comiendo
chorizo y vino de bota en su casa. ¡Cuántas buenas relaciones con los
pueblerinos hemos perdido por culpa de Google Maps!
¿Qué hacemos ahora?: ponemos la dirección en el GPS y no sabemos ni por
donde circulamos.
9. Comprar mapas y
guías de viaje
Aviso para nacidos después de 1995: un mapa era una cosa como Google
Maps pero que se doblaba. Una guía de papel era como la suma de varias docenas
de blogs y webs, pero impresos, ordenados y encuadernados.
¿Qué hacemos ahora?: llevamos mil aplicaciones en el smartphone con todo
tipo de guías y páginas de información.
10. Pegabas tus fotos
de recuerdo en un álbum
Y una vez pegadas las fotos en el álbum, nunca volvías a abrirlo para
verlas.
¿Qué hacemos ahora?: las almacenas en tu Iphone para enseñarlas en
cualquier reunión y con la excusa más nimia, sin importante si a los otros les
importa un bledo tu foto.
11. Preguntar al
primero que encontrábamos por la calle dónde había un buen restaurante en la
ciudad
¡Y lo curioso es que hasta nos fiábamos de su información sin exigirle
un mínimo de 500 opiniones positivas de los usuarios y al menos mil “Me gusta”!
¿Qué hacemos ahora?: lo miramos en Tripadvisor
12. Disfrutar de un
atardecer o un paisaje en silencio y sin estrés
¡Y además, el momento se saboreaba mucho más!
¿Qué hacemos ahora?: tuitearlo, wuasapearlo o feisbukearlo en el momento
y acto seguido responder a todos los que nos contestan. Cuando te vienes a dar
cuenta, se ha acabado el atardecer y tú no has visto nada.
Pero en fin… nuevos tiempos, nuevas formas. ¡Bendito seas, Internet!