martes, 5 de noviembre de 2013

NOTAS DE LA RED

DOCE COSAS QUE HACÍAMOS EN UN VIAJE
CUANDO NO EXISTÍA INTERNET

Paco Nadal

A los menores de 30 años les parecerá que estas cosas pasaban cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. ¡Pero, no! Esto ocurría anteayer.

Así se viajaba antes de que el mundo se volviera digital (y tremendamente acelerado):

1. Mandar postales

Con su estampilla y todo. ¡Que tierno¡ Lo peor de las postales era que como tuvieras la letra grande  no te cabía más que el saludo y la despedida. En el fondo daba igual: llegaban siempre a destino un mes después de tu regreso.

¿Qué hacemos ahora?: mandar mensajes gratis por Whatsapp

 
2. Buscar cabinas y locutorios para llamar a casa

Como estuvieras muy enamorado de tu novia, te pasabas tanto tiempo dentro que te confundían con el dueño del local

¿Qué hacemos ahora?: hablar gratis por Skype

 
3. Leer libros en las salas de espera de los aeropuertos

Sí, lo juro. Antes existía una cosa de papel llena de letras que te entretenía un montón durante las horas de espera.

¿Qué hacemos ahora?: buscar wi-fi gratis desesperadamente y pulsar compulsivamente el botón de actualizar Facebook y Whatsapp para ver si hay nuevos mensajes.

 
4. Sacar fotos con cuentagotas

A cuatro mil pesos el rollo y otro tanto  el revelado…. nadie iba haciéndole fotos a las pelotudeces que fotografiamos ahora.

¿Qué hacemos ahora?: disparar fotos al tuntún y sin sentido, porque son gratis. Y si salen mal no importa: le pones un filtro y es una obra de arte en Instagram.

5. Torturar a las amistades con interminables sesiones de diapositivas post-viaje

Las fotos se revelaban a la vuelta y cuando pillabas a la familia o a los amigos les soltabas unas sesiones de 500 diapos de tirón que hacían de "Lo que el viento se llevó" un breve videoclip musical.

¿Qué hacemos ahora?: le damos la misma lata a las amistades, pero compartiéndolas al momento en Flickr, Twitter, Pintarest, Facebook...

6. Cuidar como botón de oro tu pasaje de avión

¡Quién se acuerda de aquellos engorrosos y frágiles boletos llenos de hojas y papeles de calco rojo con el trayecto aéreo! Tenían además una desmedida tendencia a perderse. Y si lo perdías…¡te metías en un lío monumental para conseguir que te hicieran un nuevo pasaje! ¡Qué angustia de viajes, guardando aquel boleto como si fuera oro en paño!

¿Qué hacemos ahora?: llevamos la tarjeta de embarque en un código QR del smartphone

7. Ir a una agencia de viaje a reservar los pasajes de avión y los hoteles

Los hoteles te los enseñaba un señor o señora en la agencia en un folleto impreso, tú te creías lo que te decía (ella/él jamás habían dormido en ese hotel) y te ibas tan contento sin saber que acababas de reserva en la casa de German Monster. Para confírmate una plaza en el avión podías pasar tres o cuatro días. ¡Aquello estimulaba mucho la virtud de la paciencia!

¿Qué hacemos ahora?: lo compramos todo al instante desde nuestro smartphone o en una agencia on-line.

8. Preguntar a un señor con boina en la fuente del pueblo por dónde se iba a tal sitio

¡Ah! Que grandes momentos viajeros aquellos en que, ajenos a la invención de Google Maps, nos deteníamos a hablar con la gente del pueblo, quienes con su gracejo particular nos explicaban cómo llegar a la fonda El Peine o a la majada del Chicuelo. Con suerte, entablabas conversación y acababas comiendo chorizo y vino de bota en su casa. ¡Cuántas buenas relaciones con los pueblerinos hemos perdido por culpa de Google Maps!

¿Qué hacemos ahora?: ponemos la dirección en el GPS y no sabemos ni por donde circulamos.

9. Comprar mapas y guías de viaje

Aviso para nacidos después de 1995: un mapa era una cosa como Google Maps pero que se doblaba. Una guía de papel era como la suma de varias docenas de blogs y webs, pero impresos, ordenados y encuadernados.

¿Qué hacemos ahora?: llevamos mil aplicaciones en el smartphone con todo tipo de guías y páginas de información.

10. Pegabas tus fotos de recuerdo en un álbum

Y una vez pegadas las fotos en el álbum, nunca volvías a abrirlo para verlas.

¿Qué hacemos ahora?: las almacenas en tu Iphone para enseñarlas en cualquier reunión y con la excusa más nimia, sin importante si a los otros les importa un bledo tu foto.

11. Preguntar al primero que encontrábamos por la calle dónde había un buen restaurante en la ciudad

¡Y lo curioso es que hasta nos fiábamos de su información sin exigirle un mínimo de 500 opiniones positivas de los usuarios y al menos mil “Me gusta”!

¿Qué hacemos ahora?: lo miramos en Tripadvisor

12. Disfrutar de un atardecer o un paisaje en silencio y sin estrés

¡Y además, el momento se saboreaba mucho más!

¿Qué hacemos ahora?: tuitearlo, wuasapearlo o feisbukearlo en el momento y acto seguido responder a todos los que nos contestan. Cuando te vienes a dar cuenta, se ha acabado el atardecer y tú no has visto nada.

Pero en fin… nuevos tiempos, nuevas formas. ¡Bendito seas, Internet!